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LA INDIVIDUALIDAD
Creerse "uno" es, ciertamente, una equivocación fruto de la ignorancia.
Pero, desafortunadamente, esta vana ilusión existe dentro de cada uno de
nosotros. Siempre pensamos de nosotros mismos lo mejor, jamás se nos ocurre
comprender que ni siquiera poseemos una individualidad verdadera.
Lo peor del caso es que hasta nos damos el lujo falso de suponer que cada
uno de nosotros goza de plena consciencia y voluntad propia. ¡Pobres de
nosotros! ¡Qué necios somos! No hay duda de que la ignorancia es la peor de
las desgracias.
Dentro de cada uno de nosotros existen muchos miles de individuos
diferentes, sujetos distintos, yoes o gentes que riñen entre si, que se
pelean por la supremacía de los centros del ser humano y que no tienen orden
o concordancia alguna. Si fuéramos conscientes, si despertáramos de tantos
sueños y fantasías, cuan distinta sería la vida... Pero, para colmo de
nuestro infortunio, las emociones negativas y las autoconsideraciones y el
amor propio, nos fascinan, nos hipnotizan, jamás nos permiten vernos a
nosotros mismos tal como somos.
Creemos tener una sola voluntad cuando en realidad poseemos muchas
voluntades diferentes. (Cada Yo tiene la suya).
La tragicomedia de toda esta multiplicidad interior resulta pavorosa. Las
diferentes voluntades interiores chocan entre si, viven en conflicto
continuo, actúan en diferentes direcciones. Si tuviéramos una verdadera
individualidad, si poseyéramos una unidad en vez de una multiplicidad,
tendríamos también continuidad de propósitos, consciencia despierta,
voluntad particular, individual y personal.
Es necesario que nos transformemos. Cambiar es lo indicado, y debemos
empezar por ser sinceros con nosotros mismos. Necesitamos hacer un
inventario psicológico de nosotros mismos para conocer lo que nos sobra y lo
que nos falta. Es posible conseguir una individualidad, pero si creemos
tenerla cuando en realidad no es así esta posibilidad desaparecerá. Es
evidente que jamás trabajaríamos arduamente por conseguir algo que creemos
tener. La fantasía nos hace creer que somos poseedores de la individualidad
y hasta existen en el mundo quienes así lo enseñan.
Es urgente luchar contra la fantasía, ésta nos hace aparecer como si
fuéramos esto, o aquello, cuando en realidad somos miserables,
desvergonozados y perversos. Pensamos que somos seres humanos, cuando en
verdad somos tan solo mamíferos intelectuales desprovistos de
Individualidad. Los mitómanos se creen dioses, mahatmas, etc., sin sospechar
siquiera que ni siquiera tienen mente individual ni voluntad consciente. Los
ególatras adoran tanto a su querido ego que nunca aceptarían la idea de la
multiplicidad de egos dentro de si mismos. Los paranoicos, con todo el
orgullo clásico que les caracteriza, ni siquiera leerán estas palabras.
Es indispensable trabajar incansablemente contra la fantasía acerca de
nosotros mismos, si es que no queremos ser victimas de emociones
artificiales y de experiencias falsas que, además de ponernos en situaciones
ridículas, detienen toda posibilidad de desarrollo interior y de
transformación. El ser humano está tan hipnotizado por su fantasía que sueña
que es león o águila cuando en verdad no es más que un vil gusano del lodo
de la tierra. El mitómamo jamás aceptaría estas afirmaciones, él se siente
archihierofante digan lo que digan; sin sospechar que la fantasía es
meramente nada, nada sino fantasía.
La fantasía es una fuerza real que actúa universalmente sobre la humanidad y
que mantiene al ser humano en un estado de sueño, haciéndole creer que ya es
un ser humano, que posee verdadera individualidad, voluntad, consciencia
despierta, mente particular, etc. Cuando pensamos que somos uno no podemos
movernos de donde estamos, permanecemos estancados y, por último,
degeneramos, involucionamos. Cada uno de nos se encuentra en determinada
etapa psicológica, y no podremos salir de la misma si no descubrimos
directamente a todas esos entes o yoes que viven dentro de nuestra persona.
Está claro que mediante la autoobservación íntima podremos ver a las gentes
que viven en nuestra psiquis y que necesitamos eliminar para lograr la
transformación radical.
Esta percepción, esta autoobservación, cambia fundamentalmente todos los
conceptos equivocados que sobre si mismos que teníamos y como resultado
alcanzamos la evidencia del hecho concreto de que no poseemos verdadera
Individualidad. Mientras no vivamos conscientemente, mientras no nos
autoobservemos, viviremos en la ilusión de que somos uno y, en consecuencia,
nuestra vida será equivocada.
No es posible relacionarnos correctamente con nuestros semejantes mientras
no se realice un cambio interior en el fondo de nuestra psiquis.
Cualquier cambio íntimo exige la eliminación previa de los yoes que llevamos
dentro. De ninguna manera podríamos eliminar tales yoes si no los observamos
en nuestro interior y los comprendemos totalmente.
Aquellos que se sienten uno, que piensan de si mismos lo mejor, que nunca
aceptarían la doctrina de los muchos yoes, tampoco desean observar a los
yoes y, por lo tanto, cualquier posibilidad de transformación se hace en
ellos imposible.
No es posible cambiar si no se disuelve el ego. Pero quien se siente
poseedor de la individualidad si aceptase que debe disolver los egos,
ignoraría realmente que es lo que debe eliminar. Sin embargo, no debemos
olvidar que quien cree ser uno, autoengañado cree que sí sabe lo que debe
eliminar, más en verdad ni siquiera sabe que no sabe. Es un ignorante
ilustrado.
Necesitamos "desegoitizarnos" para "individualizarnos", pero quien cree que
posee la Individualidad es imposible que pueda desegoistizarse. La
individualidad es sagrada, y es muy raro encontrar a alguien que la tenga,
aunque todos piensan que la tienen. ¿Cómo podríamos eliminar "yoes", si
creemos que tenemos un "yo" Único? Ciertamente sólo quien jamás se ha
autoobservado seriamente piensa que tiene un yo único.
Debemos ser muy claros en esta enseñanza porque existe el peligro
psicológico de confundir a la individualidad auténtica con el concepto de
alguna especie de "yo superior" o algo por el estilo. La individualidad
sagrada está mucho más allá de cualquier forma de "yo", es lo que es, lo que
siempre ha sido y lo que siempre será. La legítima individualidad es el Ser
y la razón de Ser del Ser, es el mismo Ser. Debemos distinguir entre el Ser
y el yo. Quienes confunden al yo con el Ser, ciertamente nunca se han
autoobservado seriamente.
En tanto continúe la Esencia, la consciencia, embotellada entre todo ese
conjunto de yoes que llevamos dentro, el cambio radical será algo más que
imposible.
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