LAS RELACIONES:
SEDUCCIÓN, MANIPULACIÓN Y DOMINACIÓN EN BUSCA DE PODER Y DE INFLUENCIA.
CORAZÓN EGOÍSTA
El campo en el que se
activa por excelencia el mecanismo de la estructura psicópata es
precisamente el de las relaciones. La dinámica está ahí en su apogeo. El que
está aprisionado en esta estructura, sólo «ama» a quienes lo aman, lo que
condiciona las relaciones con los demás, si es que puede hablarse de
relación, porque la única persona que le interesa es la suya.
Utilización de la
energía del corazón con fines egoístas, seducción: «Hago como que te quiero
para que me quieras tú a mí»
Es muy fácil dejarse
atrapar entre las redes del psicópata porque tiene una gran capacidad de
seducción, y una personalidad magnética, muy atractiva. Suele ser un
individuo cordial, que irradia gran calor humano; parece acogedor, generoso,
afectuoso y lleno de vitalidad. Proyecta a su alrededor la energía del
corazón, que en realidad es muy activa aunque él la utiliza con fines
egoístas, y los demás, creyéndose amados (enredados en la misma dinámica),
responden de forma favorable.
Los grandes
psicópatas extravertidos son personas carismáticas, capaces de influir o de
manipular a las masas tocando los resortes emocionales. Si estudiáramos las
características de los grandes líderes de la historia, encontraríamos rasgos
típicos del psicópata en muchos de ellos. También podemos observar este tipo
de estructura entre las grandes estrellas del cine y de la televisión.
Los pequeños
psicópatas tienen mucho más limitado su ejercicio de seducción, y sólo
causan estragos en su entorno.
Incapacidad de
amar
El aspecto psicópata
en la personalidad implica la absoluta separación de la verdadera fuente del
amor, que supone volcarse en el otro. El ser aprisionado en esta estructura
está centrado en sí mismo. A pesar de las buenas intenciones aparentes, los
demás sólo son instrumentos que dan validez a su propia existencia; pero
esto queda bien oculto (ante los demás y ante sí mismo) tras la imagen de
persona abierta, cariñosa y generosa.
Esta estructura hace
imposible una auténtica relación de pareja, porque el ego impide entrar en
contacto con la fuerza del amor que emana del alma. Es sin duda la
estructura más limitadora en cuanto concierne a la expresión verdadera del
amor. Cuando la persona está más avanzada en el camino espiritual, esta
dinámica suele llevar consigo un profundo y doloroso desgarramiento interno
a causa de dos voluntades contrapuestas: la del alma, que quiere amar de
verdad, y la del ego, que quiere complacer, poseer y dominar. Es una etapa
muy difícil de atravesar, y más aún de superar.
Dinámica
dominante-dominado
El psicópata sustenta
la relación de dependencia, consciente o inconscientemente. En general,
elegirá como pareja a alguien que tenga una estructura que pueda dominar o
manipular con facilidad (esquizo, maso u oral).
Siendo
intrínsecamente seductor, el varón psicópata elegirá con preferencia mujeres
de tipo pasivo, que admiren al hombre alto, guapo, fuerte y brillante que él
es, tan atractivo... Hará todo lo posible para que su imagen corresponda a
la del mito, todavía tan presente en el inconsciente colectivo, del macho
fuerte y glorioso, protector de las débiles mujeres... Una mujer
independiente, autónoma, que pueda brillar más que él, no le interesa. De
inmediato entrarían en competición.
La mujer psicópata
será una seductora fuera de lo común: muy atractiva, utilizará su feminidad,
su belleza y su sexualidad para manipular, dominar y hacerse querer. Será
quizá menos arrogante que el varón psicópata, brillará de modo más sutil. Si
se contenta con una sola pareja, tendrá que tratarse de un admirador
incondicional.
En general, el
psicópata elegirá siempre compañeros que no le hagan sombra, que sean menos
brillantes o parezcan tener menos talento que él en un aspecto u otro. Así
puede sentirse grande y fuerte. Lo importante es asegurarse el afecto del
otro, estar seguro de que el otro lo ama y de que nunca lo va a traicionar.
Eso da lugar a una relación totalmente alienante, con un dominante y un
dominado.
La relación dura
mientras el psicópata pueda dominar y sienta que el otro lo sigue admirando
sin condiciones. Una vez transcurrida la etapa de seducción, es fácil
imaginar la multitud de dificultades que pueden surgir, entrañando siempre
muchas decepciones y sufrimientos. Si en el individuo existen otras
estructuras además de la psicópata, y según cuáles sean, la relación de
pareja puede durar mucho tiempo, con un dominante y un dominado, o bien
estallar en pedazos, a menudo de forma dramática y espectacular.
Necesidad de un
gran público
Los psicópatas son
seductores natos; no pueden vivir sin seducir. Pero no les basta la
admiración de una sola persona. Necesitan el reconocimiento de todos:
cónyuge, amantes, padres, familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc.
Necesitan mucho público.
Infidelidad,
ausencia de integridad
En la relación de
pareja, al individuo aprisionado en esta estructura no le satisface en
general un solo compañero-admirador; de modo que casi siempre será infiel y
tendrá numerosas aventuras (salvo que tenga además alguna otra estructura
que contrarreste esa tendencia). Su pareja oficial no le dará nunca
suficiente amor y admiración como para sentirse satisfecho. Pero seguirá
teniéndola a su lado si le sigue amando a pesar de sus aventurillas. Su
infidelidad no le causará ninguna culpabilidad y, para conservar sus
conquistas, no dudará en mentir y engañar lo que haga falta.
Si es fiel, exigirá
un amor exclusivo e incondicional de su pareja. La exclusividad le da
tranquilidad y satisface su necesidad de ser el preferido. En este caso,
será una persona muy dominante y posesiva, tanto con su cónyuge como con sus
hijos. Podemos imaginar con qué facilidad e intensidad brotarán en él
algunas reacciones emocionales como el miedo a la traición o al abandono y
los celos, y las exigencias a las que someterá a su entorno, con tanta mayor
fuerza cuanto que, en esta estructura, las emociones están a flor de piel.
Búsqueda de
admiración o competición
En las relaciones
personales, lo mismo que en los demás campos de su actividad, el psicópata
no percibe a su alrededor más que admiradores o competidores. Tiene
tendencia a rodearse de personas del sexo opuesto, utilizando con ellas al
máximo su poder de seducción, consiguiendo así una corte de admiradores o
admiradoras.
Pero, en cambio,
consciente o inconscientemente ve en las personas del mismo sexo
competidores potenciales. Al psicópata masculino no le gustan en absoluto
los hombres que puedan robarle el estrellato; la mujer psicópata sólo ve
rivales en las demás.
La fuerte carga
emocional que proyecta el psicópata provoca fácilmente en los que lo rodean
reacciones emocionales opuestas: sus admiradores lo adulan; sus detractores
lo juzgan con dureza (sobre todo si son otros psicópatas...). Suscita mucha
envidia. A su lado, no se puede permanecer neutral: o se lo adora, o se lo
detesta.
La traición
Algunas veces, las
personas que han sucumbido a los encantos del psicópata acaban por darse
cuenta de la dinámica en la que han entrado; otras, el comportamiento de
éste reactiva los mecanismos de aquéllas. En cualquier caso, llega un
momento en el que, tras haber sido amado y admirado, el psicópata es
detestado. En efecto, su actitud seductora parece prometedora; los otros
esperan..., pero nunca llega nada. Hasta que las personas de su entorno,
atrapadas a su vez en sus propias estructuras, se cansan de su teatro, dejan
de seguirle el juego y acaban abandonándolo: se reproduce el escenario de la
traición. Aunque el psicópata no le tenga un afecto especial a la persona
que acaba de abandonarlo, no por ello sufrirá menos, porque lo que lo hace
sufrir en realidad es la reactivación de la primera traición. Así se recrean
una y otra vez las condiciones que están en el origen de su sistema de
defensa y, con su comportamiento, lo refuerza constantemente.
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