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Los círculos de mujeres.
Sería muy interesante que visitaras el espacio de la Web
Higiene Social
para que conocieras los puntos concretos que trabaja un grupo activista y el
conocimiento que los lleva a actuar de forma tan radical... y llena de
belleza.
Un movimiento de ancianas que trajera la paz al mundo empezaría con diversas
mujeres reuniéndose en grupos reducidos. Así es como empezaron las
sufragistas y como los grupos de concienciación se convirtieron en el
Movimiento para la Liberación de la Mujer. A través de amistades, de
retransmisiones y, en la actualidad, de Internet, este movimiento de mujeres
que se reúnen en círculos, profundizan en el conocimiento espiritual,
fomentan el crecimiento de más círculos y comunican ideas y sugerencias para
pasar a la acción, podría crecer geométricamente, y luego exponencialmente,
hasta que hubiera un número importante de círculos que pudiera influir en
cómo la humanidad percibe y soluciona sus problemas. La conducta y las
actitudes cambian cuando muchas personas las adoptan. La famosa sentencia de
Víctor Hugo describe el fenómeno: “Nada hay tan poderoso como una idea a la
cual le ha llegado su momento”.
Una tercera ola de feminismo que irá más allá de lo que llaman fronteras
adoptará la forma de círculos de mujeres que contarán con un centro
espiritual. Cuando las mujeres se reúnen y se comprometen mutuamente a
formar parte de un círculo, sobre todo si es uno que se articula alrededor
de un centro espiritual, están creando un crisol de transformación para sí
mismas, y un vehículo que propiciará el cambio en el mundo. Los componentes
esenciales son mujeres individuales que poseen la capacidad de entablar
amistades duraderas y profundas con otras mujeres. No basta con ser del
género femenino, dado que hay muchas mujeres que no confían en otras, al
verlas como rivales ante los hombres, o bien porque piensan que el género
femenino es inferior.
Entre las mujeres, el arquetipo de la hermana, la madre y la anciana es lo
que les facilita identificarse la una con la otra más allá de los límites
nacionales, raciales y religiosos. Es esa capacidad de sentir una
vinculación afectiva o emocional lo que a las mujeres les permite
experimentar cómo sería vivir a ambos lados de la división
palestino-israelí, ser mujer en tierra talibán o una madre a la que en sus
brazos muere su pequeño debido la pobreza.
La anciana ve que la guerra no es algo que deba ganarse, sino que es la
causa común de muertes y de sufrimientos, para hombres y para las mujeres y
los niños inocentes. Las madres siempre han visto a sus jóvenes de dieciocho
a veinte años que visten uniforme como muchachos cuyas vidas quizá terminen
prematuramente. Nuestra generación ha sido testigo de que casi todos
nuestros anteriores enemigos se han convertido en aliados o en socios
comerciales, lo cual no compensa en absoluto la pérdida individual.
Caminando por cualquier Monumento Conmemorativo, viendo un nombre tras otro
de jóvenes muchachos, y también de algunas chicas, la certidumbre del
derroche y de la inutilidad de la guerra emergen a la conciencia.
El poder de los círculos de mujeres sobre la sociedad crece a partir de la
conciencia que tienen sus componentes, que suele ser muy elevada. La
autoestima, el éxito y el desarrollo del talento tienen que ver con el hecho
de que nos hayan escuchado y valorado, amado por lo que somos, animado y
apoyado para que lleváramos aquello que nos creíamos capaces de hacer.
Cuando existe un apoyo práctico o psicológico que pueda provocar un cambio
significativo, es más probable que ese cambio suceda. El hecho de que los
demás crean en nosotras, o tengan el mismo punto de vista, o bien sean
modelos de conducta, tiene una influencia invisible y poderosa. La fuerza
para resistir ante la colectividad procede de hallarse en un pequeño círculo
formado por personas conscientes con un generoso objetivo común. Ese círculo
nos permite seguir adelante a pesar del sentido del ridículo, o de los
oponentes que manifiestan que no sabemos de lo que estamos hablando, o de
que no pertenecemos a esa esfera en la que nos queremos situar.
Los círculos de mujeres con conocimiento, con un centro espiritual tienen el
potencial necesario para cambiar el mundo, lo cual lleva a su vez a la
formación de otros círculos, que quizás se encuentren más allá de la
estupidez de las fronteras.
Estos círculos de mujeres y de ancianas deben crearse pronto, y combatir el
militarismo y la beligerancia, y también trabajar contra el poder en la
sombra que nos encadena a la ignorancia y enfrenta al hombre contra el
hombre según sean sus intereses.
Estos círculos de mujeres deben aumentar uno a uno, hasta que vengan a
formar una “masa crítica” y aporte (tanto en el ámbito de los hogares como
en el de las sociedades) el principio femenino de vinculación como antídoto
contra los efectos que provocan el ego y la necesidad.
Mediante la luz de la conciencia debemos hacer desaparecer la búsqueda
egoísta de placer, de seguridad y de poder. Esa necesidad de dominar a los
demás que nace del miedo debe terminar.
El principio masculino consiste en centrarse en un objetivo que conlleva el
éxito personal; consiste en esforzarse por triunfar en un campo en el que la
competitividad permite el desarrollo de la capacidad individual y el trabajo
en equipo. Esto propicia a su vez la creatividad, el conocimiento, la
ciencia y la tecnología, que pueden beneficiar al prójimo.
Entre todos los seres humanos de sexo masculino y femenino que han vivido en
algún momento en el planeta Tierra, somos precisamente las personas que en
la actualidad vivimos la época de apogeo de la ancianidad las primeras que,
como generación, hemos tenido la oportunidad de ser mujeres maternales y
asimismo mujeres de éxito en el mundo exterior. Nos ha sido posible elegir y
tomar nota de las consecuencias de esas elecciones, para integrar ambos
principios femeninos y masculinos en nuestra psique. Ahora bien, podríamos
perfectamente ser un recurso poco duradero, una casualidad histórica que
jamás volverá a darse, si las religiones fundamentalistas y la actitud
patriarcal que éstas generan consiguen sus objetivos. La humanidad lleva un
curso destructivo, de un modo u otro, y la vida del planeta peligra por
culpa de ciertos seres humanos masculinos que poseen poder.
Parece que al homo sapiens se le acaba el tiempo. En el terreno biológico,
la continuación de la especie siempre ha sido cosa de mujeres. En la
actualidad es cosa de ancianas (ancianas y hombres excepcionales que merecen
tal nombre) el sacar adelante al sapiens (que significa "sabio" en latín) a
tiempo para garantizar la continuación espiritual, psicológica e intelectual
de la humanidad. |
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