|
La meditación
Desde hace miles de años, en el curso de los cuales el ser humano no ha
cesado de buscar el contacto con su alma, los maestros espirituales nos han
enseñado el arte de la meditación. Efectivamente, puede ser un medio directo
de entrar en contacto con la luz del alma y hacerla descender a la
personalidad.
En la actualidad son muchas las personas que meditan, y eso contribuye a
elevar el nivel de consciencia de la humanidad. Éste es un tema de
importancia primordial –que se encuentra desarrollado en el apartado de
“Autoayuda” en este misma Web- y es muy importante conocerlo mencono para
integrarlo en la perspectiva de este estudio.
Lo mismo que ocurre con todo lo demás, los resultados que se obtengan de la
meditación dependerán, ante todo, de la pureza de intención y del contexto
en el que se realice. Meditar no quiere decir nada en sí mismo. Todo depende
de la razón por la que se medite; y después, sólo después, de la técnica
utilizada. Además, sólo resultará eficaz si llega en cuarto lugar, como
hemos visto anteriormente, es decir, si se apoya sólidamente sobre las tres
columnas básicas ya indicadas, a saber: en primer lugar, la formación del
carácter (o sea, un dominio suficiente de la personalidad adquirido a través
del conocimiento de uno mismo); en segundo lugar, la motivación justa, y,
por último, el servicio.
Si el contenido de este espacio ha ayudado a clarificar la dinámica interna
del ser humano, también debería servir para construir una buena base para la
práctica de la meditación. Si la base no es muy sólida, la meditación puede
quedar en una forma más de alimentar el ego y permanecer en el valle de la
ilusión. Pero si se han integrado bien los tres elementos básicos, entonces
se tienen unos cimientos sólidos para la morada interior que se quiere
construir, y, en ese caso, la meditación, bajo cualquiera de sus formas,
tiene toda su razón de ser.
|
|