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Relatos
Marie tuvo una infancia triste, aunque en apariencia tranquila. Su padre,
una persona autoritaria, siempre le dio miedo. Su madre, con frecuencia
enferma, paseaba por la vida una mirada triste y cansada, siempre a la
espera de alguna desgracia. Marie nunca vio a su madre dichosa. Desde muy
niña aprendió que la vida no tiene gracia. La alegría y las diversiones eran
desconocidas en su casa. Como su madre siempre estaba enferma o muy cansada,
ella, que era la mayor, tuvo que ocuparse de sus cinco hermanos. Temblaba
ante la autoridad paterna, y siempre se sometió por miedo. Al llegar a. la
adolescencia, nunca pudo salir con sus amigas porque en casa siempre había
demasiadas cosas que hacer. Cuando le proponían salir, siempre rehusaba;
sabía que, de todas formas, su padre no estaría de acuerdo y, además, si se
marchaba, su madre estaría todo el tiempo lamentándose. Una infancia triste
y humillada, y una adolescencia marcada por el trabajo.
Al llegar a la edad adulta, Marie tiene un buen empleo. Trabaja para una
institución que se ocupa de personas minusválidas. Es discreta y muy eficaz.
Su jefe está muy contento de ella porque hace todo lo que se le pide sin
rechistar, y lo hace bien. Es la empleada modelo. Pero ella se siente triste
y con frecuencia cansada. No le gusta salir y no tiene muchos amigos. Por
ahora sigue soltera, y parece que seguirá siéndolo durante mucho tiempo,
porque no le agrada la compañía de los hombres. Es menudita, está bastante
delgada, no le preocupa mucho su apariencia externa, que es sencilla, más
bien austera, lo que, en el fondo, la hace poco atractiva. A medida que va
envejeciendo se va haciendo cada vez más impaciente y amargada. Nada parece
funcionar a su gusto, y encuentra la vida muy injusta. Siempre está
quejándose por una razón u otra. Sus compañeros de trabajo, más jóvenes, la
ponen nerviosa. En realidad, les tiene una envidia tremenda; a quien envidia
sobre todo es a la que tiene un marido tan bueno y dos niños tan guapos, y
que siempre llega al trabajo de buen humor. Le lanza indirectas
desagradables a la menor ocasión, y, siempre que puede, le sabotea
sutilmente su trabajo. Con el tiempo, se está esclerotizando en una actitud
negativa. Además, no tiene muy buena salud. Está cada vez más delgada y
tiene una úlcera de estómago. Pero, si sufre, es por culpa de los demás.
¿Por qué la vida es tan injusta con ella, que es tan generosa y servicial?
¿Por qué es tan difícil vivir? Los demás son malos, egoístas, ingratos. La
vida está malhecha...
Marie podría pasar así la vida, con una gran tristeza y frustración, sin
decir nada a nadie, guardando su sufrimiento para sí misma, a menos que
decida realizar una profunda transformación de su estructura.
Pierre es hijo único. Fue educado por una madre muy autoritaria y un padre
blando, que sólo parecía vivo cuando llegaba borracho a casa. Entonces
discutía violentamente con su mujer, y pegaba a su hijo. Pierre aprendió a
anonadarse ante la violencia de su padre y la autoridad de su madre. Ésta,
en particular, le imponía una conducta estricta en todos los aspectos. Nunca
pudo vestirse como a él le hubiera gustado, y tenía, que ir a la escuela con
la ropa que su madre le ponía, lo que a menudo le hada sentirse ridículo
ante sus compañeros. Había protestando un poco, pero su madre era
inflexible. Además, le obligaba a comer cosas que no le gustaban, y con
frecuencia le prohibía jugar con sus amigos porque consideraba inadecuada su
compañía. En aquellos momentos la detestaba hasta el punto de desear que
desapareciera. Pero tuvo que someterse a su autoridad durante toda su
infancia. Al
llegar a la adolescencia, se convirtió en un muchacho rebelde. Se marchó
pronto de casa, y aprendió a desenvolverse solo en la vida. Después de haber
trabajado en varios sitios, fue lo suficientemente inteligente y agresivo
como para abrirse camino él solo en el mundo de los negocios, y montó una
compañía de importación-exportación que funciona por ahora bastante bien.
Trabaja mucho, pero siempre está cambiando de socios, que no lo aguantan. Es
muy exigente y se enfada muchísimo en cuanto las cosas no salen como a él le
gustaría. Se queja con asiduidad de las condiciones económicas, que son
deplorables; de los empleados, que son unos ineptos; de las circunstancias,
que le suelen ser desfavorables y le impiden triunfar en la vida. Si el
Gobierno fuera distinto, si los mecánicos fueran más honestos, y las mujeres
menos arrogantes, y los jóvenes más responsables, y la temperatura menos
mala, y el perro menos estúpido, entonces tal vez la vida seña aceptable.
Pero las condiciones actuales son verdaderamente imposibles, y él no puede
hacer nada, aparte de quejarse y de refunfuñar contra todo y contra todos.
A pesar de su mal carácter, consiguió casarse. Pero, tras los primeros meses
idílicos habituales, empezó a hacerle a su mujer reproches sin razón. Y, en
la actualidad, haga lo que haga, él siempre tiene algo que decir. La critica
siempre, directa o indirectamente, mostrando malhumor. Si ella protesta,
entonces se pone furioso, lo que con frecuencia lamenta después. Es muy duro
y severo con sus hijos, nunca le satisface su conducta,, quiere que se
dobleguen siempre a sus exigencias, y está siempre enfadado por la
despreocupación que ellos muestran. Con el tiempo se le está haciendo un
carácter cada vez más agrio y violento. El alcohol no basta para ponerlo de
buen humor; al contrario, no hace más que atizar la ira que lleva consigo.
No comprende lo que le pasa. Se siente desgraciado y frustrado. Sin embargo,
cuando en sus breves momentos de lucidez consigne ver las cosas
objetivamente, se da cuenta de que no tiene razón alguna para sentirse tan
desgraciado ni estar tan enfadado con el mundo en general. Está empezando a
notar una tensión terrible en los hombros, y el dolor de espalda lo está
haciendo sufrir cada vez más, lo que está acrecentando su malhumor. La cosa
va de mal en peor. ¿Cómo acabará todo esto?
Pierre y Marie están atrapados en la estructura «maso». Su comportamiento
sólo ilustra algunos aspectos de ella. La característica fundamental es un
profundo sentimiento de impotencia y de anonadamiento, debido a
circunstancias incontrolables, que genera miedo y una gran cólera,
exteriorizada o no. También se podría definir esta estructura como la de la
«víctima», en el sentido amplio del término. Está muy extendida, es muy
destructiva y es necesario ejercer una nueva dinámica de la consciencia para
desactivarla eficazmente. Todos estamos más o menos afectados de
«victimitis»; deshacerse de esa dinámica supone dar un gran paso hacia la
liberación interior. |
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