Inventos de otros tiempos.
En un museo de El Cairo se exhibía un pequeño modelo de madera. Nadie tenía
dudas acerca de lo que representaba: una simple ojeada bastaba para
distinguir las alas, el plano de deriva, la cola y el sólido y voluminoso
cuerpo de algún tipo de avión. El cuerpo de este modelo tenía una longitud
de algo menos de 15 centímetros y su envergadura era algo mayor de 18
centímetros. Había sido construido con una madera de sicómoro, muy ligera, y
cuando uno lo disparaba al aire con la mano, volaba una corta distancia.

Planos del supuesto planeador egipcio que data del año 200 ac.
El
ver un modelo como éste en un museo de ciencia no hubiera sido una sorpresa.
Sin embargo este modelo ocupaba un lugar privilegiado en el Museo de
Antigüedades de El Cairo, y estaba fechado alrededor del año 200 a.C.
Esta
pieza antigua constituye un desafío notorio a nuestras ideas acerca del
desarrollo de la tecnología. Y es tan sólo uno de los innumerables enigmas
que replantean la discusión acerca de los conocimientos científicos y de
ingeniería de nuestros antepasados.
Cuando en 1898 -cinco años antes de que los hermanos Wright llevaron a cabo
con éxito su primer vuelo a motor- se encontró este modelo en una tumba de
la antigua ciudad egipcia de Saqqara, nadie lo relacionó con la idea del
vuelo artificial. Fue almacenado en una caja que contenía figuras de
pájaros. En 1969 lo redescubrió el doctor Kahlil Messiha, y quedó asombrado,
dada su evidente semejanza con un avión moderno.
Un
comité de expertos arqueólogos e ingenieros aeronáuticos estudiaron el
modelo. Destacaron el arco de sus alas -la curvatura de la superficie
superior que ayuda al avión a elevarse- y la inclinación hacia abajo de los
extremos de las mismas, que proporciona estabilidad. Llegaron a la
conclusión de que la pieza era un modelo a escala de un avión de tamaño
normal. Debía tratarse de un "planeador motorizado" diseñado para
transportar pesadas cargas a poca velocidad, probablemente a menos de 95
km/h. Podría haber sido impulsado por un motor montado en la parte trasera,
en el lugar donde ahora la cola del avión aparece rota.

Objetos originales de Sudamérica, entre los siglos V y VIII. Ambos tienen
una gran similitud con aviones actuales.
El
comité estaba tan convencido de la importancia de su hallazgo, que lo
colocaron en lugar destacado en el museo de El Cairo. En otras tumbas se
encontraron más de una docena de "planeadores" similares. ¿Podía tratarse
verdaderamente de modelos de antiguos aviones?
El
escepticismo que la mayoría de las personas expresan respecto a la idea de
antiguos aeronautas -posiblemente tan chocante como la idea de antiguos
astronautas- sufrió un duro golpe cuando se descubrió que también en
América, es decir, en el otro lado del mundo conocido, se habían hallado
modelos aéreos pertenecientes al primer milenio después de Cristo.
Los
supuestos modelos de aviones que han salido a la luz son una serie de
pequeños objetos ornamentales de oro, encontrados en Colombia, Costa Rica,
Venezuela y Perú. Un ejemplar fue descubierto en una colección de objetos de
arte antiguos de Colombia por Iván T. Sanderson, jefe de la Sociedad para la
Investigación de lo Inexplicado, en Estados Unidos. Se trataba de un
colgante de 5 centímetros de longitud. Los arqueólogos colombianos lo habían
clasificado de "zoomorfo", es decir, con forma de animal. Sin embargo, se
parece mucho más a un avión de caza a reacción con alas en forma de delta,
que a cualquier tipo de animal o pájaro. Posee unos apéndices triangulares
que se parecen muchísimo a las alas de varios tipos de modernos aviones
supersónicos, una cola pequeña y vertical, un plano de deriva, y a un lado
de éste hay incluso lo que parece ser un emblema. No obstante, este objeto
ornamental se atribuye a los sinu, un pueblo preincaico que floreció desde
el siglo V hasta el siglo VIII d. C.
Estos
objetos se parecen a los aviones a reacción; pero, ¿hasta qué punto nos
sirve de guía esta constatación? El emblema del plano de deriva del modelo
colombiano se parece a la letra B semítica. Algunos escritores han pasado de
este simple hecho a la conclusión de que este modelo procedía del Oriente
Medio.
Interpretaciones poco fundadas como esta última pueden llevar a algunas
personas a recelar de todas las afirmaciones arriesgadas acerca de objetos
antiguos. No obstante, es absolutamente necesario prestar atención a los
descubrimientos de objetos que "funcionan" y cuya fecha nos parece
imposible. El planeador de Saqqara constituye un ejemplo; igualmente
impresionante es la "batería de Bagdad".
Una
de las piezas de tecnología del pasado más impresionante es sin duda la
batería de Bagdad, data del año 250 ac.
La
parte exterior de la batería consiste en una simple vasija de barro, de algo
menos de 15 centímetros de altura. Está taponada con betún en el que se ha
montado un cilindro de cobre que penetra en la vasija unos 10 centímetros.
El cilindro consta de tiras de cobre soldadas, y está cubierto con una tapa
de cobre. En el interior del cilindro se encuentra una varilla de hierro,
que se ha corroído adrede tratándola con algún ácido. Esta vasija fue
hallada en Bagdad, y por lo visto data de la época de la dominación de los
partos en esta parte de Iraq, que duró desde 250 a.C. hasta 224 d.C.

Figura de oro antigua, que pudo ser galvanizada con energía eléctrica.
Electricidad antigua
Cuando en 1937 el arqueólogo Wilhelm Kónig descubrió casualmente esta pieza
en un museo de Iraq, inmediatamente se dio cuenta de cómo podría utilizarse
para generar voltaje eléctrico. Experimentos realizados algunos años después
con réplicas modernas del aparato confirman que pudo ser utilizado con este
fin. Para generar voltaje era necesario poner dentro del cilindro un líquido
adecuado. Podría haberse utilizado una gran variedad de líquidos, incluyendo
el ácido acético o ácido cítrico (los constitutivos básicos del vinagre y
del zumo de limón, respectivamente) o una solución de sulfato de cobre. Esto
habría generado un voltaje de 1 1/2 a 2 voltios entre el cilindro de cobre y
la varilla de hierro. Uniendo una serie de elementos de este tipo (formando
una "batería" en el sentido estricto de la palabra) se podría haber
aumentado sustancialmente el voltaje.
Lo
más probable es que los partos usaran la electricidad para la
galvanoplastía. El arte de dorar figurillas databa ya de siglos antes de
esta época. Puede que la batería se utilizara para producir voltaje entre la
estatuilla de metal y un lingote de oro mientras se sumergía a ambos en un
electrolito. El oro era transportado a través del liquido y se depositaba
sobre la superficie de la figura en forma de fina capa.
El
saber cómo generar una corriente eléctrica podría haber sido un
descubrimiento aislado. Los antiguos conocían la electricidad estática:
sabían que al frotar el ámbar (en griego, "elektron") éste atraía objetos
ligeros, como pelos o polvo. La técnica de generar corriente eléctrica -es
decir, carga eléctrica en movimiento- podría haber sido un descubrimiento
igualmente accidental y aislado. Parece que ninguno de los dos
descubrimientos condujo a un mayor desarrollo técnico ni al estudio de las
causas del fenómeno, a pesar de que algunos entusiastas afirman que los
partos -y antes que ellos los egipcios- empleaban luz eléctrica.
Engranajes de mas de 2000 años, los cuales parece que eran parte de un reloj
calendario y astrológico.
Sin
embargo, en la tecnología del pasado existen suficientes anomalías,
seriamente acreditadas, para que podamos estar seguros de que algunos de
nuestros antepasados llegaron a niveles tecnológicos asombrosamente altos.
En el
año 1900 unos buceadores encontraron los restos de un barco de al menos
2.000 años de antigüedad, cargado de tesoros y procedente de la isla griega
de Anticitera. Contenía estatuas de bronce y mármol, y es posible que
estuviera viajando hacia Roma cuando naufragó (alrededor del año 65 a.C.).
entre su cargamento se encontró una masa de madera y bronce. El metal estaba
tan corroído que tan sólo pudo verse con dificultad que se trataba de ruedas
de engranaje y escalas grabadas. Pero en 1954 Derek J. De Solía Price, de la
universidad de Cambridge, pudo finalmente deducir que se trataba de un
antiguo mecanismo de cálculo análogo, mucho más adelantado que todo lo que
hubo en Europa por espacio de varios siglos. En realidad, cuando estaba
nuevo, el mecanismo "debió de parecerse mucho a un buen reloj mecánico
moderno".

Recién en la época del renacimiento, se pudieron construir relojes con gran
cantidad de engranajes, en comparación con los encontrados de 2000 años de
antigüedad.
El
mecanismo estaba compuesto de por lo menos 20 ruedas de engranaje, apoyadas
en una serie de placas de bronce, todo ello montado dentro de una caja de
madera. Cuando se daba vueltas a un mango que atravesaba el lado de la caja,
las manecillas se movían a velocidades diferentes sobre esferas protegidas
por unas puertecillas. Las inscripciones explicaban cómo manejar el aparato
y cómo interpretar lo que marcaban las esferas.
El
mecanismo indicaba el movimiento de los cuerpos celestes: el Sol, la Luna y
los planetas que pueden verse sin ayuda de aparatos ópticos, como Mercurio,
Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Señalaba sus posiciones relativas en el
cielo con gran exactitud. Las manecillas indicaban también la hora.
En
palabras de Price, "en ningún lugar se ha conservado nada similar a este
instrumento. De ningún texto científico o alusión literaria se conoce nada
comparable a esto". Continúa diciendo que "parece probable que la tradición
de Anticitera formara parte de un amplio corpus de conocimientos que se
perdió para nosotros, pero que conocieron los árabes", ya que siglos más
tarde éstos construyeron calendarios mecánicos e inspiraron a los
constructores de relojes de la Europa medieval.
Sin
embargo, cabe preguntarse: ¿es posible que este corpus de conocimientos
contuviera algo más? ¿es posible que los antiguos dominaran unas fuerzas,
benévolas o malévolas, que no han permanecido vivas en la memoria de sus
descendientes? |