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CAMBIOS EN LA ADOLESCENCIA
Hormonas
Los
cambios hormonales son muy importantes en esta etapa. La pituitaria y el
hipotálamo, glándulas endocrinas que están en el cerebro, segregan nuevas
hormonas en grandes cantidades, y como consecuencia de esto se producen
transformaciones llamativas, como aumento de peso y de altura, cambios en la voz
y en la sudoración, gracias a las glándulas sudoríparas, y a nivel sexual,
gracias al incremento de otro tipo de hormonas, los estrógenos en las chicas y
la testosterona en los chicos.
Los
cambios en las chicas se producen con un adelanto sobre los chicos que puede
llegar a ser de hasta dos años.
Sexualidad
La
maduración sexual acontece en la pubertad gracias a dos procesos
complementarios. Por un lado, se produce un significativo desarrollo de los
órganos sexuales externos, con aumento de los mismos, así como se inicia la
aparición del vello púbico en las chicas y alrededor del pene en los chicos. Por
otro lado, se desarrolla la capacidad reproductiva, con la ovulación en ellas,
cuyo signo externo sería la menstruación, y la producción de esperma en los
varones.
Estos
cambios aparecen de una manera gradual, lo que facilita la adaptación
psicológica, gracias a la cual los chicos tienen la posibilidad de asumirlos
tanto en su vertiente física como en lo que verdaderamente significan; es decir,
entender que están mucho más cerca de los adultos con capacidad para
reproducirse y poder ejercer en teoría la responsabilidad que eso conlleva. Aquí
es donde se aprecia hoy en día un desfase importante entre una capacidad
biológica, que aparece más tempranamente, y una capacidad psicológica, que, a la
par que la capacidad social, son las que realmente muestran una adecuada madurez
personal.
Es en la
adolescencia cuando aparecen también entre los iguales las primeras relaciones
de amistad íntima y con frecuencia las primeras relaciones sexuales.
Determinadas personas del grupo de referencia adquieren un papel especial que
permite al adolescente expresarse con ellas y contarles los pensamientos más
íntimos y profundos, por lo que van a ser determinantes en su evolución
emocional. El desarrollo sexual experimentado en los años precedentes hace que
surja el interés por las relaciones más íntimas y de tipo sexual, aunque la
verdadera justificación es social, y ello se observa a través de las
estadísticas que nos informan del gran aumento de las relaciones sexuales entre
adolescentes, y una cada vez más temprana edad a la que comienzan a
practicarlas. Un aspecto importante al respecto es el desarrollo de la
afectividad, que requiere tiempo y madurez en las relaciones, para ir haciendo
valoraciones más profundas en cuanto a amistad e intimidad. Como consecuencia,
las relaciones sexuales a esta edad no se dan en consonancia con la estabilidad
en la pareja y proyectos de vida en común, que son cuestiones que se dan en los
jóvenes y adultos.
Procesamiento de la información
En cuanto
a los procesos atencionales y de memoria, si hasta ahora era relativamente fácil
ejercer desde fuera un cierto control de ellos, en este momento, los nuevos
centros de interés del adolescente y el aspecto cambiante tanto de su fisiología
como de su comportamiento hacen que parezca encerrarse en un mundo propio y que,
de pronto, actividades que hasta ahora habían atraído su atención pasen a ser
relegadas. En áreas en las que la atención y la concentración son aspectos
claves, como los estudios y actividades intelectuales, en general, aparecerán
grandes diferencias en su rendimiento, entre las que le interesen mucho y las
que no. Recordemos que la motivación es una característica básica en la
direccionalidad de la atención, es decir, a mayor motivación y curiosidad, más
facilidad para prestar atención a esos estímulos.
Esto
puede resultar paradójico si tenemos en cuenta que alrededor de los 12 o 13 años
la capacidad de razonamiento aumenta considerablemente, por lo que se supone que
los resultados en el aprendizaje tendrían que aumentar linealmente también. La
realidad es bien distinta, primando otros aspectos más de corte personal y
particular, como los intereses propios o el grupo de amistades.
Lenguaje
En el
lenguaje se producen avances significativos en cuanto a capacidad de expresión y
comprensión. Es bastante típico, a estas edades, que se observe un aumento en el
número de opiniones por parte del adolescente, sobre todo en los temas que más
le interesan; incluso algunas que no están necesariamente razonadas ni guiadas
por la racionalidad o la objetividad, sino que más bien reflejan la necesidad
que le surge de opinar y de hacerse notar. No siempre es apreciable el
incremento de vocabulario que se produce a estas edades, pero el aumento de
centros de interés y los requerimientos sociales hacen que su participación
tenga que ser cada vez más activa, teniendo necesariamente que desarrollar la
capacidad que se lo permita. Paradójicamente, es notorio el aumento de un
lenguaje con elementos característicos del grupo al que pertenece y el
empobrecimiento del lenguaje cuando el contexto es otro y principalmente hay
adultos. Y esto es así porque el adolescente es capaz de disfrazar su gran
capacidad de expresión y su riqueza de vocabulario si siente una cierta presión
de su grupo de referencia con el que se identifica, o si así lo decide, por
contraposición directa al contexto en el que esté.
Existe en
esta etapa una extrema identificación con el grupo de iguales o algo más mayores
en edad, reduciéndose en cambio las de etapas anteriores, como la que se daba
con el círculo familiar o vecindad de toda la vida; y asimismo, la necesidad de
que lo sepan los demás. Esto es una demostración más del intento de adaptación a
los grandes cambios que se están produciendo e, indudablemente, indica una
búsqueda de seguridad en sí mismo. De este modo, se produce una tendencia a
evidenciar diferencias con aspectos del pasado, como las opiniones de sus padres
y del entorno más próximo.
Espíritu crítico
Es en
esta etapa cuando el sentido crítico se acentúa y desestabiliza el aspecto
monocorde del mensaje. Sólo la ruptura de un molde puede producir un cambio.
Hasta ahora no necesitaba sentirse diferente y su papel, en mayor o menor
medida, le daba seguridad. Ahora, ésta ha de buscarla y principalmente la
encuentra en sus iguales, con los que más se identifica, ya sea por la forma de
vestir, de actuar, de opinar...
Si hasta
ahora las opiniones eran fundamentalmente descriptivas, basándose en aspectos
externos relativos también a cuestiones concretas, en esta etapa aparecen las
opiniones personales, mucho más centradas en los sentimientos.
Este
aspecto crítico del adolescente madurará adecuadamente en función de que se
contemple como un entrenamiento, aunque a veces pueda estar alejado del sentido
común. Es habitual que su lenguaje sea egocéntrico, centrado en él mismo y al
margen, en mayor o menor medida, de los demás. Vuelve a ser el distintivo que
utiliza para reasegurarse a sí mismo y remarcar las diferencias, por ello, la
empatía, la capacidad para entender a los demás y hacérselo saber, que les
ayudaría a salir de ese egocentrismo, no es precisamente ahora cuando más se
manifiesta, sobre todo en las relaciones con los adultos, ya que con los iguales
sí puede darse lo que les ayuda a ir identificándose cada vez más con ellos.
Razonamiento
Aunque su
capacidad de razonamiento aumenta considerablemente a estas edades y esto lo
demuestra su habilidad para la resolución de problemas variados y para acometer
diferentes tareas escolares de dificultad creciente, vuelve a aparecer una
cierta dualidad, de tal manera que si algo no les interesa nada, parecerá que no
existe avance en su forma de entendimiento, mientras que si está en su foco de
interés, se podrá percibir un alto nivel de pensamiento. Es precisamente ahora
cuando se produce el inicio del pensamiento formal, es decir, la capacidad de
pensar no sólo sobre cuestiones visibles y tangibles, sino de hacerlo cada vez
más sobre temas abstractos y trascendentes, como ideológicos o religiosos. Este
desarrollo del razonamiento abstracto, influido notablemente por el ambiente en
el que se desenvuelva, es crucial para un adecuado desarrollo del grado de
intelectualidad que mostrará cuando sea adulto. La capacidad de razonamiento
lógico y el sentido común también aumentan considerablemente, pero vuelve a ser
difícil en el adolescente apreciarlo a simple vista, ya que fuera de su área de
interés pueden no transmitir nada.
Seguridad en sí mismos
En los
adolescentes se aprecia en muchas ocasiones cierta rotundidad en sus opiniones,
decisiones o posicionamiento ante determinadas circunstancias. Esta aparente
seguridad y firmeza es precisamente todo lo contrario, generalmente actúan así
por la inseguridad que les produce la experimentación de un nuevo papel, gracias
al que se han de autoafirmar y mediante el cual se han de hacer diferentes de
los demás. Este aspecto se debe precisamente a que hasta ese momento el
adolescente ha actuado según un modelo previsible para los demás, pero que está
cambiando para él. Esta inseguridad es explicable precisamente por la adaptación
que tiene que sufrir ante los cambios descritos. La seguridad y la normalización
se irán produciendo en la medida en que el adolescente se vaya identificando con
su propia manera de actuar. El proceso de identidad del adolescente se produce
precisamente cuando va interiorizando los cambios y los va asumiendo como
propios. Los resultados se van consolidando y sobre ellos continuará el proceso
de crecimiento personal. Sexualidad, ideologías, creencias, aspecto y
expresiones ante los demás... Todo está adquiriendo su sello personal.
Autoestima
La
autoestima es un constructo psicológico que se refiere a la valoración que vamos
haciendo de nosotros mismos y a cómo nos sentimos frente a esta percepción, de
tal manera que cuando hablamos de autoestima alta nos estamos refiriendo a que
nos valoramos positivamente y a que esto nos hace sentirnos bien; por el
contrario, cuando hablamos de autoestima baja hacemos referencia a que el
concepto que tenemos de nosotros mismos no es el que nos gustaría y, por tanto,
hace que no nos sintamos bien.
Precisamente en la adolescencia los cambios que se producen y los nuevos
requerimientos por parte del individuo hacen que su autoestima fluctúe hacia
arriba y hacia abajo en períodos de tiempo muy cortos. Esto es normal si tenemos
en cuenta que la continua experimentación por parte del adolescente está repleta
de comparaciones que él mismo va haciendo con figuras significativas para él, y
que al enfrentarlas con lo que espera de sí mismo le va haciendo adoptar nuevos
papeles que le darán mayor o menor satisfacción. Es importante señalar que,
aunque en este periodo el adolescente se va identificando con las distintas
manifestaciones de su forma de ser, en muchos casos son variables que lleva
desarrollando desde hace ya años; en el caso de la autoestima, este constructo
psicológico se va conformando desde una edad bien temprana, lo que diferencia
claramente a los niños que van experimentando sus aprendizajes con seguridad,
sin miedo a equivocarse, frente a los que temen hacerlo mal y viven con cierta
angustia el resultado de su actuación. Si en la infancia la explicación de las
respuestas en el individuo se deben en gran medida al control externo, es decir,
a las variables externas influyentes, tales corno los padres, la educación, la
sociabilización, en la adolescencia esas variables pierden peso y el resultado
es elaborado por la propia participación del adolescente, quien a la vez
experimenta con él mismo y ante esas variables externas.
Emociones
Las
emociones se producen como conjunto de respuestas que expresan el estado de la
persona, generalmente a través de conductas como la serenidad o la excitación,
la alegría o la tristeza, la tranquilidad o el enfado... Las emociones conforman
un patrón de respuesta humano que permite adaptarse al medio y sentir y
expresarse adecuadamente a él.
En una
etapa de tantos cambios, como la adolescencia, las emociones también cambian con
mucha frecuencia.
Como consecuencia de ello, es característica de esta etapa una cierta
ciclotimia; es decir, unos cambios bruscos e importantes en la estabilidad
emocional, que varían desde estar tranquilos y equilibrados, manteniendo un
comportamiento normalizado, hasta una gran alteración que puede llegar hasta la
pérdida de control. El aumento de la segregación de hormonas por las glándulas
endocrinas potencia fisiológicamente este tipo de comportamiento característico.
Conforme
el adolescente va llegando al final de la etapa, que coincide con el inicio de
la juventud, va consolidando su carácter y se va definiendo e identificando con
una forma de ser. Sus respuestas se van estabilizando y se parecen más a las
típicamente adultas.
Toma
de decisiones
El
adolescente se enfrenta de verdad a la auténtica torna de decisiones. Hasta
ahora las preferencias y cuestiones elegidas estaban guiadas en parte por
imposiciones de la familia o del entorno, o simplemente por la inercia de
haberlo vivido desde hacía tiempo, pero ahora aparece la necesidad de
identificarse con ello y de reclamar la opinión personal ante todo. Esto hace
que en esta etapa rompan con actividades de ocio, de formación, amistades, que
hasta ahora mantenían, y comiencen otras que en muchos casos sorprenden incluso
a los que mejor les conocen. También es habitual que en este momento surjan
tiempos muertos, de aburrimiento, en los que el adolescente no encuentra nada
que le motive suficientemente como para dedicarle atención. Son periodos en los
que parece perdido y sin rumbo. Sin lugar a dudas son tiempos de incertidumbre y
preocupación también para los adultos más próximos, que ven cerca los
requerimientos sociales de la etapa adulta hacia aquel.
Amigos
La
amistad cumple diferentes funciones según la edad. Comienza aportando las bases
de la socialización, gracias a tempranos contactos que se producen en torno al
juego y al aprendizaje; continúa a través del compañerismo que se desarrolla en
el entorno escolar y también lúdico, y prosigue en esta etapa con nuevos
significados consistentes en aspectos menos concretos y más relacionados con la
forma de pensar, de expresarse a través no sólo del lenguaje oral, sino de la
ropa y otras características externas con las que ahora se va identificando el
adolescente, no tanto por el aspecto puramente superficial, sino por su
significado para él, teniendo en cuenta valores, expectativas y proyecciones que
hasta ahora nunca se había planteado. Aparecen nuevos amigos que abren la red de
apoyo social, y a su vez nuevas experiencias, y un concepto de amistad más
centrado en la forma de entender la vida y mostrarse ante ella. A su vez se va
produciendo una cierta ruptura con las relaciones hasta ahora primordiales, como
las de la familia. Se trata más bien de un cambio pendular en el que el
adolescente no siente ninguna atracción por lo conocido y sí por lo que le
permite sentirse diferente y en cierta manera especial. El grupo de iguales le
da seguridad.
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