|
Las memorias vinculadas
a los antepasados
Parece existir otro
tipo de memorias que en la actualidad atrae cada vez más la atención de los
investigadores. Se trata de unas memorias llamadas «ancestrales». Se han
observado algunas coincidencias demasiado notables para ser fruto del azar,
que inducen a pensar que el ser humano no sólo lleva consigo las memorias
relativas a sus propias vidas pasadas, sino también algún impacto
proveniente de sus antepasados. Se han realizado muchos estudios en ese
aspecto y existen buenos libros que puede consultar el que quiera
profundizar en el tema.
El hecho de que la
historia de nuestros antepasados haya sido incorporada a nuestras propias
memorias puede comprenderse con facilidad si contemplamos la transmisión de
la información en forma holográfica. Desde el punto de vista científico, el
principio del holograma es ahora bien conocido; dicho esquemáticamente
consiste en que, en el interior de un sistema dado, cualquier parte del
mismo, por pequeña que sea, contiene toda la información del sistema
completo. Pues bien, en el momento de la concepción se unen dos células: el
óvulo, que lleva consigo toda la información de las memorias de la madre, y
el espermatozoide, que lleva toda la información de las memorias del padre.
Y así es como, al parecer, somos depositarios de memorias que no
corresponden necesariamente a acontecimientos vividos o experimentados por
nosotros directamente, pero que no por ello están menos presentes en nuestro
sistema, pudiendo incluso ser muy activas. Es decir, que el Ser no lo
programa todo de manera individual, sino que también puede servirse de la
estirpe de los antepasados que ha elegido para una vida determinada para
tener más material a su disposición y acelerar así el proceso de evolución.
Como todos sabemos,
los hijos de unos mismos padres no son seres idénticos, ni mucho menos. ¿De
qué depende el impacto y la actividad de las memorias transmitidas por los
padres? La elección de los padres está dirigida por la sabiduría del alma,
que, en función de su plan personal, elige al mismo tiempo las memorias que
se adjuntarán al ser que llega a la encarnación. Si el ser se encarna para
manifestar determinadas cualidades, elegirá unos antepasados que faciliten
esa expresión. Si tiene que trabajar sobre determinados traumas, elegirá
unos antepasados en resonancia con ese tipo de traumas. Es decir, que no es
que el ser esté sometido a la historia de sus antepasados, sino que ha
decidido tomar material en la historia de la familia en cuyo seno ha
decidido encarnarse para enriquecer más su experiencia. Después:
• utilizará ese
material en resonancia con su propia historia; y
•se servirá de esas
memorias según el grado de consciencia que haya alcanzado. Y:
• o bien las
transformará de inmediato si la persona está muy evolucionada; en cuyo caso,
a causa del vínculo energético, los antepasados se verán también liberados y
la memoria ya no se transmitirá a la descendencia;
• o bien las
trabajará, si la persona es suficientemente consciente, para transformarlas;
• o bien repetirá
inconscientemente el escenario si la persona no está muy desarrollada.
En el primer caso,
será una ocasión de servicio; en el segundo, una ocasión para trabajar sobre
el control de los mecanismos del ego y, si lo consigue, también de servicio;
y en el tercer caso, una ocasión de experiencia que llevará primero a
reforzar las memorias y, después, sólo después, a una toma de consciencia
que permita su desalojo. Por eso es por lo que las reacciones a las memorias
ancestrales que cada ser recibe al comienzo de una vida dada pueden ser muy
distintas de un hijo a otro.
Encontramos aquí de
nuevo el proceso que vincula las vidas pasadas personales a las condiciones
de la infancia. Las reacciones a esas condiciones dependen del bagaje que
aporta cada ser, que procede no sólo de las experiencias positivas o
negativas de sus vidas pasadas personales, sino también de las de los
antepasados que el alma ha decidido actualizar y, posiblemente, liberar en
su vida presente.
Esto hace que nos
demos cuenta también de que estamos vinculados a otros seres humanos y,
aunque cada uno debe asumir la plena responsabilidad de su propia evolución,
no es posible una evolución estrictamente personal. El proceso no es
individual en sentido estricto; es mucho más amplio, pues de la misma forma
que podemos utilizar la experiencia de nuestros antepasados y beneficiarnos
de lo que ellos han adquirido, nuestra propia evolución servirá a los que
nos sigan. Pero, para beneficiarnos de lo que adquirieron nuestros
antepasados, hemos de estar dispuestos a hacerlo, evidentemente. No hay nada
gratuito en el Universo. Todo es intercambio de energía.
|
|