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El mecanismo de la
mente inferior abandonada a sí misma I.
Si
conocierais con toda exactitud vuestra prisión, podríais planificar vuestra
evasión.
LAZARIS.
1. LA ESTRUCTURA
PRIMARIA DE LA MENTE INFERIOR. SU FINALIDAD
Antes del proceso de individualización, el ser humano poseía los
automatismos instintivos necesarios para su supervivencia básica, es decir,
los instintos que salvaguardaban su seguridad, su alimentación y su
reproducción. En el momento de la individualización, recibió, además, un
dinamismo que le permitía el desarrollo de la inteligencia y el libre
albedrío, con la posibilidad de retornar voluntariamente a la consciencia
superior. O sea, que el ser humano fue dotado de una mente inferior que
funcionaba a partir de un sistema de recuerdos. De ella hablaremos ahora.
En espera de que la mente superior y el contacto con el Ser estuvieran
suficientemente desarrollados, y a fin de asegurar la supervivencia y la
construcción del ego, la mente inferior fue dotada de un mecanismo que le
permitía funcionar con independencia del Ser, de manera que pudiera hacerse
cargo por sí misma del funcionamiento de la personalidad. Por eso, ocupada
como estuvo la consciencia casi exclusivamente en la construcción de la
personalidad, durante mucho tiempo no se preocupó de recibir otras
directrices que las que provenían de ese mecanismo primario.
En la mayoría de los seres humanos todavía está activo el mecanismo primario
de la mente inferior. En lugar de transmitirle directamente al Ser la
información percibida, de forma clara y sin distorsión, y de esperar en
silencio la respuesta correcta, la mente inferior establece un cortocircuito
para utilizarla de modo independiente en función de su propio mecanismo, con
una especie de voluntad autónoma. ¿De qué forma se establece ese
«cortocircuito» y cuáles son sus consecuencias?
FUNCIONAMIENTO INFERIOR

El ordenador
Podríamos comparar el mecanismo de la mente inferior al de un ordenador. En
efecto, para funcionar por sí misma, sin contacto con el Ser, la mente
inferior ha sido dotada de un sistema primario de registro de recuerdos, y
de un programa que le permite procesar de forma automática la información y,
además, programarse a sí misma en función de esos recuerdos. Eso es lo que
le da esa especie de voluntad autónoma; funciona basándose en unos
principios elementales, que describiremos un poco más adelante. Es lo que
llamamos comúnmente la voluntad del ego.
Esto le ha permitido al ser humano:
1) experimentar lo necesario para construirse a sí mismo, definirse e
individualizarse;
2) comenzar la construcción de un puente entre la personalidad y el Ser;
3) asegurar la supervivencia de la personalidad en el mundo físico a la
espera de que el puente esté suficientemente construido y sea una
consciencia superior la que asegure su supervivencia.
Ese modo de funcionamiento, que durante mucho tiempo fue necesario, ahora se
ha convertido en un obstáculo que debemos dejar atrás si queremos volver a
encontrar nuestra verdadera naturaleza.
El falso yo
En ausencia del conocimiento y de la sabiduría del Ser, el funcionamiento
primario del ordenador debe, no solamente asegurar la supervivencia física
de la personalidad, sino también la suya propia, es decir, la supervivencia
de lo que el ego (principalmente la mente inferior) identifica consigo
mismo. Eso incluye sus propias ideas, sus opiniones, sus creencias, los
automatismos emocionales y los sistemas de defensa originados por mecanismos
mentales conscientes y, sobre todo, por mecanismos inconscientes. Así pues,
el objetivo fundamental de la mente inferior es mantener vivo todo lo que ha
ido registrando en el pasado, porque, como un ordenador, no se define más
que por esa amalgama de registros.
La consciencia, al identificarse circunstancialmente con ese mecanismo
durante la construcción de la personalidad, ha generado una pseudoidentidad,
un falso yo provisional, que está a las órdenes de la mente inferior,
encargada de su supervivencia. Por el momento, la mayor parte de los seres
humanos se identifica casi por completo con ese falso yo.
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