Cleptomanía, piromanía,
juego patológico, homicidios múltiples irracionales, personalidad explosiva
Existen
varias formas de comportamiento irrazonables que se clasifican como trastornos
del control de los impulsos. Aparte de las dependencias toxicofílicas y las
parafilias sexuales que se exponen en otros apartados (véanse drogas y
trastornos psicosexuales), los más frecuentes son la cleptomanía, la piromanía,
el juego patológico y las crisis accesionales de violencia.
Todos
poseen tres rasgos comunes: a) El acto es socialmente indeseable, el deseo o
impulso es muy frecuente y fracasan los intentos de resistirlo, b) Ante la
posibilidad de cometer el acto se presenta una desazón, inquietud e impaciencia
creciente, con fuerte carga emocional, c) Al realizar el acto, siente placer,
descarga, alivio; aunque luego tenga sentimientos de culpa o temor y prefiriese
no haberlo realizado. La presencia de estos factores comunes da unidad a un
grupo tan heterogéneo de trastornos de la conducta.
CLEPTOMANÍA o manía de sustraer (del verbo griego clépto, robar) es la tendencia
patológica e irresistible a tomar clandestinamente pertenencias ajenas. El
impulso deriva de necesidades neuróticas, no materiales. Una de las claves
diferenciales con el simple ladrón es que el típico cleptómano no utiliza ni
vende lo robado; nunca se ayuda de cómplices; acumula los objetos en su hogar o
en un escondite sin usarlos, en ocasiones los devuelve clandestinamente, por
tanto no se beneficia materialmente del hurto. Casi sin excepción tiene medios
para comprar lo que roba.
El
cleptómano sabe que lo es y las consecuencias que tiene. Lo han descubierto en
varias ocasiones y, aparte del rechazo social puede encontrarse en conflictos
más serios cuando roba en tiendas o grandes almacenes y lo denuncian. Se
controla cuando nota que lo pueden descubrir. Al ser descubierto queda abrumado,
llora de desesperación, intenta no volver a entrar en los establecimientos donde
sabe que está más expuesto, pero una creciente impaciencia lo lleva de nuevo a
las mismas situaciones.
Responde
a un conflicto emocional, que se descarga simbólicamente con los hurtos. El
cleptómano es consciente de sus actos en todo momento, por tanto se le considera
responsable en los códigos de la mayoría de los países, a no ser que pueda
demostrarse la imposibilidad de autocontrol. El tratamiento es psicoterapia, y
es difícil.
PIROMANÍA. De modo similar al cleptómano y al ladrón, aquí es preciso realizar
el diagnóstico diferencial entre el pirómano y el incendiario. Los incendiarios
actúan por motivos antisociales, terrorismo, fanatismo o irresponsabilidad. La
mayoría de los incendios forestales que asolan los bosques y áreas verdes se
provocan por estos individuos, no por los pirómanos. Tiene el pirómano un
impulso vehemente a provocar incendios, y posteriormente a presenciar el fuego.
Igual que en la cleptomanía hay una comezón y tensión previas, y descarga
placentera al realizar el acto. El pirómano está muy interesado por los medios
de producir fuego y los de extinguir incendios; se le suele descubrir porque los
vecinos lo han observado reiteradamente ante los incendios. En los países en que
hay cuerpos de bomberos voluntarios es frecuente que sea uno de los miembros más
entusiastas del grupo, sus compañeros suelen quedar muy sorprendidos al
descubrirse su identidad como pirómano.
EL JUEGO
PATOLÓGICO. Es el tradicional «jugador vicioso» que se arruina en el juego y
luego hace desfalcos para tapar las deudas, y destroza su vida familiar y
profesional. Presenta rasgos comunes del grupo que describimos: deseo
irrefrenable, tensión y excitación previas y descarga al realizar el acto. Las
tendencias a regresar al juego aumentan en los períodos de sobrecarga emocional
o de esfuerzo. El jugador atribuye siempre sus problemas a «una mala racha» que
está convencido que va a superar la próxima vez. Obtiene el dinero de otras
personas, lo sustrae o hace una estafa, fraude o desfalco, en general con el
vago propósito de devolver luego lo adeudado. Es de modificación muy difícil.
HOMICIDIOS MÚLTIPLES IRRACIONALES. Son antecedentes previos de este tipo, un
individuo, repentinamente, y sin causa aparente, comienza a disparar o a asestar
cuchilladas a los transeúntes o a los que están en un local. Continúa el
arrebato homicida, con múltiples víctimas hasta que cae abatido por los disparos
de la policía o se suicida con una de las últimas municiones. La sana y fría
crueldad de la actuación no están explicadas por ningún incidente previo
proporcionado. No ha tenido antes crisis explosivas. Se conoce poco el mundo
interior de estos individuos, ya que raras veces sobreviven. Al contrario que en
los apartados anteriores es frecuente que tengan antecedentes psiquiátricos, del
grupo de la esquizofrenia paranoide. También se conoce con el nombre de
trastorno explosivo aislado, para diferenciarlo del intermitente.
TRASTORNO
EXPLOSIVO INTERMITENTE. Ocurre repetidamente en individuos aparentemente
normales, que fuera de estos episodios no tienen conducta violenta en su vida
cotidiana. Repentinamente, sin que se produzca una provocación importante,
entran en un estado de arrebato y rompen muebles y objetos de cualquier tipo.
Cede en pocos minutos y luego lamentan lo ocurrido. A sus amistades las
sorprende si no presenciaron otro episodio. En alguno se aprecian síntomas
vegetativos prodómicos que avisan que puede ocurrir. También se conoce como
personalidad explosiva.