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POR QUÉ LOS ADOLESCENTES EXPERIMENTAN CON DROGAS
Cuando se les pregunta a los adolescentes por qué fuman, a menudo responden
que es debido a la presión de los compañeros y amigos, por simple
curiosidad, por imitación, como manifestación de independencia, rebelión, o
una intención de proyectar una determinada imagen.
Las compañías tabaqueras van a la caza y captura de "fumadores de reemplazo"
(que puedan sustituir a los adultos que han dejado de fumar o mueren a raíz
de complicaciones del tabaquismo). Estas industrias conocen bien las
motivaciones de nuestros adolescentes y saben responder a ellas
estimulándolas con modelos juveniles atractivos en circunstancias y paisajes
excitantes.
Cuando se les pregunta a los adolescentes por qué consumen alcohol, dan las
siguientes explicaciones: "lo hace todo el mundo", "me gusta, es divertido",
"me ayuda a relajarme", "a quitarme la timidez", "cuando estoy mal, sirve
para escaparme", "¿por qué no?, después de todo no bebo tanto"...
Los adolescentes que experimentan con otras drogas, dan razones similares a
las descritas para el tabaco y el alcohol: presión de los compañeros,
consumo por parte de familiares (habitualmente hermanos mayores), estrés,
aburrimiento, rebelión, ansiedad, depresión y autoestima disminuida.
Apuntemos aquí que el consumo de tabaco y de alcohol, a menudo precede a la
experimentación con otras drogas.
A pesar de que los adolescentes son bombardeados con información (a veces
muy bien lograda y contundente) acerca del peligro del tabaco, del alcohol y
de otras drogas, ninguno queda inmune a la potente influencia social y al
fácil acceso al consumo de estas sustancias. Esto es especialmente cierto
con respecto a aquellos adolescentes cuyos padres fuman, beben en exceso o
consumen otras drogas. En esta disyuntiva, el joven, al observar la conducta
de otros, debe decidir "qué papel desempeñará esto en mi vida".
Ante tal decisiva reflexión, la respuesta que muchos dan es: "Lo probaré una
vez a ver qué tal es". Lamentablemente, la mera experimentación esconde
peligros, como por ejemplo que con el paso del tiempo la nicotina del
cigarrillo resulte adictiva, o que "unas cervecitas" o "unas caladas de
marihuana" puedan resultar en juicios inapropiados, cálculos erróneos acerca
de la propia capacidad, impulsividad, y acabar en conductas sexuales
incontroladas, embarazos no deseados o trágicos accidentes de circulación.
El joven que está inmerso en una lucha interna de sus sentimientos, que no
logra canalizar y descargar adecuadamente y de forma constructiva sus
inquietudes, encuentra en la droga la solución a su angustia y
desesperación. La droga, por su efecto farmacológico sobre el psiquismo, le
libera de esa tensión y le evade de la realidad. De tal manera que una vez
establecida la dependencia a una sustancia, el problema queda desplazado: se
sufre porque se necesita la droga, y la droga calma el sufrimiento. No hay
lugar para otro planteamiento, y la búsqueda de la droga se convierte en el
objetivo primordial de la vida. Es una motivación continua para vivir,
aunque sea destruyéndose progresivamente...
El gran problema de los adolescentes que se drogan es que, durante el
período de adicción a las sustancias, queda detenido todo el proceso de
elaboración mental necesario para superar con éxito esta etapa de la vida.
Toda su energía está a disposición de resolver un conflicto y aminorar un
sufrimiento, el temor al síndrome de abstinencia, que a su vez ha surgido
tras el intento de evitar afrontar esta etapa crítica del desarrollo.
Tremenda paradoja. |
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