LA CONTAMINACIÓN
LUMÍNICA
Esta
contaminación se refiere a toda luz que no es aprovechada para iluminar el
suelo y las construcciones, aunque pretenda hacerlo.
En 1891 la ciudad riojana de Haro pudo presumir de ser la primera en España
en contar con iluminación eléctrica en sus calles. De ahí surgió el dicho
del viajero que se acerca a su destino y advierte "ya estamos en Haro que se
ven sus luces". Aunque la anécdota resulte divertida, el hecho es que,
transcurrido más de un siglo desde entonces, el aviso ha tomado tintes de
cruda realidad: las potentes luces de las ciudades ocultan el cielo, o lo
que es lo mismo, la contaminación lumínica es cada vez más fuerte, y la gran
mayoría de los ciudadanos no somos conscientes de que estamos sometidos a
este tipo de polución. Ocurría con la contaminación acústica algo semejante,
pero sus perjuicios, menos sutiles, fueron rápidamente percibidos cuando
comenzó hablarse de ella. El exceso de luz no molesta de una forma tan
inmediata como el de ruido, pero es evidente que resulta no sólo un derroche
energético y económico, ya que se utiliza la mayor parte de la luz en
iluminar lo no necesario, sino que también supone un atraso cultural -se
oculta el firmamento a los hombres y mujeres que viven sumergidos en él- y
un perjuicio medioambiental -se desplaza a la fauna nocturna o se prescinde
de ella-. Luchar contra esta contaminación necesita de la voluntad,
colectiva y particular, de romper con errores cotidianos en la elección y
diseño de la red luminosa de ciudades, carreteras e, incluso, viviendas
particulares o urbanizaciones que imitan la iluminación de una urbe.
Luz no aprovechada.
El Instituto de Astrofísica de Canarias, centro puntero en el estudio y
divulgación de medidas para combatir la contaminación lumínica, la describe
como "el brillo o resplandor de luz en el cielo nocturno, producido por la
reflexión y difusión de luz artificial en los gases y en las partículas del
aire por el uso de luminarias inadecuadas y excesos de luminación". En otras
palabras, esta contaminación se refiere a toda luz que no es aprovechada
para iluminar el suelo y las construcciones, aunque pretenda hacerlo. Puede
suceder que el haz luminoso no sea dirigido hacia abajo, o que la radiación
luminosa sea de una longitud de onda que el ojo humano no percibe y esa luz
escape rumbo al cielo, contaminando la atmósfera.
Iluminación de las vías publicas.
En las últimas décadas nos hemos acostumbrado a que la iluminación de la
noche imite a la luz del día. El problema radica en que se está realizando
de forma incorrecta, lo que supone un considerable malgasto de energía y la
pérdida del firmamento nocturno. Pero, además, cualquier ciudadano puede
comprobar que incluso oculto el sol, una luz indeseada y procedente del
exterior invade su vivienda, lo que constituye un factor perturbador del
descanso nocturno, a pesar de que nos hemos acostumbrado. El deslumbramiento
en la vía pública afecta, asimismo, a viandantes pero también a
automovilistas -lo que resulta más peligroso- y se deriva del mal diseño de
las instalaciones de alumbrado y representa, a la postre, un perjuicio para
la seguridad vial.
El ahorro empieza en la planificación.
Y es que, hasta ahora, en los proyectos de urbanización no se ha primado que
el alumbrado público incorpore las medidas necesarias para reducir la
contaminación lumínica. Tampoco se ha pensado en ello al adquirir un nuevo
sistema de alumbrado para sustituir el antiguo e iluminar con él no más sino
mejor, de la forma más eficiente y sólo allí donde es realmente necesario,
es decir, en el suelo. Además, el gasto energético de una instalación de
alumbrado público a lo largo de su vida útil viene a ser el doble de lo que
costó su instalación. Por lo tanto, las inversiones realizadas para mejorar
la eficiencia energética y disminuir la contaminación lumínica redundarán en
un importante ahorro económico y energético.
Impacto en la fauna y flora.
Diversos estudios científicos elaborados tanto en España como en el
extranjero han puesto de manifiesto los efectos perniciosos sobre la fauna y
flora nocturnas de una iluminación mal diseñada. Estos efectos conciernen a
aves (tanto migratorias como no migratorias), a mamíferos voladores y, sobre
todo, a insectos nocturnos. Más del 90% de las especies de lepidópteros son
de costumbres nocturnas, y de su existencia dependen muchas especies de
plantas con flores que se abren de noche, así como multitud de depredadores.
Al perturbar la vida de los insectos nocturnos se está desequilibrando la
base de la cadena trófica.
Esta contaminación también implica cierta dosis de inseguridad vial. Debido
a que el ojo humano se adapta lentamente a una zona oscura cuando proviene
de otra muy iluminada, los alumbramientos mal proyectados de algunos tramos
de carretera provocan en los conductores deslumbramientos. Para evitarlo,
los expertos recomiendan utilizar alumbrados de transición que gradualmente
pasan de un nivel de iluminación a otro y permiten una adaptación del ojo
humano a zonas con diferentes niveles de luz.
La astronomía, otra perjudicada.
Resulta sorprendente descubrir que los avances tecnológicos en el siglo XXI
pueden ir en detrimento de la astronomía moderna. Aunque las nuevas
generaciones de telescopios de 4 metros, equipados con sensibles detectores
electrónicos, posibilitan observar objetos que están 250 millones de veces
más distantes que las estrellas más lejanas que pueda distinguir el ojo
humano (esto equivale a detectar la luz de una sola vela a una distancia de
100.000 kilómetros), los astrónomos no sólo necesitan grandes máquinas de
lentes muy potentes, también precisan de cielos más oscuros, cada día más
difíciles de encontrar.
Por qué hay que combatir la contaminación lumínica.
• Disminuye el consumo energético e indirectamente el consumo de
combustibles.
• Protege al medio ambiente nocturno ya que devuelve a la naturaleza
estadios de hábitat original, al tiempo que se protegen las aves y mamíferos
nocturnos.
• Se reduce el deslumbramiento de los conductores, con lo que se aumenta la
seguridad vial.
• Se colabora con la visibilidad nocturna, oscura, del tráfico aéreo u
marítimo.
• Permite la observación astronómica, tanto a profesionales como a
aficionados.
• E incluso se cumple con el prefecto de la Declaración Universal de las
Generaciones Futuras de la UNESCO que recoge el derecho a una Tierra indemne
y no contaminada, incluyendo el derecho a un cielo puro.
Contra el vandalismo.
Estudios realizados en Nueva York, una urbe cuya contaminación lumínica es
percibida de forma clara sin necesitar de salir de la atmósfera, llegaron a
la conclusión de que la reducción de excesiva luz reduce el vandalismo. Esta
tesis que parece chocar con el sentido común no deja de aportar ciertos
rasgos clarificadores cuando se advierte, y así se demuestra, que una buena
iluminación es precisamente la que limita la luz al suelo, y no al entorno.
En instalaciones alejadas de zonas iluminadas, aseguraba el estudio que es
preferible no utilizar alumbrados de seguridad pues de lo contrario se está
indicando donde se encuentra la instalación y proporcionando posibles zonas
de acceso a la misma. Es más efectivo un alumbrado disuasorio que se
encienda por presencia o similar. Igual sucede con edificios aislados o
pequeñas concentraciones de casas, donde el disimular la presencia en la
noche posibilita evitar ser objetivos de robos.
Las lámparas: poco, medianamente o muy contaminantes.
De los tipos de lámparas que actualmente existen en el mercado, atendiendo a
sus espectros, se pueden clasificar de la siguiente forma:
Poco contaminantes:
• Vapor de sodio a baja presión: emite prácticamente sólo en una estrecha
zona del espectro, dejando limpio el resto. Su luz es amarillenta y
monocromática. Es recomendable para alumbrados de seguridad y carreteras
fuera de núcleos urbanos. Son las más eficientes del mercado y carece de
residuos tóxicos y peligrosos.
• Vapor de sodio a alta presión: emiten sólo dentro del espectro visible. Su
luz es amarillenta con rendimientos de color entre 20% y 80%, dependiendo
del modelo. Es recomendable para todo tipo de alumbrado exterior. Son las
más eficientes del mercado después de las de baja presión.
Medianamente contaminantes:
• Lámparas incandescentes: No emiten en el ultravioleta pero si en el
infrarrojo cercano. Su espectro es continuo. Su luz es amarillenta con un
rendimiento de color del 100%. No es recomendable para alumbrado exterior,
excepto para iluminar detalles ornamentales. Son las más ineficaces del
mercado.
• Lámparas incandescentes halógenas: Son iguales que las incandescentes pero
emiten algo más en el ultravioleta si no va provista de un cristal difusor
(son peligrosas sin este cristal por emitir en el ultravioleta duro). Son
algo más eficaces que las incandescentes. Ç
• Lámparas fluorescentes en tubos y compactas (vapor de mercurio a baja
presión): Emiten en el Ultravioleta. Su luz es blanca con rendimientos
cromáticos entre el 40% y el 90%. Es recomendable para alumbrados peatonales
y de jardines. Tienen una alta eficiencia. Estas lámparas son medianamente
contaminantes si no se usan en grandes instalaciones y convenientemente
apantalladas evitando emisión de luz sobre el horizonte.
Muy contaminantes:
• Lámparas de vapor de mercurio a alta presión: Tienen una elevada emisión
en el ultravioleta. Su luz es blanca con rendimientos de color inferiores al
60%. Es recomendable para zonas peatonales y de jardines. Son las menos
eficientes del mercado en lámparas de descarga.
• Lámparas de halogenuros metálicos: Tienen una fortísima emisión en el
ultravioleta. Su luz es blanca azulada con rendimientos de color entre el
60% y el 90%. Es recomendable para eventos deportivos importantes y grandes
zonas donde se requiera un elevado rendimiento cromático. Son muy eficaces,
parecidas al sodio de alta presión, pero de corta vida.
Medidas contra la contaminación lumínica
• Utilizar el tipo de alumbrado más adecuado según su uso: vial, viario,
zonas de peatones, ornamental.
• Usar sistemas de encendido, como células fotoeléctricas, de gran calidad o
relojes astronómicos para asegurar que el alumbrado no permanece encendido
durante las horas de luz natural.
• Las lámparas de vapor de sodio consumen casi la mitad que las de vapor de
mercurio y lumínicamente contaminan menos.
• Disponer que los cierres de las luminarias sean planos y el material
utilizado tenga gran calidad de transmisión y resista los efectos de la
intemperie y el paso del tiempo.
• No utilizar luminarias tipo globo sin reflector en la parte superior ya
que proyectan una gran emisión de luz por encima de la horizontal.
• Para el alumbrado ornamental, es necesario utilizar luminarias asimétricas
de alto rendimiento. Iluminan mejor con menos luz.
• Es necesario evitar la emisión de luz por encima de la horizontal, sobre
todo en el alumbrado de viales y calles.
• El alumbrado de túneles y pasos inferiores debe considerarse una excepción
a estas medidas.

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