El
donjuanismo es un patrón de comportamiento similar al del mítico Don
Juan. En
España es el Don Juan de Zorrilla el más conocido, pero en la literatura podemos
encontrar otros famosos «donjuanes» como los creados por Molière, Tirso de
Molina, Lord Byron o el de la ópera de Mozart. La principal característica del
donjuanismo consiste en un exagerado afán de conquistar el mayor número posible
de mujeres, pero sin que la relación establecida se mantenga, ya que una vez se
ha logrado la conquista el interés desaparece. En un sentido amplio se puede
decir que también se pueden producir este tipo de conductas entre las mujeres
(aunque son menos frecuentes) y desde luego, entre los homosexuales. Entre los
homosexuales masculinos, el donjuanismo es un fenómeno corriente.
Hipersexualidad y promiscuidad sexual pueden verse asociadas a menudo con el
donjuanismo, pero este último es una anomalía mucho más compleja sobre la que se
han dado varias interpretaciones. Rank interpretaba el donjuanismo como un
constante intento de encontrar la mujer ideal. Guiora lo relacionaba con el
complejo de Edipo: el «donjuán» buscaría continuamente relaciones maternales con
otras mujeres. Marañón entendía que Don luan tenía una gran dificultad para
establecer relaciones amorosas francas, profundas y duraderas con las mujeres
que conquistaba, por un cierto fondo de homosexualidad, en contraposición con
Amiel, que evita consumar sexualmente sus conquistas por miedo a que se rompa la
imagen idealizada que tiene de la mujer. Luisada y Poltard estudiaron un buen
número de casos de donjuanismo y vieron que muchos obedecían a una personalidad
histérica. No encontró en sus casos de donjuanismo hipersexualidad, impotencia
sexual sin causa orgánica y falta de emociones en las relaciones sexuales con
las personas del sexo opuesto, con lo que vio que en muchos de sus casos, el
donjuanismo se debía más bien a un esfuerzo para probarse a sí mismos en este
terreno.
Se puede
pensar, entonces, que el donjuanismo puede tener varios orígenes, y que por
tanto, puede haber diversos tipos de donjuanes. Pero en términos globales, se
puede decir que generalmente el clásico Don Juan es una persona inmadura, de
hecho, el donjuanismo es muy frecuente durante la adolescencia, y obedece a un
afán por conocer al sexo opuesto e incluso por conocer la sexualidad en sí
misma. Las sucesivas conquistas pueden constituir una fuente de autoafirmación,
ya que servirían para mantener o incrementar el juicio del propio valor. El mero
hecho de ser querido o aceptado en el terreno afectivo o meramente sexual por
otras personas se interpreta como que uno es portador de una serie de valores.
Incluso a veces se recurre a conductas de este tipo para confirmar que todavía
se es joven o atractivo. Detrás de este tipo de comportamientos se esconde
siempre un fondo de inseguridad en sí mismo, y patrones de personalidad de tipo
neurótico o narcisista. Se trata de una anomalía en cuanto que no se pretende
entablar una relación afectiva franca y duradera, no se quiere, pues, a esa
persona, sino que ésta se convierte en un mero objeto capaz de proporcionar un
incremento de la autoestima.
En las
personalidades muy inmaduras, es frecuente que al lograr la conquista amorosa,
ésta pierde automáticamente su valor, precisamente porque se viven como una
posesión y no como una relación entre dos en la que no se posee a nadie, sino
que se basa fundamentalmente en dar y compartir. Los donjuanes tienen
generalmente una gran dificultad para entregarse realmente en sus relaciones
afectivas. Muchas veces se comportan durante las mismas de forma teatral, como
si representasen un papel de una obra de teatro (histrionismo), lo que es
extraordinariamente frecuente entre las personalidades histéricas y narcisistas.
Estos mismos patrones se pueden aplicar al campo del donjuanismo entre personas
homosexuales o bisexuales.