ALTERACIONES EN LAS CRISIS DE ANSIEDAD Y DE PÁNICO
El
conjunto de alteraciones corporales que describimos en el apartado anterior no
sucede de forma anárquica. En principio tienen una finalidad, lo que sucede es
que son desmedidas y han perdido razón de ser. No son más que mecanismos de
preparación del cuerpo para la lucha o la huida ante un peligro inminente.
Cuando el cerebro recibe la señal de alarma se pone en marcha el llamado sistema
nervioso autónomo, a través de su denominada porción simpática. Este influye
sobre el sistema circulatorio, disminuyendo el riego sanguíneo en las visceras y
aumentándolo en los músculos (que habrían de ser utilizados en la lucha o en la
huida). El aparato digestivo detiene su funcionamiento para ahorrar energía
necesaria para la contienda. Por ello puede tener lugar un «corte de digestión»
en la crisis de ansiedad con sensación de «nudo de estómago». Las pupilas se
dilatan para favorecer la visión. Se libera adrenalina que activa el corazón
para que bombee la sangre necesaria en los músculos. Aumenta la capacidad de
coagulación de la sangre en previsión de posibles heridas en el supuesto
combate. La respiración se acelera para aportar más oxígeno al cerebro y a los
músculos.
Como se
observa, todo ello sería lógico si ocurriera segundos antes de enfrentarnos a
una brutal contienda en la que tuviéramos que defender nuestra integridad a vida
o muerte.
En la
crisis de ansiedad o ataque de pánico tiene lugar una alarma similar. Pero es
una alarma sin motivo y en la que no hay posibilidad de descarga, de utilización
de todo el arsenal preparado. En términos coloquiales diríamos que «hay mucho
ruido y pocas nueces».
El
problema, tal vez radical, que exagera la crisis de ansiedad, es su
autoalimentación; es decir, la aparición de los primeros síntomas produce temor
y alarma, y esta alarma desencadena más síntomas, alimentando la crisis. De este
modo puede aparecer el miedo al propio miedo, cayéndose en un círculo
neurotizante.
Por ello,
ante una crisis de ansiedad, lo primero que hay que lograr es perder el miedo a
lo que está ocurriendo. El sistema nervioso está acelerado, pero no hay
alteración orgánica alguna. No son más que señales de alarma y un organismo sano
no se va a matar a sí mismo con ello. Al no tener sentido se descarga y cesa por
sí sola.