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EL CUERPO FÍSICO
La forma del
cuerpo
La memoria maso dice
que ha sido aplastada y que lleva un gran peso sobre sus espaldas, que está
hasta la coronilla. Por eso, no es sorprendente observar que, en este caso,
con frecuencia la persona es cargada de espaldas, tiene el pecho hundido; si
es maso pasivo, lleva la cabeza más bien inclinada hacia abajo; si es maso
activo, la levanta de forma provocativa adelantando el mentón.
La salud
Estar enfermo
interesa mucho a la estructura maso. Cuando uno está enfermo, sufre, y puede
quejarse e inspirar lástima, lo que funciona muy bien en nuestra sociedad
fuertemente «victimizada». Obligamos a los demás a que nos cuiden y, si no
lo hacen, tenemos aún más razones para quejarnos y sentirnos frustrados por
la ingratitud de los seres humanos.
No queremos aquí caer
en el simplismo de considerar que todas las personas enfermas están
aprisionadas sistemáticamente en este mecanismo, pues las fuentes
psicológicas de las enfermedades son complejas y variadas. Pero ocurre con
mucha frecuencia. No se trata ahora de culpabilizarse uno mismo, ni de
culpabilizar a las personas atrapadas en este mecanismo, perdiendo así
nuestra compasión por el sufrimiento humano, al contrario. Reconocer que uno
tiene esta estructura debería conducirle a intentar liberarse de ella, con
lo que emprendería el camino hacia la sanación.
Con independencia del
interés que tiene el inconsciente en crear enfermedades, la negatividad
acumulada emocionalmente impulsa la aparición de diversas enfermedades
físicas:
—El rencor, el
resentimiento y la cólera afectan con frecuencia a todo el sistema digestivo
y crean enfermedades sin fin: cólicos hepáticos periódicos (la enfermedad
por excelencia de esta estructura, pues el hígado es el órgano en el que se
retiene la cólera), úlceras de estómago, bloqueos intestinales, insomnio,
etc.
— El estrés debido a
la represión de la cólera crea dolores en la espalda y fuerte tensión en los
hombros. Si se hace un trabajo interior al mismo tiempo que se sigue un
tratamiento físico (fisioterapia, masajes u otros), éste resulta muy eficaz
y duradero. De lo contrario, por más que uno vaya al médico o al masajista
durante años, los síntomas no desaparecen hasta que uno no descubre la
verdadera causa, porque el inconsciente crea una y otra vez las tensiones
corporales correspondientes al mensaje que quiere emitir: «La vida es dura,
llevo un gran peso sobre mis hombros, estoy harto de sufrir». Mientras esté
programado así, cualquier tratamiento externo tendrá sólo una eficacia
reducida o temporal.
— El sentimiento de
impotencia profunda crea una especie de desesperación inconsciente que se
manifiesta en forma de angustia y de depresión. La depresión es una de las
enfermedades características de la estructura maso.
— La incapacidad de
aceptar la alegría bloquea la vitalidad. Encontramos entonces casos de
fatiga crónica, una carencia de energía que abre la puerta a diversas
enfermedades corrientes: gripe, catarros, etc.
Relación con la
alimentación
Estando enferma a
menudo, y en especial del aparato digestivo, la persona aprisionada en la
estructura maso no podrá permitirse nunca locuras gastronómicas. En
realidad, se las arregla siempre para que le estén prohibidos todos los
placeres de la mesa, de esa forma la vida es todavía más dura. Se resigna,
claro, pero de la misma forma que se resigna a lo demás, es decir,
reforzando la frustración contra esta vida que, en definitiva, no tiene
ninguna gracia.
Si no tiene problemas
digestivos, se las arreglará para encontrar una teoría alimentaria muy
estricta que haga que lo bueno para la salud no sea bueno para el paladar, o
que requiera una larga y difícil elaboración. En cualquier caso, la
estructura hará de la alimentación, como del resto de la vida, fuente de
dificultades y de problemas en lugar de obtener de ella la más mínima
satisfacción.
Automatismos en la indumentaria
Puesto que se trata
de justificar las razones que tiene para sufrir, en general la estructura
llevará a la persona a ponerse ropa incómoda. Parece ridículo, pero lo hemos
observado con demasiada frecuencia como para que sea casualidad. Citaremos
el ejemplo, casi caricaturesco pero real, de Josette:
A Josette, de
estructura esquizo-maso, siempre le dolían los pies, un sufrimiento que le
hacía la vida penosa. Había consultado a muchos especialistas. El médico de
cabecera le había recetado una crema para calmar el dolor, el osteópata le
había indicado algunos ejercicios para liberar la tensión de los pies, el
ortopeda le había prescrito unos zapatos especiales, ¡pero horribles!, y a
ella le gustaba llevar zapatos normales, como todo el mundo. Incluso había
consultado a un médium que le había dicho que, si tenía dolores en los pies,
era porque se negaba a avanzar en la vida; lo que no era ninguna tontería,
pero dejaba a Josette con cierta culpabilidad (después de todo, si le dolían
los pies era por su culpa...).
Cualquiera que fuera
el tratamiento al que se sometiera, en cuanto se ponía unos bonitos zapatos
normales, reaparecía el dolor. Josette se sentía impotente ante esa
situación. A nadie se le había ocurrido preguntarle qué número calzaba... De
hecho, Josette siempre se había comprado zapatos medio número menos del que
necesitaba...
¿Tonterías? Sí, pero
es así: los traumas nos hacen estúpidos, y no sólo a la hora de comprar unos
zapatos...
Además, como esquizo,
Josette siempre tenía frío. Pero, como buena maso, nunca se abrigaba
bastante en invierno. De modo que siempre estaba quejándose de la
temperatura, y siempre tenía razones para sufrir (su parte maso) y para
detestar el mundo físico (su parte esquizo). Muchas personas, empezando por
sus padres, le habían dicho que se abrigara más en invierno, y que podía
estar muy calentita aunque hiciera frío. Pero, curiosamente, Josette no lo
había escuchado nunca. Su inconsciente bloqueaba la información para poder
seguir dirigiendo su conducta y hacerle elegir la ropa en función de su
programación: la vida es dura. Es interesante señalar que, cuando Josette
hizo un trabajo interior de liberación, le resultó natural comprarse los
zapatos correspondientes a su talla, y vestirse con ropa de más abrigo. Ya
no olvidaba el jersey en casa...
Parece ridículamente
simple. Y lo es. No olvidemos que, si bien el alma del ser humano es rica y
compleja, los mecanismos de la mente inferior son en cambio muy primarios.
Este ejemplo, real, ilustra muy bien de qué manera funciona el mecanismo. En
este caso se trata de ropa, que puede no tener mucha importancia, y es
probable que no sea nuestro problema. Pero lo cierto es que muchas de
nuestras decisiones, importantes o banales, están condicionadas por la misma
dinámica, y dependen de nuestras estructuras y del sistema de defensa que
entre en acción. No es racional ni sensato. Pero todos funcionamos así, y
más vale que nos demos cuenta si queremos tener alguna posibilidad de volver
a encontrar nuestra libertad. Sólo cuando dejen de actuar los mecanismos
mentales y emocionales, el ser humano empezará a ser de verdad inteligente y
libre.
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