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LA MASTURBACIÓN EN EL
ADOLESCENTE
Con la irrupción de hormonas sexuales recorriendo todo el cuerpo de los
púberes, se incrementa la situación placentera de los varones y de las
chicas al tocarse los genitales. Y la masturbación calma las pulsiones
sexuales de muchos jóvenes (en el idioma alemán, a la masturbación se la
llama selbst befriedigung, que significa autopacificación).
Desde el punto de vista puramente médico, no hay evidencia alguna de que la
masturbación produzca daño corporal. La autoestimulación genital es mucho
más intensa y frecuente en los jóvenes coincidiendo con el máximo estirón
del crecimiento. Precisamente esta edad, entre los 1 3 y los 1 5 años, es el
período de mayor cambio físico en los varones, después del cual la
masturbación disminuye notablemente. Si bien este fenómeno es extremadamente
frecuente, muchos adolescentes, también sanos, no sienten necesidad de
hacerlo o lo rechazan conscientemente por diversos motivos, entre ellos el
religioso.
Este placer sexual solitario tiene significados diferentes según cada
persona, su tradición familiar, edad y circunstancia vital, por lo que es
difícil generalizar y dar respuestas válidas para todos, nos advierte el
doctor Esteves. En la temprana adolescencia está motivada por la curiosidad
de disfrutar un placer intenso, hasta entonces casi desconocido. Más
adelante puede ser vivida como una descarga de ansiedad o de tensiones. Ante
la imposibilidad de tener contactos sexuales reales, estos momentos permiten
al adolescente fantasear con su futuro papel sexual. Si más allá de esta
edad no termina de "pacificar" a quienes la practican, es precisamente
porque no se logra ese "compartir intimidades", que hace del placer un
generador de alegría de vivir.
La actitud docente frente a la masturbación sería la de reconocerla como
fuente de un intenso placer, de un "gustito", que está en el camino, en la
vía hacia un placer más completo y que satisface más a los seres humanos, al
poder compartirlo, como expresión del amor que se brindan. Se debería dar a
los adolescentes preocupados la posibilidad de hablar personalmente acerca
del tema con un adulto de su confianza, ya que verbalizar los temores o las
culpas puede aliviar notablemente la ansiedad. Para los adolescentes con
conciencia de falta grave según su religión, no debe dudarse en derivarlos a
un sacerdote o pastor que conozca en profundidad la psicología y el lenguaje
juvenil.
La masturbación, pues, puede ser considerada como una manera normal de
descubrir -a nivel privado- los impulsos sexuales y no tiene por qué ser una
fuente de temor sin fundamento. No hay que descalificar al adolescente que
se masturba, tachándole de falto de voluntad o de fracasado, ni tampoco hay
que banalizar el placer, haciendo propaganda de la autoestimación sexual. Da
que pensar que en la historia del arte erótico se encuentren innumerables
obras que representan relaciones sexuales y que sean casi desconocidas las
referidas al autoerotismo.
En el grupo singular de los adolescentes con retraso mental, la masturbación
puede presentarse inocentemente de una manera pública, requiriendo entonces
una paciente educación al respecto. También una mención aparte merece la
masturbación compulsiva (la realizada de una manera imperiosa, irrefrenable,
con una gran carga de ansiedad), que debe diferenciarse de la masturbación
aislada, aunque sea frecuente, ya que responde a una razón de ser
simplemente placentera. La masturbación compulsiva (aunque de por sí
inofensiva para el organismo) puede ser un síntoma que acompaña a
determinados trastornos psicoemocionales que precisan de tratamiento
específico. |
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