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CÓMO DUERME EL
ADOLESCENTE
El reloj despertador no sirve. Ya puede sonar estrepitosamente que el chico
sigue durmiendo. A los golpes en la puerta de su cuarto, surge la respuesta
automática: "Está bien, está bien..., ya me levanto." Diez minutos más
tarde, el adolescente sigue profundamente dormido.
Como es lógico, a los padres les preocupa si sus hijos adolescentes duermen
lo debido, o se pasan por exceso o por defecto. ¿Cuánto tienen que dormir?
¿Hay que permitir que duerman trece horas seguidas durante el fin de semana?
¿Por qué insisten en quedarse levantados hasta altas horas de la noche
cuando deben despertarse bien temprano para ir a la escuela?...
Lo cierto es que los adolescentes encaran sus horas de sueño con el mismo
nivel de conflicto que caracteriza otros aspectos de su desarrollo. Sus
cuerpos en rápido crecimiento les exigen dormir bien, al mismo tiempo que su
estilo de vida los mantiene ocupados y activos cada hora del día. Después de
la escuela quieren hacer deporte, completar sus tareas escolares, ver
televisión, visitar amigos y hablar por teléfono. No es nada raro que los
padres, que ya están plenamente dormidos a media noche, no tengan noción de
que su querido adolescente está pegado al teléfono a la una de la madrugada
contándole confidencias al amigo. Luego, claro está, cuando él o ella tengan
que levantarse cinco horas después, estarán rendidos por el resto del día.
La mayoría de adolescentes requieren un mínimo de ocho horas de sueño cada
noche. Es de fácil comprensión para todos que los períodos de crecimiento
rápido implican grandes gastos de energía, lo cual requiere de períodos de
reposo para recuperarse. La secreción hormonal, de la que dependen el
crecimiento y el desarrollo, también guarda relación con patrones de sueño
estables. La hormona de crecimiento, por ejemplo, es liberada en tandas que
llegan a su pico máximo a la hora de iniciarse el sueño. Sépase que más de
los dos tercios de la hormona de crecimiento que circula por la sangre es
secretada durante la noche. También es preciso saber que la iniciación de la
pubertad se anuncia precisamente por los incrementos nocturnos de una
hormona determinada: la luteotrófica (L.H.). Dicha hormona viaja por la
circulación sanguínea y estimula los ovarios para que secreten estrógenos y
los testículos testosterona. Luego, a medida que progresa la maduración
sexual, la secreción de L.H. adquiere el patrón adulto de secreción
intermitente durante las 24 horas del día.
Cuando los adolescentes se enteran de que necesitan dormir un mínimo de ocho
horas cada noche, su respuesta típica es: "No hay problema, me quedo en la
cama más tiempo el fin de semana." Si bien en teoría esto ofrecería un
mecanismo de recuperación (catch up para los anglosajones), en la práctica
los fines de semana están llenos de actividades con los amigos... e
inevitablemente se acuestan tarde. Además, cuando duermen durante el día, su
sueño es interrumpido por los ruidos habituales de la casa, la luminosidad
ambiental y el impulso fisiológico de estar despierto a esas horas. O sea
que todo el ciclo del sueño se trastorna.
Es sabido que a muchos adolescentes les es difícil organizar su día con
eficiencia: les resulta imposible que encajen todas las actividades,
incluido el dormir, en sólo 24 horas... Es así como, por ejemplo, el
adolescente que tuvo que estudiar una materia pasada la medianoche, se dará
cuenta al día siguiente (cuando esté cansado y agotado) de que si hubiese
estudiado la tarde anterior en vez de estar una hora al teléfono de charla
con una amiga, hubiese tenido una hora más para dormir. En realidad, aunque
los padres pueden alertar a sus hijos por anticipado acerca de este tipo de
situaciones, estos consejos o sugestiones paternos habitualmente tienen
menos éxito que la propia experiencia del adolescente.
Los jóvenes, por supuesto, presentan una extensa gama de necesidades de
sueño. Así como algunos adultos son madrugadores y otros son noctámbulos,
los adolescentes van desarrollando su propio estilo. Algunos tienen el sueño
muy liviano, otros muy pesado. Algunos duermen la siesta, otros no lo hacen
nunca. Por todo lo cual, habrá también gran variedad en el número de horas
que necesitan descansar, pero sin olvidar que todos necesitan el sueño
nocturno sin interrupción. |
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