LOS RITMOS BIOLÓGICOS O
BIORRITMOS
Además
del ritmo sueño-vigilia, existen muchas otras funciones biológicas que se
desarrollan normalmente en el cuerpo humano con un cierto carácter rítmico. Los
ritmos biológicos son muchos y muy variados. Algunos se conocen con exactitud en
la actualidad, mientras que otros, especialmente los que se refieren a la
secreción de ciertas hormonas y substancias neurotransmisoras están todavía
estudiándose.
Estos
ritmos se han venido clasificando en función de su periodicidad, es decir, de la
duración que tiene cada uno de sus ciclos completos. Aquellos que se repiten con
una periodicidad menor a las veinticuatro horas se denominan ultradianos; por
ejemplo, son ritmos ultradianos el ritmo con que late el corazón, que dura
aproximadamente un segundo; los ritmos de actividad cerebral registrados por
medio del electroencefalograma, de duración comprendida entre uno y sesenta
segundos, los ritmos de motlidad intestinal o gástrica, el ritmo de la
respiración, etc.
Se
denominan circadianos los ritmos con periodicidad de unas veinticuatro horas de
duración, como es el ciclo sueño-vigilia. Si su periodicidad es superior a un
día de duración, se trata de los ritmos infradianos, como es el caso del ciclo
menstrual de la mujer, que tiene una duración aproximada de veintiocho días.
Algunos ritmos infradianos se denominan también en razón de una duración más
específica, por lo que se habla de ritmos estacionales cuando tienen la duración
de una estación del año (cuatro meses) o circanuales si su periodicidad es de un
año completo aproximadamente.
Los
ritmos biológicos no son algo exclusivo del ser humano, sino que son muy comunes
entre los animales, por lo que éstos han sido utilizados en numerosos trabajos
de investigación para estudiar los ritmos biológicos en relación con la
psicopatología experimental.
Las
observaciones sobre la periodicidad de ciertas conductas es algo observado desde
la antigüedad. Ya Hipócrates, en el siglo V antes de Cristo, prestaba una gran
atención al carácter rítmico con que se presentaban ciertos trastornos,
recomendando hábitos corporales regulares. También en la actualidad se ha
comprobado el efecto nocivo de los horarios y una forma de vida irregulares
sobre la salud.
Fliess
propugnó una teoría a principios del presente siglo que describía ritmos de
sensibilidad física de veintitrés días para los hombres y de sensibilidad
emocional cada veintiocho días en la mujer. Esta teoría que entusiasmó a Freud
se considera casi sin fundamento en la actualidad. Sin embargo, se continúan
estudiando un gran número de ritmos biológicos que pueden estar relacionados con
la conducta humana y los trastornos psicopatológicos, especialmente en lo que se
refiere a algunas substancias, como la serotonina, noradrenalina, adrenalina,
melatonina, cortisol, aldosterona, testosterona, etc.
Hay
muchos trastornos que tienen una presentación o agravamiento periódicos. Por
ejemplo, la alopecia (pérdida del cabello) se presenta o agrava durante la
primavera, al igual que la úlcera gastroduodenal. Dentro del ámbito de la
psicopatología destacan la catatonía periódica y especialmente la depresión
endógena, tanto de tipo monopolar (se presenta en forma de fases depresivas o de
euforia o manía con cierta periodicidad) o bien de tipo bipolar (alternan
periódicamente fases de manía o euforia con fases de depresión).
En la
depresión suelen confluir dos tipos de ritmos biológicos: uno circadiano, por el
cual las personas que padecen una depresión se encuentran más abatidas por la
mañana que durante la noche, como si fuesen mejorando de estado de ánimo según
avanza el día; y otro de tipo estacional que hace que en muchas ocasiones la
enfermedad aparezca o se agrave durante determinadas estaciones del año, sobre
todo durante la primavera y en menor medida durante el otoño. El mayor número de
suicidios registrados durante el período primaveral se relaciona con la mayor
incidencia de la depresión durante esta época.