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LIBERTAD
EL CONTACTO CON EL SER HACE DE NOSOTROS SERES LIBRES
1. Libertad, porque ya no estamos sometidos a la presión de
los deseos y de las falsas necesidades. Ya sabemos cómo están inscritas en
el inconsciente las experiencias pasadas, haciendo que el ser humano sea
“esclavo de sus deseos”, esclavo de sus preferencias, de sus decisiones;
decisiones que, en realidad, no son suyas, sino de su mecanismo. (El
conductor no dirige el vehículo como querría, es el vehículo el que elige el
camino en función de la programación de su piloto automático.)
En cuanto esas memorias dejan de ser “activas”, desaparecen las tensiones y
las falsas necesidades. Ya no esperamos de la vida la realización ilusoria
de nuestros deseos. Además, la consciencia superior del alma aporta un
sentido tal de bienestar interno que desaparece la dependencia a todos los
niveles. Hallamos así la libertad de vivir en plenitud, sin exigencias, sin
dependencia, sin miedo, sin expectativas, en cuanto a lo físico, mental,
afectivo, material, espiritual... Somos libres para celebrar la vida con
independencia de las circunstancias.
2. Libertad, porque ya no somos manipulables por nada ni por nadie
Cuando estamos en contacto con el Ser a través de la mente superior, ya no
somos máquinas, ya no somos previsibles. Nuestra felicidad y nuestra
satisfacción no dependen del exterior; por lo tanto, ya no somos
manipulables. Nuestras reacciones son justas y apropiadas a la verdad del
momento, en función de la sabiduría de nuestra alma, y ya no hay nada que
las pueda manipular.
En cuanto a las relaciones, no sólo no son nuestros deseos los que
determinan nuestra conducta, sino que los demás no pueden manipularnos
mediante chantaje afectivo. Mantenemos así toda nuestra libertad.
Ser libres frente a las influencias externas no significa estar cerrados a
las posibles aportaciones de nuestro entorno. Al contrario. Somos más
receptivos a la información procedente del exterior, y la procesamos no de
un modo automático, emocional y programado de antemano, sino de forma
flexible, abierta y objetiva. Así pues, somos libres para utilizar la
información con inteligencia y de forma apropiada.
La voz de nuestra alma nos guía con sabiduría a través de la mente superior
y nos dice en cada instante cómo hemos de proceder para que nuestra acción
sea justa y buena para nosotros mismos y para los demás. Tenemos un profundo
y sólido sentido de nuestra autenticidad, de nuestra propia verdad. Nadie
puede llevarnos a hacer algo que no esté en armonía con nosotros mismos.
Ya no hacen falta circunstancias extraordinarias para que oigamos la “voz”
del alma, la intuición. Lo que el alma quiere es “hablarnos” en todos los
momentos de la vida para poner continuamente de manifiesto en el mundo su
voluntad. Es tarea nuestra aprender a escucharla siempre y no sólo en
algunos momentos de meditación o de exaltación mística.
3. Libertad gracias al discernimiento y a la autonomía que aporta la
percepción justa de las cosas
El discernimiento procedente de la intuición hace que nadie pueda
desestabilizar la percepción justa que tenemos de las cosas. Es una actitud
muy distinta de la actitud rígida de la mente inferior, cuya aparente
estabilidad se apoya en un punto de vista inamovible, limitado y no adaptado
a la realidad. En ese caso, tarde o temprano aparecerá alguna circunstancia
o alguna persona con la fuerza suficiente para desestabilizarla.
Nadie puede manipular a un ser humano que vive en su alma.
Madeleine es invitada por uno de sus amigos a la inauguración de una
exposición en la que se presentan obras de varios pintores conocidos.
También ella es pintora, y esa exposición le interesa mucho; así que acude
ilusionada al acontecimiento, que promete ser de lo más agradable. Durante
la velada, su amigo le presenta a Rémi, uno de los pintores que exponen en
aquella ocasión, y cuya pintura en particular ella aprecia mucho. Madeleine
y Rémi empiezan a conversar. Rémi, de naturaleza abierta, habla mucho, y
Madeleine casi nada. En un determinado momento, sin embargo, Madeleine habla
un poco de su propia investigación en el campo del arte. Rémi le propone que
vaya con él a visitar su estudio al terminar la fiesta. Tiene material; en
concreto, unas flores de seda que ya no piensa utilizar y que le podría
regalar. Para ella sería muy interesante.
Al recibir el ofrecimiento, Madeleine tiene la posibilidad de elegir (es
decir, puede aceptar o rechazar) bien a través de la mente inferior, bien
desde el Ser a través de la mente superior.
Si Madeleine interpreta la situación a través de la mente inferior, no
conoce la realidad; no sabe cuáles son las verdaderas intenciones de Rémi. Y
se verá sometida de inmediato a determinados automatismos del inconsciente,
según la dinámica descrita con anterioridad. En este caso, pueden ponerse en
marcha diversos tipos de automatismos. Tomemos, por ejemplo, tres
posibilidades que todos conocemos:
— Si el automatismo activado es el miedo a que la engañen, Madeleine sólo ve
en Rémi a un manipulador; desconfía y rechaza su ofrecimiento sin
reflexionar. En efecto, tal vez, Rémi quería manipularla con sus promesas
(su rechazo ha sido adecuado); pero tal vez era sincero, abierto y auténtico
en su invitación (Madeleine acaba de perder una hermosa ocasión que la vida
le ofrecía). Ha elegido a ciegas...
— Otro automatismo posible: Supongamos que algunos rasgos del rostro de Rémi
le recuerdan a su padre. Madeleine ha tenido un padre frío y austero, que
nunca le ha regalado nada, y ella ha sufrido mucho por eso. En ese momento
se dispara en su inconsciente una reacción que dice más o menos esto: “Al
fin mi papá me quiere y me hace un regalo (hace tanto tiempo que lo he
estado esperando...)”. Entonces Madeleine acepta el ofrecimiento sin
reflexionar, inconsciente de lo que acaba de pasar en su interior. Quizá
Rémi es sincero, abierto y auténtico en su invitación (entonces su
aceptación es apropiada en cierta medida, aunque esté cargada de muchas
expectativas...) o quizá Rémi quería sólo manipularla con sus promesas (en
ese caso, su aceptación la ha metido en una trampa). Ha elegido a ciegas...
— Otro automatismo posible: Si Madeleine tiene una estructura psicológica
oral, aprovechará la ocasión de adquirir algo de forma gratuita, aceptará la
invitación sin reflexionar. Ha elegido a ciegas...
En los tres casos es el mecanismo de la mente inferior el que ha dirigido su
vida y ha decidido por ella. Cuando la consciencia está atrapada en la mente
inferior, nuestras elecciones están desconectadas de la realidad y casi
siempre son inapropiadas; y nos traen decepciones y sufrimientos. Entonces
culpamos a la vida por ser tan difícil..., o a los demás por no ser
correctos...
El discernimiento garantiza la calidad de nuestra vida y, en particular,
nuestra libertad.
Si Madeleine está en contacto con su Ser, a través de su mente superior, es
capaz de saber exactamente cuál es la realidad. Al no estar aprisionada por
reactivaciones pasadas, tiene una percepción justa y objetiva de la
situación. Si Rémi quiere manipularla, lo sabrá. En cuyo caso, actuará en
consecuencia rechazando la invitación, que, de todas formas, no hubiera
desembocado en nada bueno. Si es sincero, lo sabrá también. Podrá aceptar la
invitación sin temor, y recoger el material que Rémi le ofrece; y es posible
que sea el comienzo de una hermosa amistad. En cualquier caso, sale ganando.
¿Cómo lo sabe Madeleine? Ésa es la gran pregunta que nos hacemos con
frecuencia. ¿Cómo saberlo? Si la mente inferior está en silencio, la mente
superior es capaz de acceder a la sabiduría del alma a través de la
intuición verdadera, y entonces se percibe con toda exactitud la realidad de
cada instante. Así es como funciona el ser humano. El discernimiento no
surge de la nada. El contacto con el Ser a través de la mente superior
propicia un estado de inteligencia superior del que surge el discernimiento.
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