La necesidad de
trabajar. El significado del trabajo
El
trabajo es algo que puede ayudarnos a completar el sentido de nuestra vida,
siempre que sea coherente y se acople a nuestros deseos, tendencias y aptitudes.
El tiempo que dedicamos al trabajo ocupa una buena parte de nuestra existencia.
Es una fuente importantísima de satisfacciones y problemas que influye
notablemente en nuestro modo de ser. Se puede decir que algunas personas tienden
a elegir determinados trabajos en función de su personalidad, y al mismo tiempo,
que un trabajo u otro van a contribuir a modelar la personalidad de aquellos que
lo ejercen.
El
trabajo llena de sentido la vida porque sirve para encauzar en una dirección el
desarrollo de la personalidad. Mediante el trabajo sentimos que podemos ser
útiles a los demás, lo que aumenta nuestra autoestima al comprobar cómo la
sociedad valora, no sólo económicamente, nuestra labor. De este modo se facilita
la adaptación social, a la vez que se encuentra un medio para expresar nuestras
aptitudes creativas, la capacidad de esfuerzo, constancia, renuncia, etc.
Por otro
lado, el trabajo focaliza el ámbito de nuestros intereses y, generalmente,
enriquece nuestra vida de relación. Trabajar bien, hacer bien las cosas, suele
conllevar a una cierta satisfacción, que en algunos casos se aproxima a la del
triunfo, al tiempo que surgen estímulos que invitan a la propia superación,
sobre todo, en trabajos creativos o poco rutinarios. Trabajar sirve además para
lograr una independencia económica, que puede tener grandes repercusiones en
terrenos como el familiar, y que, en cualquier caso, facilita el que se tomen
con más seguridad algunas decisiones.
La falta
de trabajo, porque no se desea estar parado, suele provocar a medio o largo
plazo una profunda sensación de vacío existencial. Si el problema estriba en que
no se encuentra trabajo a pesar de desearlo, se generan sentimientos de
frustración, inutilidad u hostilidad hacia la sociedad en general,
favoreciéndose la desadaptación, la delincuencia o un retraso en la maduración
de la personalidad, ya que el trabajo favorece su desarrollo.
Por el
contrario, una exagerada dedicación al trabajo también puede ser expresión de un
trastorno psicopatológico. A veces, algunas personas dedican excesivo tiempo a
su trabajo, desatendiendo otras obligaciones, ocupaciones o intereses. Todo
parece estar justificado si no hacen esta cosa o aquélla por cuestión del
trabajo, parece que estuvieran absorbidos por su actividad profesional hasta el
punto de desatender parcelas tan importantes de la vida como el amor, la
familia, la cultura, etc. Si esta situación se prolonga bastante hay que pensar
que el trabajo se ha convertido en un refugio para escapar de problemas
importantes que necesariamente hay que abordar; o bien, que tiene una función
próxima a las actitudes narcisistas; el trabajo deja de tener una cierta
proyección sobre los demás para convertirse en un mero instrumento de
autoafirmación, e incluso de autocontemplación, desvirtuándose su finalidad
natural.