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ACTITUD GENERAL ANTE LA VIDA

El sentimiento de vacío y de pérdida, elementos esenciales de esta dinámica, hace que cualquier experiencia que pueda atenuar esos sentimientos procure placer, pero es un placer efímero. De modo que esta estructura da lugar a las actitudes generales siguientes:

 

Insatisfacción

El sentimiento permanente de vacío hace que se busque constantemente la plenitud y el bienestar a través de multitud de actividades, sin conseguirlo nunca. Es una de las principales fuentes del ciclo de insatisfacción descrito antes. Nunca se tiene bastante. Es evidente que resulta imposible sentirse satisfecho, puesto que la sensación de carencia proviene de una herida profunda que hay que curar y no de algo exterior que haya que encontrar. La insatisfacción inconsciente empuja a desear todo tipo de cosas, en todos los aspectos de la vida cotidiana, para llenar el vacío interior.

 

Necesidad de llenarse (física, psíquica o energéticamente)

Esta estructura está en el origen de la necesidad de llenarse de algo, necesidad tan frecuente en el mundo actual. Como hemos visto en espacios anteriores, hay diversos modos de llenarse, o, más bien, de intentarlo:

— físicamente: alimentos, bebidas, tabaco, drogas, alcohol;

— psicológicamente: televisión, compras, placeres, deporte, política, trabajo, música, viajes, estudios, cursos de crecimiento, etc.; la estructura oral puede utilizar cualquier actividad para tratar de llenarse;

— energéticamente: la persona absorbe energía de los demás siempre que puede.

 

Inseguridad permanente

La inseguridad no proviene en este caso de una ansiedad profunda, como en la estructura esquizo, sino del miedo a la carencia, a la pérdida o al abandono. Se busca constantemente una seudoseguridad procedente del exterior (de las condiciones materiales o de las personas), lo que da lugar a todo tipo de dependencias.

El sentimiento de inseguridad entraña también un estrés que lleva a la persona a querer acumular, conservar y poseer de todo, para tratar de protegerse ante un futuro tal vez menos favorable. Pero nunca acumulará bastante como para sentirse seguro. Vive en un estado de inquietud permanente frente al futuro.

Los miedos inherentes a la estructura generan también un gran apego a las cosas y, por ende, una enorme dificultad para el desprendimiento. Esta estructura mantiene la ilusión de que, si encuentra el objeto (lo que sea, y en cantidad suficiente) o la persona adecuados, acabará por sentirse satisfecho.

 

Dependencia, parasitismo

El sentimiento de carencia entraña una actitud de «parásito», de «succionador» de energía. El individuo aprisionado en esta estructura está constantemente «en busca de un(a) proveedor(a)». De modo que desarrolla con facilidad una actitud de dependencia frente a cualquier cosa o persona que le dé la ilusión o, peor, que le dé la esperanza de que algún día podrá ser llenado, satisfecho... Vive, pues, en una espera permanente, que también es causa de estrés y de tensiones internas.

 

Culpabilidad y «victimitis»

Dado que no comprende por qué está siempre insatisfecho, en general culpa a las circunstancias o a los demás de que no le aportan la satisfacción que tanto necesita. Es una de las dos estructuras que están en el origen del comportamiento de víctima.

 

Excesos

La carrera hacia la satisfacción nunca alcanzada lleva, evidentemente, a una dinámica de excesos de todo tipo: en la mesa, en el sexo, en el trabajo, en las compras o en la televisión, es decir, excesos en los campos que haya elegido el individuo para compensar su sensación de vacío. En cualquier cosa que haga, el oral rebasará siempre los límites razonables. Si se trata del trabajo, trabajará como loco, sin parar. Se le puede sugerir que lo tome con más calma y, aunque quiera hacerlo, si es consciente del problema, «no podrá dejar de trabajar» a ese ritmo. Le empuja «algo más fuerte que él». Está aprisionado en un mecanismo idéntico al que empuja a comer demasiado, a fumar o a hacer cualquier otra cosa que a uno le gustaría dejar de hacer, pero no puede.

Lo mismo que ocurre con las demás estructuras: no es mediante un acto de voluntad como se consigue cambiar las cosas, pues la carga del inconsciente es en general muy fuerte y puede uno agotarse haciendo grandes esfuerzos para obtener pequeños resultados. Para desprender la memoria activa alojada en el inconsciente, deberá emprenderse un trabajo específico.

Y lo mismo sucede con cualquier otra cosa que uno utilice para llenarse; la sociedad acepta más fácilmente unas que otras. Por ejemplo, ir de tiendas o ver la televisión no sólo no está mal visto, sino que la sociedad de consumo nos empuja a ello. Pero no por eso es menos perjudicial a corto o a largo plazo, pues es fuente de mucho sufrimiento y de una gran alienación. Lo más destructor, en este caso, es que las personas ni siquiera se dan cuenta de que son prisioneras de un mecanismo. No establecen la relación entre el mecanismo interno y su dificultad para llevar una vida dichosa y satisfactoria. Cuando se tiene un problema de bulimia o de alcoholismo, es evidente; pero es muy raro oír hablar de dependencia respecto a ir de compras o ver la televisión. Y, sin embargo, es una dinámica perniciosa y muy destructiva.

La insatisfacción y el sentimiento de carencia permanente hacen que la persona trate siempre de tomar y nunca pueda dar. Para ella, dar es una pérdida, un verdadero suplicio. Se la podría tratar de egoísta, pero nada más lejos de la verdad, pues no hay mala voluntad por su parte. Está atrapada en un mecanismo procedente del pasado del que casi nunca es consciente.

Todos tenemos esta estructura más o menos activa; si uno observa su comportamiento, sus motivaciones y sus reacciones frente al mundo que lo rodea, la detectará. Y lo mismo que ocurre con las demás estructuras, puede uno darse cuenta fácilmente de hasta qué punto está activa adoptando la «posición de testigo», siempre vigilando sus reacciones y siendo sincero consigo mismo. Para algunas personas es una estructura menor, poco determinante. Para otros es una estructura dominante; cuando uno ha conseguido liberarse de esa dinámica, ha superado una etapa importante en el camino hacia la libertad y hacia la felicidad.

Estos aspectos generales se expresan de modo concreto en la vida cotidiana en unas actitudes características. Son las que exponemos en los espacios posteriores.

 

 

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