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Enfermedades físicas.
1) En primer lugar, se debe distinguir la depresión mayor primaria de la
depresión de naturaleza psicosocial secundaria a una enfermedad física.
2) En segundo lugar, la depresión puede presentarse con síntomas físicos.
3) En tercer lugar, la depresión puede ser el resultado directo de un
problema biológico o fisiológico inducido por una enfermedad física o por
drogas (síndrome de estado de ánimo orgánico).
En el primer caso, la depresión es una reacción psicológica a la incapacidad
o malestar secundarios a una enfermedad física grave. En este caso, los
síntomas psicológicos son los importantes para realizar el diagnóstico,
tales como los sentimientos de debilidad, la disminución del interés social,
aislamiento o disminución del habla, el llanto, la culpa, la melancolía, el
pesimismo, la ideación suicida o la pérdida del deseo de vivir. Los síntomas
menos importantes en estos casos son la pérdida de apetito, los problemas
del sueño y la disminución de la función cognitiva y el nivel de energía o
el retardo psicomotor.
En el segundo caso, la persona deprimida presenta un elevado número de
quejas somáticas tales como dificultades en el sueño, pérdida de energía, de
apetito, mientras que niega tener un estado de ánimo depresivo. En una
población como ésta donde se presenta una alta tasa de problemas físicos no
detectados y crónicos, éste es el tipo de depresión más difícil de
diagnosticar. Para ello debería realizarse una evaluación médica completa y
un seguimiento que revele que no hay causa orgánica para estos síntomas.
En el tercer caso, el estado de ánimo deprimido es el resultado de cambios
metabólicos o fisiológicos corporales inducidos por una enfermedad o una
droga. Una enfermedad física no tratada puede causar pérdida de energía,
disminución del apetito o el peso, cambios cognitivos, retraso psicomotor y
también síntomas psicológicos tales como el estado de ánimo deprimido, la
pérdida de interés y la ideación suicida que se presenta en los pacientes
agitados con delirios. En estos casos, estos síntomas desaparecen cuando la
enfermedad es tratada con éxito o la droga es retirada. Sin embargo, en
algunos casos cuando la enfermedad es grave y no puede ser curada (como en
algunos trastornos neurológicos, el cáncer invasivo, un problema cardíaco en
fase terminal, una enfermedad renal o el cáncer de pulmón) y los
tratamientos biológicos para la depresión pueden ser de alguna ayuda, los
datos de la literatura especializada afirman que la eficacia de éstos es
bastante limitada.
Por lo que respecta a la asociación entre la depresión y un diferente número
de enfermedades se deben señalar la enfermedad de Parkinson, tumores y
derrames cerebrales, aneurismas, trastornos metabólicos como el
hipertiroidismo, la diabetes, la anemia o las enfermedades de Wilson,
Addison o Cushing, problemas cardiovasculares como el fallo cardíaco
congestivo, el infarto de miocardio, la hipertensión, la enfermedad de
Huntington, el cáncer de páncreas, la esclerosis múltiple, el SIDA, la
neumonía y la artritis reumatoide y la epilepsia.
Sin embargo, no debe olvidarse que los estudios que han incluido una
relación de los trastornos crónicos o los trastornos graves generalmente no
han encontrado pacientes con un trastorno específico que sean
particularmente vulnerables a la depresión. En muchos casos, más que el
propio diagnóstico, son el nivel de incapacidad funcional y el deterioro de
las actividades diarias, así como la reacción psicosocial a éstos, las
variables más importantes. |
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