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Orión y Enopión. La
posesión de una, hija por su padre
ESTE DESAFORTUNADO MITO GRIEGO TRATA DEL INTENTO DE UN PADRE DE POSEER A SU
HIJA, Y DE LA DESTRUCCIÓN QUE SE DESENCADENA CUANDO UN PRETENDIENTE INTENTA
ALEJARLO DE SU HIJA AMADA. REVELA LAS MÁS OSCURAS CORRIENTES SUBTERRÁNEAS
QUE PUEDEN EXISTIR EN RELACIÓN AL NEXO PADRE-HIJO. PERO, AUN CUANDO EL
RELATO REFLEJA EMOCIONES SALVAJES Y CIRCUNSTANCIAS EXTREMAS POCO PROBABLES
DE ENCONTRAR EN LA VIDA COTIDIANA, OFRECE, POR OTRA PARTE, UNA INTUICIÓN
EN LA CONFUSIÓN Y CEGUERA EMOCIONALES QUE NOS AQUEJAN CUANDO BUSCAMOS, DE
FORMA CONSCIENTE O INCONSCIENTE, LA POSESIÓN DE NUESTROS HIJOS.
ORIÓN,
el cazador, era conocido por ser el hombre más apuesto del mundo. Cierto día
se enamoró de Mérope, la hija de Enopión. Pero este no era un simple mortal;
tenía ascendencia inmortal por ser hijo de Dioniso, dios del vino y del
éxtasis, y las intensas pasiones del padre se encontraban latentes en su ser
más profundo.
Enopión le prometió a Orión que podría obtener la mano de Mérope, pero solo
si era capaz de hacer que la campiña se viese libre de las temibles bestias
salvajes que amenazaban la vida de los habitantes. Esto no ofrecía
dificultad a un cazador de experiencia, y Orión aceptó el reto gustosamente.
Tras haber completado su tarea, se presentó ante Enopión ansioso por recibir
su recompensa. Pero Enopión halló razones para retrasar la boda: aún
quedaban más osos, lobos y leones merodeando por las colinas. En realidad,
Enopión no tenía intención de dar a su hija en matrimonio porque, en
secreto, estaba enamorado de ella.
Orión se sentía cada vez más frustrado ante la situación. Una vez más
rastreó las colinas en busca de animales salvajes, y nuevamente Enopión
encontró razones para posponer la boda. Una noche, Orión cogió una gran
borrachera con el mejor vino de Enopión (y el vino de un hijo de Dioniso era
ciertamente bueno, y más fuerte que cualquier otro) y, en ese estado
deplorable, penetró en el dormitorio de Mérope y la violó. Como resultado de
este acto violento, Enopión se sintió justificado para vengarse de Orión.
Forzó a este a que bebiera más vino, hasta que Orión estuvo borracho
perdido. Entonces Enopión le arrancó los ojos y lo arrojó ciego e
inconsciente sobre la playa. Finalmente, con la ayuda de los dioses, Orión
volvió a recuperar la vista y vivió para realizar muchas aventuras más.
Desconocemos lo que le sucedió a la pobre Mérope, violada, abandonada y
prisionera de un padre que nunca tuvo intención de dejar que se convirtiese
en una mujer de pleno derecho.
COMENTARIO:
La historia de Orión es relevante no solo en relación con los patrones
emocionales dentro de la familia. Un vínculo saludable de amor y afecto
entre un padre y su hija, si es exacerbado por la inconsciencia, acarreará
dificultades. El padre es normalmente el primer amor de una hija, y son
muchos los padres que ven en su pequeña hija una imagen mágica de belleza y
juventud que encierra todos sus sueños románticos más preciados. Esto es
natural y encantador, y de ningún modo implica abuso o enfermedad. Pero si
el matrimonio del padre no es feliz, o este es incapaz de aceptar las
recompensas de un matrimonio habitual y persiste en desear un mágico "nexo
anímico", tal vez busque en su hija esa fantasía de un amor perfecto. En
consecuencia, puede que sea difícil para él dejarle vivir una existencia
independiente.
Separarse de una hija amada requiere un corazón generoso, especialmente si
es para entregársela a un joven apuesto como Orión. La buena presencia de
Orión y su juventud viril sirve como un doloroso recordatorio de que Enopión
ya no es tan joven como era, y de que su pequeña y amada hija es ahora una
mujer que desea para sí un joven poderoso y viril. En el mito no se hace
mención de la madre de Mérope. Este padre y la hija viven en un mundo
propio, que constituye la realidad psicológica de muchos padres que se
relacionan mejor con sus hijas que con sus esposas.
El padre que intenta convertir a la hija en su compañera sentimental puede
infligir en esta un daño perdurable. Esto puede ponerse de manifiesto por
medio de la antigua táctica de insistir en que el compañero elegido por su
hija "no es suficientemente bueno". Si un padre le impone a su hija ideales
imposibles, ¿cómo podrá ella alejarse para vivir felizmente con su
compañero? Cuanto más grande sea el amor de la hija y su ignorancia, mayor
será el daño potencial que surja de la inconsciencia; pues una hija que ama
y admira a su padre prestará atención a su aparente "sabiduría" y juzgará a
todos los pretendientes potenciales como de imposible aceptación.
Aparentemente, Enopión desea que Mérope encuentre un esposo. Este esposo
debe cumplir ciertos requisitos. ¿Pero cómo puede censurarse a un padre por
desear lo mejor para su retoño? De este modo, la posesividad inconsciente
del padre queda oculta bajo una máscara de buenas intenciones. Y este se
asegurará de que nadie sea nunca suficientemente bueno para su hija. Después
encuentra su justificación destruyendo (en forma sutil u obvia) todas las
relaciones potenciales que ella pueda iniciar, creyendo que en su corazón
conserva las mejores intenciones.
Orión se enfurece porque Enopión no deja de mover una y otra vez las metas
acordadas, y finalmente viola a Mérope. Este hecho le da a Enopión la excusa
perfecta para deshacerse del criminal. Pero, de todos modos, no tiene la
menor intención de desprenderse de su preciada hija, porque la quiere para
sí.
El gran poeta Jalil Gibrán (1883-1931) escribió en cierta ocasión que
nuestros hijos nacen de nosotros, pero no son nuestros. Sin embargo, un
padre que se siente sólo puede creerse justificado para tratar a su hija
como un objeto precioso que solo él puede poseer. Los jóvenes sólo pueden
seguir avanzando en la vida si sus mayores les dejan la vía libre. Si una
hija se deja llevar por los celos de su padre a tener que elegir entre el
padre y un amante, entonces su felicidad se verá arruinada y se amargará la
recompensa de su amor. A los hijos no se les debe forzar a tomar semejante
decisión; las presiones de los celos destrozarán los corazones de todos.
Cada padre tiene en su mano la llave de la plenitud de su hija, siempre que
le permita disfrutar de ambos amores: el del padre y el del esposo. Es un
reto difícil para cualquier padre, mas no obstante la recompensa es grande.
Pero es posible que debamos reconocer y dominar nuestras envidias y celos
secretos.
Como nos hace ver el mito, tales sentimientos son antiguos, universales y
esencialmente humanos. Sin embargo, la posesión habla básicamente de
ignorancia; y el amor y la ignorancia no pueden coexistir.
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