Búsqueda de trabajo. La
entrevista de trabajo
En la
actualidad la búsqueda de trabajo constituye una de las más acuciantes
dificultades con las que ha de enfrentarse el ser humano en su vida. La elevada
tasa de desempleo es un índice claro de un gran problema social: todas las
personas no tienen oportunidad de acceder a un puesto de trabajo.
Esta
dificultad lleva consigo el que gran cantidad de individuos estén desempeñando
trabajos inadecuados a su personalidad, lo que repercute seriamente en el
rendimiento laboral y en el equilibrio personal.
A la hora
de buscar el trabajo idóneo es fundamental seleccionar aquella tarea que
despierte un interés en el individuo y si además es de su gusto y produce un
cierto placer, su desempeño, rendimiento y equilibrio están asegurados.
Otro
factor a tener muy en cuenta es la proporcionalidad entre la capacidad de
desarrollo y actuación del individuo y las exigencias del empleo. Un error muy
frecuente cometido en algunas empresas es situar al trabajador en un puesto
superior o inferior a su capacidad. Cuando la tarea a desarrollar es
excesivamente complicada para el trabajador habrá una mayor cantidad de errores
en su ejecución. Y si el trabajador es una persona responsable, se sentirá muy
frustrado en ese puesto donde no consigue más que fracasos y reprimendas de sus
superiores. Por ambos motivos el rendimiento será muy escaso. Si por el
contrario el trabajador está cualificado para desarrollar una labor más compleja
que la que realiza, a la larga se sentirá descontento y poco motivado; y si no
se le ofrece la oportunidad de ascender, renunciará al trabajo o lo realizará de
un modo completamente indiferente. La conclusión, igualmente, es un bajo
rendimiento. Lo ideal consistiría en situar al empleado en un puesto ligeramente
superior a su capacidad pero en un nivel alcanzable. Esto sirve de estímulo
luchador y de autoexigencia constituyendo un continuo motor del desempeño.
Una de
las pruebas más importantes que tiene que superar el aspirante a un puesto
laboral es la llamada «entrevista de trabajo», donde generalmente, tras haber
entregado previamente toda su documentación y «curriculum», debe efectuar un
encuentro cara a cara con el seleccionador de personal de la empresa donde
aspira ser contratado.
Básicamente existen tres tipos de entrevistas de trabajo:
Individuales: con un entrevistador y un entrevistado.
De grupo:
con un entrevistador y varios entrevistados.
Colectiva
o de «panel»: con varios entrevistadores y un entrevistado. Esta última se viene
utilizando frecuentemente en la Administración Pública.
Una buena
entrevista de trabajo debe consistir en un intercambio de información, de
actitudes, de opiniones, de experiencias y aspiraciones. Todo ello dentro de un
clima de confianza y distensión. Lo malo es que muchos entrevistadores
convierten la entrevista en un interrogatorio donde se buscan más los defectos
que las aptitudes. A veces se crean serias tensiones para analizar la reacción
del aspirante, que lógicamente siempre se halla en inferioridad de condiciones.
Generalmente es una experiencia desagradable donde resaltan algunos factores
como los más censurables: el tiempo que hacen esperar al entrevistado antes de
pasar al despacho del entrevistador; pueden ser momentos insufribles para
algunos candidatos. El marco físico de la entrevista, que a veces parece un
tribunal de justicia. La violación de la intimidad cuando se utilizan preguntas
personales que no vienen a colación. Y la posible tendencia a ridiculizar los
valores presentados por el candidato.
Existe
una relación que debe tenerse en cuenta tanto por el empresario como por el
aspirante a un puesto de trabajo: un trabajo eficaz está en función de una buena
selección del empleado según su aptitud, formación profesional y experiencias,
así como una acertada motivación que le haga estimar su labor.