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El Opus Dei.
El Opus Dei, obviamente, no es una sociedad secreta, con figura jurídica de
prelatura forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia Católica, si
lo incluimos aquí es por ese halo de misterio y profundo desconocimiento que
lo envuelve, el enigma que encierra para el gran público en general y los
católicos en particular y la discreción de sus integrantes que raramente
manifiestan su pertenencia a la Institución, lo que ha llevado a algunas
persona a definirlo como la masonería blanca y a generar una leyenda de sus
influencias sociales y políticas.
Y si bien el Opus Dei no es una sociedad secreta, sí puede definirse como
una Institución discreta que cuenta con alrededor de 85.000 miembros
distribuidos por toda la faz de la Tierra sin declarar su pertenencia a la
Institución.
Fue fundado en Madrid el 28 de octubre de 1928 por el Beato José María
Escrivá Balaguer. La Obra, como gustan en llamar a esta Institución Católica
sus más allegados, tiene tres grados de integración o colaboración y una
pronunciada fraternidad entre ellos: Cooperadores, Supernumerarios y
Numerarios; Los cooperadores no son miembros propiamente dicho, sino
personas que cooperan con la Obra, son personas cercanas pero no admitidas
en la Obra. Éstos pueden, incluso, no ser católicos, pero ayudan o colaboran
de algún modo en algunas de sus empresas apostólicas o sociales. Son por lo
general hombres y mujeres que normalmente acuden a sus centros con
regularidad a recibir formación cristiana. Aunque mucho de estos
cooperadores nunca entran a formar parte del Opus Dei por esta fase se
inician la mayoría de los supernumerarios antes de ser aceptados como tales.
Los
supernumerarios son personas integradas en el diario quehacer de la
Institución, personas de la casa, cuentan con un preceptor y acuden
semanalmente a los retiros, instrucción y charlas en sus centros, pueden ser
casados y llevar una vida familiar normal, colaboran activamente con la
Institución y anualmente acuden a una o dos veces a convivencias en lugares
recogidos para profundizar en la vivencia personal de la búsqueda de Dios,
acuden diariamente a misa y se confiesan no menos de una vez por semana. La
diferencia más concreta con los numerarios es su carencia de disponibilidad,
ya que estos viven el espíritu de la Obra, según ellos, santificando las
circunstancias ordinarias de la vida, sin cambiar su estado familiar, social
y laboral.
Por último están los numerarios, hombres y mujeres célibes que entregan su
vida a la Obra, viviendo en comunidades separadas por sexos. Son los
numerarios la columna vertebral de la Orden, son generalmente licenciados
universitarios. A este estamento pertenecen los sacerdotes, los directores
de los centros y los máximos exponentes de la Obra, su disponibilidad es
total, se trasladan a requerimiento de la Obra a los lugares donde se crea
necesaria su presencia, hacen apostolado, entregando sus emolumentos a la
Orden y practicando una vida totalmente comunitaria. Muchos de ellos
trabajan en empresas de todo tipo, desempeñan profesiones liberales o se
dedican al trabajo en los propios centros de la Obra, manteniendo la
disponibilidad total ante la Institución.
Teóricamente, la finalidad de la Obra es vivir de acuerdo con su Fe, dando
ejemplo de un comportamiento cristiano, lo que le ha creado enormes
antipatías entre los propios católicos. Los mismos integrantes de la obra
piensan que muchos católicos dicen pertenecer a la Iglesia pero que no
practican su doctrina, y se amparan en la comodidad y las contradicciones de
los clérigos, que en demasiadas ocasiones predican un evangelio a la medida
de sus consumidores.
Curiosamente, el Opus Dei tiene sus mayores detractores en el mismo seno de
la Iglesia Católica, lo cual no está exento de una cierta envidia y un
cierto temor, ya que es perceptible que día a día su influencia es mayor en
el seno de la Iglesia y hoy, que se constata una retroceso general en la
vocaciones sacerdotales y en la vivencia comprometida de la fe, la Obra
sigue creciendo de forma inequívoca.
Su labor apostólica desde su génesis ha estado fundamentalmente dirigida a
los estudiantes de donde históricamente se han nutrido de nueva savia que ha
engrosado sus filas, les ayudan en sus estudios, fomentando el valor supremo
del trabajo y sembrando en ellos la búsqueda de Dios en todos sus actos. La
cosecha de décadas de dedicación al mundo de la enseñanza les ha dado frutos
muy valiosos, y quizás de ahí proviene esa imagen de elitistas y culta de la
que gozan.
Pocas instituciones universales contarán con personas más cualificadas en
las distintas ramas del saber que el Opus Dei, de donde emana esa
omnipresencia tan temida por el resto de las congregaciones católicas y el
apelativo de masonería blanca.
Quizás sea esta gran influencia en la sociedad lo que le ha proporcionado al
Opus Dei ese halo de misterio, el temor hacia ellos y esas críticas
soterradas de Sociedad Secreta de fines inconfesables que ha llevado a
algunos países, como Alemania, a prohibirlos, acusándolos de ser una secta y
que tras varias demandas legales, ganaron el derecho a establecerse en aquel
país.
Quienes se han acercado a ellos sin prejuicios han descubierto una
Institución volcada en buscar a Dios en el trabajo y la vida cotidiana,
obedientes con la Jerarquía Eclesiástica, consecuentes con los evangelios y
nada flexibles con los principios tradicionales del catolicismo.
Si hay algo más que desconocemos de la Obra, tal y como sus detractores
afirman, algún día se sabrá y sí así fuera, entonces sí tendrá méritos
propios para estar en esta sección de Sociedades Secretas, mientras, por
honestidad crítica, sólo podemos decir que es una Institución católica y
discreta en su afiliación. |
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