|
EL LIBRO DE LA VIDA
Una persona es lo que es su vida. Eso que continúa más allá de la muerte, es
la vida. Este es el significado del libro de la vida que se abre con la
muerte.
Un día cualquiera de nuestra vida, es realmente una pequeña réplica de la
totalidad de la vida. Por esto, si un ser humano no vive espiritualmente y
trabaja sobre si mismo hoy, no cambiará nunca. Cuando se afirma que se
quiere trabajar sobre si mismo, y no se trabaja hoy aplazándolo para mañana,
esta afirmación será un simple proyecto y nada más, porque en el hoy está la
réplica de toda nuestra vida.
"No dejéis para mañana lo que se puede hacer hoy mismo". Si una persona
dice: "Trabajaré sobre mi mismo, mañana", nunca trabajará sobre si mismo,
porque siempre habrá un mañana. Esto es muy similar a cierto aviso o letrero
que algunos comerciantes ponen en sus tiendas que dice "hoy no fío, mañana
sí". Cuando algún necesitado llega a solicitar crédito, topa con el terrible
aviso, y si vuelve al otro día, se encuentra otra vez con el letrero. Esto
se llama la "enfermedad del mañana", nunca cambiará.
Necesitamos con urgencia máxima, inaplazable, trabajar sobre nosotros mismos
hoy, no soñar perezosamente en un futuro o en una oportunidad
extraordinaria. Esos que dicen: "Voy antes a hacer esto o aquello y luego
trabajaré". Jamás trabajarán sobre si mismos, esos son los moradores de la
tierra mencionados en las Sagradas Escrituras.
Un poderoso terrateniente decía: "Necesito primero situarme económicamente y
luego trabajar sobre mí mismo". Cuando enfermó de muerte le preguntamos
¿Todavía quieres situarte económicamente?". "Lamento de verdad haber perdido
el tiempo", respondió. Días después murió, después de haber reconocido su
error. Aquel hombre tenía muchas tierras, pero quería adueñarse de las
propiedades vecinas, "situarse", con el fin de que su hacienda quedase
exactamente limitada por cuatro caminos.
"¡Basta a cada día su afán!", dijo Jesús. Debemos ser conscientes y obrar
apropiadamente ahora, en este segundo eterno. En ello queda comprendido el
autobservarnos hoy mismo, en lo tocante al día siempre recurrente, miniatura
de nuestra vida entera. Cuando un ser humano comienza a trabajar sobre si
mismo, hoy mismo, cuando observa sus disgustos y penas, marcha por el camino
de la Luz y del esclarecimiento.
No es posible eliminar lo que no conocemos. Debemos observar antes nuestros
propios errores. Necesitamos no sólo conocer nuestro día, sino también la
relación con el mismo. Hay cierto día ordinario que cada persona experimenta
directamente, excepto los sucesos insólitos, inusitados. Resulta interesante
observar la recurrencia diaria, la repetición de palabras y acontecimientos,
para cada persona, etc.
Esa repetición o recurrencia de eventos y palabras, merece ser estudiada,
pues nos conduce al autoconocimiento. |
|