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OSIRIS, ISIS Y HORUS.
EL HIJO DIVINO TRAE ESPERANZA ETERNA
ESTE RELATO DEL ANTIGUO EGIPTO NOS HABLA DEL NIÑO COMO IMAGEN DE ESPERANZA
Y RENOVACIÓN, Y NOS BRINDA EL CORAJE NECESARIO PARA SUPERAR LOS OBSTÁCULOS
Y CONQUISTAR LA PAZ Y LA ALEGRÍA.
OSIRIS, ISIS Y HORUS HAN SIDO COMPARADOS POR ALGUNOS ERUDITOS CON LA
TRINIDAD CRISTIANA, DEBIDO AL NIÑO DIVINO
QUE ES RESCATADO DEL SUFRIMIENTO Y DERROTA AL MAL. DESDE EL PUNTO DE VISTA
PSICOLÓGICO, ESTA FAMILIA DIVINA NOS PUEDE DECIR MUCHO ACERCA DEL SENTIDO
DE ESPERANZA Y DE SIGNIFICADO QUE EXPERIMENTAMOS A TRAVÉS DE NUESTROS
HIJOS.
Osiris era el hijo primogénito del Padre Tierra y de la Madre Cielo. El
joven dios hacía gala de un buen semblante y era mucho más alto que los
seres humanos. Tomó por esposa a su hermana Isis, diosa de la Luna. Juntos
enseñaron al pueblo de Egipto la fabricación de utensilios agrícolas y la
elaboración de pan, vino y cerveza. Isis enseñó a las mujeres a moler el
maíz, hilar el lino y tejer el paño. Osiris edificó los primeros templos y
esculpió las primeras imágenes divinas, enseñando de este modo a los seres
humanos lo que eran los dioses. Le llamaban "El bueno" porque era enemigo
de la violencia, y dio a conocer su voluntad únicamente por medio de la
benevolencia.
Pero
no transcurrió mucho tiempo antes de que Osiris fuera víctima de un
complot por parte de su malvado hermano menor, Set, que estaba celoso de
su poder. Set era rudo y salvaje; había provocado su salida prematura del
vientre de su madre y estaba determinado a gobernar el mundo en lugar de
Osiris. Invitó a Osiris a un banquete y después lo asesinó, encerrando el
cadáver en un arcón que después arrojó al Nilo.
Cuando Isis oyó la noticia de que Osiris había sido asesinado, quedó
abrumada por el dolor. Se cortó el cabello, rasgó sus vestiduras y, de
inmediato, se lanzó a la búsqueda del cofre. Este había sido llevado mar
adentro y arrastrado por las olas hasta Biblos, yendo a parar bajo las
ramas de un tamarisco. El árbol creció tan rápidamente que el cofre quedó
totalmente rodeado por el tronco. Entre tanto, el rey de Biblos había
ordenado que el árbol fuera talado para que sirviera de soporte al techo
de su palacio. Una vez ejecutada la orden, el maravilloso árbol esparció
un aroma tan exquisito que su reputación llegó a oídos de Isis. Esta, de
inmediato, comprendió su significado. Sin demora, se puso en camino de
Biblos, sacó el cofre del tronco y lo llevó de regreso a Egipto. Pero Set,
conociendo lo que se estaba tramando, fue en busca del arcón al pantano
donde Isis lo había escondido, lo abrió y descuartizó el cadáver de su
hermano en catorce pedazos, esparciéndolos después por todas partes.
Isis no se sintió desalentada. Buscó los preciados fragmentos de su esposo
y los encontró todos excepto el falo, que se lo había tragado un pez del
Nilo.
Como bruja poderosa que era, la diosa reconstruyó entonces el cuerpo de
Osiris uniendo todos los fragmentos y haciendo un nuevo falo de arcilla.
Después realizó los ritos de embalsamamiento para que el dios asesinado
pudiera regresar a la vida eterna. Mientras éste dormía aguardando su
renacimiento, Isis se acostó con él y concibió al divino hijo Horus, quien
al nacer fue comparado con un halcón cuyos ojos brillaban con la luz del
Sol y la Luna.
Resucitado y liberado desde entonces de la amenaza de la muerte, Osiris
podría haber recuperado el gobierno del mundo. Pero se sintió entristecido
por el poder del mal que había experimentado en la tierra y se retiró al
inframun-do, para dar la bienvenida en forma efusiva a las almas de los
justos y reinar
sobre los muertos.
Correspondió a Horus, el hijo de Osiris, tomar venganza del acto salvaje
que había desembocado en la muerte y desmembramiento de su padre. Horus
fue criado en reclusión, pues su madre temía las maquinaciones de Set. Era
extremadamente débil al nacer, y solo gracias a la ayuda de los poderes
mágicos de su madre pudo escapar a los peligros que lo amenazaban. Eue
mordido por bestias salvajes, picado por escorpiones, quemado y padeció
dolores de vientre; todo ello obra de Set. No obstante, creció con
fortaleza, a pesar de todos estos sufrimientos, y Osiris se le aparecía
con frecuencia y le daba instrucciones acerca del uso de las armas, con la
intención de que estuviera pronto dispuesto a hacerle la guerra a Set,
reclamar su herencia y vengar a su padre.
Cuando Horus llegó a la edad adulta, inició una prolongada guerra para
derrotar a sus enemigos y logró destruir a muchos de ellos. Pero Set no
podía ser vencido únicamente por la fuerza de las armas, debido a que era
sumamente astuto. A fin de terminar con el inacabable derramamiento de
sangre, los otros dioses convocaron un tribunal y llamaron ante ellos a
los dos adversarios. Set alegó que Horus era ilegítimo, concebido después
de que Osiris había sido asesinado; pero Horus demostró con éxito la
legitimidad de su nacimiento. Los dioses condenaron al usurpador,
restauraron la herencia de Horus y lo nombraron gobernante de Egipto.
Horus reinó de forma pacífica sobre el cielo y la tierra, y, junto con su
padre y su madre, fue adorado por todo el territorio. Intercalaba las
tareas de gobierno con visitas frecuentes a su padre en el inframundo,
conduciendo a los difuntos ante la presencia de, "El Bueno", y presidiendo
la ceremonia del pasaje del alma.
COMENTARIO:
Ningún hijo puede redimir la vida de sus padres. Pero existe una esperanza
en el futuro y una fe en la innata bondad e inocencia de la niñez, capaces
de transformar una vida tediosa y carente de significado en una vida que
valga la pena y que dé significado al sufrimiento pasado. El mito de
Osiris, Isis y Horus nos muestra la razón más profunda que nos motiva a
crear una familia. No es solo para la continuidad de la vida biológica;
también es porque el nacimiento de un hijo augura un nuevo comienzo y la
posibilidad de que el dolor sufrido pueda ser curado. Lo que buscamos en
nuestra descendencia es tanto la continuidad del espíritu como la del
cuerpo.
La familia de Osiris es arquetípica y, por lo tanto, refleja patrones que
existen en toda familia. La dedicación de Isis es un tema importante. A
pesar de los obstáculos que Set coloca en su camino, ella está determinada
a encontrar y rehabilitar el cuerpo descuartizado de su esposo. Esta
lealtad absoluta es uno de los aspectos redentores del relato y, en la
vida cotidiana, puede ser expresado por una persona que esté dispuesta a
respaldar a su pareja, incluso ante el aparente fracaso y la derrota que
pudiera sobrevenirle. La pareja que continúa siendo leal y animosa cuando
el compañero o compañera se queda sin trabajo, o pasa por momentos de
depresión o mala salud, puede verse reflejada en la dedicación de Isis.
Ante semejante proceder humano podemos experimentar el tema arquetípico de
la redención en su forma más profunda, tal y como nos la presenta este
mito.
Otro elemento importante en la historia es la concepción de Horus, que
tiene lugar cuando las cosas pasan por su peor momento. Isis concibe a su
hijo divino cuando Osiris está durmiendo y aguardando la resurrección.
¿Qué significa esto en términos de una vida familiar corriente? Quizá nos
diga algo de los momentos en los que más ansiamos tener hijos; pues es
frecuente que los hijos proporcionen una fuente de esperanza cuando las
circunstancias se presentan más difíciles. No siempre es el éxito y la
satisfacción lo que nos inspira para crear una familia. A veces la dura
lucha por la vida nos hace buscar un hueco para poner un pie en el futuro
y un propósito para nuestra existencia.
La niñez de Horus fue muy precaria, y sufrió muchas vicisitudes antes de
alcanzar su plena fortaleza. Esto también nos puede decir algo del patrón
de lavida, pues tener unos comienzos débiles y vulnerables suele ser un
motivo suficiente como para que realicemos nuestros esfuerzos más fuertes
y creativos. Isis se las arregla para proteger a su hijo de Set. Al igual
que necesitamos proteger a nuestros hijos vulnerables, de ese mismo modo
necesitamos proteger aquello que es más vulnerable e incipiente en
nosotros, a fin de que pueda crecer hasta dar fruto.
Horus comprende que debe poner fin al sufrimiento de su padre; el propio
Osiris ya no desea permanecer en la tierra para seguir soportando la
lucha. En un momento dado, puede que necesitemos confiar en que nuestros
hijos se enfrentarán al futuro, pues, a medida que envejecemos, es posible
que perdamos la energía o el coraje de batallar con la vida. En esta parte
podemos apreciar ecos de otras historias míticas: los celos que Teseo
siente de Hipólito, por ejemplo, reflejan su incapacidad para confiar en
que su hijo tome las riendas y tenga su oportunidad en la vida. Por otra
parte, Osiris se enfrenta a ese desafío con éxito. La resolución del
conflicto llega no en razón de una conquista individual, sino debido a que
los dioses, como grupo, deciden que Horus merece la recuperación de su
herencia.
Al final, puede que también nosotros debamos permitir que la vida complete
lo que hemos dejado sin terminar, y que debamos tener confianza en lo que
sea que entendamos por Dios o el espíritu en nosotros para lograr lo que
estamos tratando de alcanzar. Si lo que buscamos es justo y equitativo,
como es el caso de Horus, es posible que el mal no sea derrotado para
siempre, pero puede lograrse que se vuelva impotente para destruir aquello
que es bueno. En el seno familiar, confiar en que el tiempo y la rectitud
interior conducirán a un equilibrio y serenidad finales nos puede ser útil
para aceptar las situaciones que no podemos cambiar, para perdonar a
quienes pensemos que nos han ofendido y para mantener nuestra fe en el
futuro.
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