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Experiencia directa del poder del alma
En primer lugar, la irresponsabilidad, la “victimitas” y el sentimiento de
impotencia se sustituyen por el poder de creación del alma y por la
auténtica responsabilidad. El contacto con el alma nos hace saber que somos
nosotros quienes estamos en el origen de nuestro destino. Esto da un nuevo
sentido a nuestra vida (a nuestras numerosas vidas), cualesquiera que hayan
sido los azares de ese destino. A causa de todo un pasado de sufrimientos,
el inconsciente colectivo de la humanidad está cargado con un fuerte
sentimiento de impotencia. Podemos sanar de las heridas del pasado entrando
en contacto con el poder creador del alma.
El
regalo más hermoso que
podemos hacer a los demás es
ayudarlos a encontrar su propio
poder.
En
segundo lugar, la experiencia de la potencia del alma, sencilla, sólida,
inquebrantable, es beneficiosa para todos y hace inútil la búsqueda de un
poder personal externo y también la resistencia al poder de los demás. La
búsqueda del poder externo es uno de los principales problemas que hoy tiene
la humanidad. Con relación al ego, se utiliza con fines personales,
egoístas, separadores y, por lo tanto, destructores. El ser humano ha estado
desde siempre en lucha constante para obtener poder externo, como muestra la
historia de la humanidad. Pero uno deja de luchar en cuanto entra en
contacto con su alma, porque, en ese momento, ha encontrado su auténtico
poder. Ya no tiene interés en dominar a las demás personas; lo que posee en
su interior lo llena de tal modo que no necesita nada más. Por otro lado,
como la búsqueda del poder por el ego está basada en el miedo, al
desaparecer éste, desaparece igualmente la necesidad de dominar a los demás.
La experiencia del propio poder procura libertad y deja libres a los demás.
¿Qué hacer con ese poder? Utilizarlo con amor y respeto para crear belleza y
bien, para servir, para colaborar. Utilizar el propio poder para dar poder a
los demás, para que también ellos puedan crear más belleza y bien.
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