|
EL CANNABIS: LA DROGA ILEGAL MÁS CONSUMIDA
De la planta herbácea Cannabis sativa, productora del cáñamo de uso textil,
en su variedad índica (cáñamo índico), se aprovechan la resina, las hojas y
las estructuras de las flores femeninas para la elaboración de la droga
ilegal, que puede generar dependencia, y es la más consumida del mundo
occidental. Porros, hierba, canutos, petardos, petas... son algunos de los
nombres en argot de esta droga.
Cuando se habla de consumo de cannabis se suele hacer referencia al consumo
de la resina de esta planta (se vende en pequeñas pastillas como de
"chocolate") mezclada con tabaco. A esta resina se la llama hachís. Mientras
que el consumo de marihuana (hojas y flores de la planta femenina desecada y
troceada hasta el tamaño de picadura) es más minoritario. Hasta los años
sesenta, en España existía un cierto tráfico y consumo de "grifa", un
triturado de tallos y hojas de la planta, y a finales de esa década comenzó
a extenderse el uso de hachís entre los jóvenes. Ocasionalmente se consume
el tetrahidrocannabinol-delta-9 (THC) purificado, que es el principal
ingrediente psicoactivo de todas estas formas de presentación.
La potencia psicoactiva de estos productos está en función de su contenido
en THC, siendo hace años de un 5-12 % sobre el peso en el hachís y de un 1-5
% en la marihuana. Aunque, en la actualidad, el contenido de THC se ha
incrementado significativamente y la mayor potencia de la marihuana actual
puede que esté contribuyendo a un aumento en la dependencia del cannabis y
en los trastornos que produce esta droga (el contenido de THC de la
marihuana que era aproximadamente de un 1-5 % a finales de la década de los
sesenta, alcanzó una media de un 10-15 % a mediados de la década de los
ochenta).
La vía de consumo más utilizada es la de fumarla. También se puede consumir
por vía oral, en forma líquida (chastri, licor egipcio) o sólida, mezclada
con comida (en tartas, pasteles y mermeladas). El THC es una sustancia
liposoluble, que se impregna en las grasas del cuerpo (a diferencia de otras
drogas, la mayoría de las cuales son hidrosolubles y se disuelven en los
líquidos corporales eliminándose más rápidamente), las cuales tienen un gran
poder de difusión dentro del organismo, entrando en su metabolismo y
eliminándose muy lentamente. Se necesita que transcurran, al menos, 30 días
consecutivos de abstinencia para que se elimine en el organismo el principio
activo del cannabis, cualquiera que sea la dosis consumida, aunque sea un
solo porro. Probablemente debido a la larga vida de los derivados del
cannabis (cannabinoides) en el organismo, no se han descrito casos de
fuertes síndromes de abstinencia. Casi inmediatamente después de fumar
marihuana ya se notan sus efectos, con un punto culminante a la media hora,
y la duración total de los efectos es de unas 3 horas. Si se ingiere por vía
oral tiene una absorción más lenta y sus efectos duran hasta 4 horas.
Tras el consumo aparece cierta euforia, con una sensación progresiva de
bienestar corporal, tendencia a la risa, comunicación fácil y mayor
capacidad de sugestión. Subjetivamente se agudizan todas las percepciones,
especialmente las visuales y auditivas (esto facilitaría el disfrute de la
música, la pintura y espectáculos audiovisuales). Se altera la percepción
del espacio y la medida del tiempo, así como la memoria inmediata. Es
dificultosa la realización de tareas concretas y el aprendizaje de las
mismas. Hay desinhibición, que se acentúa más en el área de la fantasía y de
las exposiciones verbales que en las manifestaciones de la conducta. Después
de la euforia aparece sedación y somnolencia (es habitual que los
consumidores de cannabis prefieran la utilización nocturna con el fin de
relajarse y facilitar la conciliación del sueño). Los síntomas físicos más
habituales tras el consumo son la aparición de taquicardia, enrojecimiento
de los ojos (irritación conjuntival) y sequedad de boca y garganta.
Muchos consideran al cannabis como una sustancia con un bajo potencial de
abuso y creen que es muy improbable que su uso continuado cause algún
problema (también hay investigadores que dicen lo contrario). Generalmente,
la dependencia o el abuso de cannabis se desarrolla con el consumo repetido
a lo largo de un período de tiempo considerable (es raro que se instaure
rápidamente tras el consumo inicial). En el abuso de cannabis, el joven
consume la sustancia de forma episódica, pero presenta una conducta
desadaptativa evidente, como, por ejemplo, conducir bajo los efectos de la
intoxicación, similar a una borrachera al volante.
Claro que, a veces, lo que pretende ser una aventura aislada y placentera
entre un grupo de amigos adolescentes puede convertirse en "un mal viaje o
mal rollo" para un determinado consumidor. Quizá porque éste tenga una baja
tolerancia a la droga, o una personalidad excesivamente rígida, o
antecedentes de trastornos psicóticos, la cuestión es que puede presentar un
cuadro de intoxicación por cannabis o un trastorno delirante por cannabis,
con una alteración paranoide (en el argot le llaman "la para") aguda de tipo
persecutorio, con sensación de que se capta el pensamiento ("noto que me
intentan comer el coco", dicen), que produce gran inquietud. También se
puede dar un cuadro clínico de características evidentemente psicóticas (se
habla incluso de una psicosis cannábica, aunque está en discusión), o un
frecuente síndrome amotivacional (también conocido como "letargo mental"),
más propio de consumidores crónicos, con apatía, falta de interés e
inexpresividad facial, sin contar las alteraciones hormonales que produce el
cannabis en el ciclo reproductor (por su acción como hormona estrógena),
pudiéndose presentar casos de esterilidad femenina y masculina, e incluso
ginecomastia (aumento del tamaño de las mamas) en los adolescentes varones,
así como inhibir la hormona del crecimiento.
Una señal de alarma ha sido el descubrimiento de que el consumo prolongado
de cannabis prepara químicamente al cerebro para la adicción a drogas de
efectos más perniciosos, como la heroína y la cocaína.
Intoxicación por cannabis.
• Euforia excesiva, con risas inapropiadas y manifestaciones de
grandiosidad.
• Ansiedad, que puede ser muy severa.
• Suspicacia o ideas paranoides (persecutorias, de control, etc.).
• Sensación de lentitud en el paso del tiempo (por ejemplo, 5 minutos pueden
parecer una hora).
• Deterioro de la capacidad de juicio y retraimiento social.
• Ataques de angustia (paníc attacks).
• Despersonalización o desrealización (puede creer que está muriéndose o
volviéndose loco).
• Afectación de la actividad mental y de la memoria inmediata.
• Estado de ánimo deprimido.
• Apatía, sedación y letargo.
• Pérdida de fuerza muscular e incoordinación de movimientos.
• Aumento exagerado del apetito, muchas veces de comidas sin valor nutritivo
o "comida basura". |
|