LA INTUICIÓN
Llamamos
intuición a la facultad de conocer cosas mediante un procedimiento distinto al
del conocimiento científico; es decir, a la facultad de conocer una cuestión
concreta sin que aparentemente existan razones sujetas a la explicación lógica
que lo justifiquen. Por tanto, la intuición tiene un cierto carácter mágico, más
o menos inexplicable, pero es una realidad. La intuición existe.
El
conocimiento científico nace como producto de un aprendizaje sujeto a las
razones de la lógica y a la comprobación experimental. Estas circunstancias
avalan formas de intervención, de actuación e incluso de predicción de futuro.
Esta forma de conocimiento nos da una gran seguridad y para algunos es la única
forma de conocimiento válida. Sin embargo, a veces se pueden saber cosas, sin
saber por qué, estando más o menos convencidos de que andamos en lo cierto.
El
aspecto mágico, inexplicable, de la cuestión puede ser lo que más nos hace dudar
de que podamos tener razón, ya que, aparentemente, no tiene fundamento. Esta es
la intuición, a través de la cual presentimos conceptos o futuros
acontecimientos que se cumplen afirmándonos en la realidad de ser más o menos
intuitivos. Algunas veces, la intuición puede ser más valiosa que el
conocimiento científico y racional. No había motivos para pensar que algo
saliese mal, pero lo intuíamos. Al final salió mal porque había una serie de
factores con los que no habíamos contado racionalmente, ¿cómo es posible que,
sin darnos cuenta, sepamos más de lo que podemos incluir dentro de lo razonable?
La
intuición está íntimamente relacionada con los procesos inconscientes y con la
denominada memoria experiencial. No solamente aprendemos de una forma
consciente, sino que las diversas experiencias que van surgiendo a lo largo de
nuestra vida e incluso las ajenas, de las que sin darnos cuenta tomamos buena
nota, configuran una serie de datos que poseemos inconscientemente sin que lo
sepamos. Ante un problema concreto, puede surgir una opinión que procede de
estos conocimientos aprendidos sin darnos cuenta y que albergamos en nuestro
inconsciente. Esta opinión puede ser correcta, aunque también podría ser
equivocada, pero no deja de tener cierto valor. Cualquier niño sabe que si tira
una piedra hacia lo alto, ésta caerá. Es una ley que ha aprendido
inconscientemente y está seguro de ello. El conocimiento científico consiste en
explicar el fenómeno y extraer leyes generales, como la ley de la gravedad.
Ambas formas de conocimiento son legítimas y pueden resultar muy útiles.
Posiblemente, aprendamos en cada momento, en cada situación, mucho más de lo que
conscientemente pensamos. Si una persona no nos gusta cuando la vemos por
primera vez, sin que sepamos, en principio, por qué motivo, puede ser que tenga
gestos, actitudes, etc., que ya vimos en otras personas anteriormente y que
identificamos con formas de ser que no nos agradan. No lo podemos explicar
racionalmente, pero muchas veces comprobamos, tiempo más tarde, que nuestra
primera impresión fue acertada. A veces es preferible fiarse más de la primera
impresión que tenemos que de una larga serie de juicios críticos posteriores,
sometidos a un análisis racional. Otras veces, no.
Decimos
que hay personas más intuitivas que otras, y es cierto. Las mujeres y las
personas muy observadoras tienen fama de tener más intuición que las personas
más cerebrales. También hay personas que actúan más en consecuencia de lo que
les dicta su intuición y otras que actúan más a través de convicciones
racionales.