|
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
El término "inteligencia emocional" fue utilizado por vez primera por P.
Salovey y J. D. Mayer en 1990. Con tal expresión los autores se referían a
un tipo de habilidad compleja, necesaria para gestionar adecuadamente las
emociones, que permitía que niños que no disponían de un cociente
intelectual (CI) alto, medido a partir de pruebas clásicas de evaluación de
la inteligencia, y claramente inferior al de otros compañeros, consiguieran
puntuaciones de excelencia académica y, además, mejores relaciones
interpersonales. La tesis que mantenían Salovey y Mayer, a partir de sus
investigaciones, era que para obtener éxitos académicos en la actualidad no
es suficiente disponer de habilidades cognitivas, medidas a través del CI,
sino que se requiere de las llamadas habilidades de gestión emocional,
necesarias para manejar eficazmente tanto las emociones propias, como las de
los demás.
En cualquier caso, el conocimiento extensivo del término tiene lugar a
partir de la publicación, en 1995, del texto Inteligencia emocional, del
psicólogo, periodista y divulgador norteamericano Daniel Goleman. Desde su
aparición, esta obra se ha convertido en uno de los fenómenos literarios de
los últimos años, habiéndose traducido a más de treinta idiomas y vendido
más de cuatro millones de ejemplares en todo el mundo.
El éxito editorial y comercial de la obra ha dado pie a numerosas
publicaciones sobre el mismo tema, algunas de las cuales han sido firmadas
por el mismo autor, D. Goleman, como es el caso de La práctica de la
inteligencia emocional, que vio la luz en 1998, y que fue acogida también
con gran aceptación por parte de los lectores.
Es precisamente en esta segunda obra en la que el autor hace referencia
explícita a las competencias concretas que conforman dicha inteligencia
emocional, y que son recogidas por él del siguiente modo (op. ctí.,pp.
50-51):
Competencias de la Inteligencia emocional
Competencias personales
Determinan el modo en que nos relacionamos con nosotros mismos.
• Conciencia de uno mismo: de nuestros propios estados internos, recursos e
intuiciones.
• Conciencia emocional: reconocer las propias emociones y sus efectos.
• Valoración adecuada de uno mismo: conocer las propias fortalezas y
debilidades.
• Confianza en uno mismo: seguridad en la valoración que hacemos sobre
nosotros mismos y sobre nuestras capacidades.
• Autorregulación: implica el control de nuestros estados, impulsos y
recursos internos.
• Autocontrol: capacidad de manejar adecuadamente las emociones y los
impulsos conflictivos.
• Confiabilidad: fidelidad al criterio de sinceridad e integridad.
• Integridad: asunción de la responsabilidad de nuestra actuación personal.
• Adaptabilidad: flexibilidad para afrontar los cambios.
• innovación: sensación de comodidad y disponibilidad ante las nuevas ideas,
enfoques e información.
Motivación: contemplan las tendencias emocionales que guían
o facilitan el logro de nuestros objetivos.
• Motivación de logro: esforzarse por mejorar o satisfacer un determinado
criterio de excelencia.
• Compromiso: secundar los objetivos de un grupo u organización.
• Iniciativa: prontitud para actuar cuando se presenta la ocasión.
• Optimismo: persistencia en la consecución de los objetivos a pesar de los
obstáculos y los contratiempos.
Competencias sociales
Determinan el modo en que nos relacionamos con los demás.
• Empatía: se refiere a la conciencia de los sentimientos, necesidades y
preocupaciones ajenas.
• Comprensión de los demás: tener la capacidad de captar los sentimientos y
los puntos de vista de otras personas e interesarnos activamente por las
cosas que les preocupan.
• Orientación hacia el servicio: anticiparse, reconocer y satisfacer las
necesidades de los clientes.
• Aprovechamiento de la diversidad: sacar fruto de las oportunidades que nos
brindan diferentes tipos de personas.
• Conciencia política: capacidad de darse cuenta de las corrientes
emocionales y de las relaciones de poder subyacentes en un grupo.
• Habilidades sociales: alude a la capacidad para inducir respuestas
deseables en los demás.
• Influencia: utilizar tácticas de persuasión eficaces.
• Comunicación: emitir mensajes claros y convincentes.
• Liderazgo: inspirar y dirigir a grupos y personas.
• Catalización del cambio: iniciar o dirigir los cambios.
• Resolución de conflictos: capacidad de negociar y resolver conflictos.
• Colaboración v cooperación: ser capaces de trabajar con los demás en la
consecución de una meta común.
• Habilidades de equipo: ser capaces de crear la sinergia grupal en la
consecución de metas colectivas.
Si bien es cierto que todos y cada uno de los elementos recogidos en la
relación previa no representan especial novedad en el ámbito de la
psicología teórica y aplicada, sí constituyen una aportación interesante
como compendio, que facilita una visión comprensiva y práctica de lo que es
la inteligencia emocional, y marca los contenidos concretos a abordar en la
adquisición de las competencias que la constituyen. |
|