BULIMIA NERVIOSA
Criterio diagnóstico del DSM-IV:
•
Presencia de atracones recurrentes. Se caracterizan por:
— Ingesta
de alimento en un corto espacio de tiempo (por ejemplo en un periodo de dos
horas) en cantidades superiores a las que la mayoría de las personas ingerirían
en un periodo similar y en las mismas circunstancias.
—
Sensación de pérdida de control sobre la ingesta del alimento (por ejemplo, la
sensación de no poder parar de comer o no poder controlar el tipo o la cantidad
de comida que se está ingiriendo).
•
Conductas compensatorias inapropiadas, de manera repetida, con el fin de no
ganar peso, como son la provocación de vómitos, el uso excesivo de laxantes,
diuréticos, enemas u otros fármacos y el ayuno y ejercicio excesivo.
• Los
atracones y las conductas compensatorias inapropiadas tienen lugar como promedio
o, al menos, dos veces a la semana, durante un período de tres meses.
• La
autoevaluación está exageradamente influida por el peso y la silueta corporal.
• La
alteración no aparece exclusivamente en el transcurso de la anorexia nerviosa.
Tipo
purgativo: durante el episodio de bulimia nerviosa, el individuo se provoca
regularmente el vómito o usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.
Tipo no
purgativo: durante el episodio de bulimia nerviosa, el individuo emplea otras
conductas compensatorias inapropiadas, como el ayuno o el ejercicio intenso,
pero no recurre regularmente a provocarse el vómito ni usa laxantes, diuréticos
o enemas.
Los
factores predisponentes y precipitantes del trastorno son similares a la
anorexia nerviosa, aunque existen diferencias de otra índole.
Descripción de la paciente bulímica
• Suele
tener un peso cercano a la media y en ocasiones sobrepeso y se siente frustrada
por no poder conseguir esa disminución de peso que desea, y a su vez se siente
avergonzada por las estrategias que utiliza para conseguirla.
• Tiene
conciencia de enfermedad desde el inicio de la misma, se avergüenza, y desea
poder controlarla. La describe como algo muy parecido a cualquier adicción.
Cuando habla del momento anterior al atracón y del ritual de preparación del
mismo, los signos que padece son muy parecidos a los de una situación de
abstinencia de cualquier sustancia tóxica (sudoración, palpitaciones, temblor,
ansiedad...).
Puede
aparecer tanto durante la adolescencia como en la edad adulta. Sigue siendo más
común en las mujeres que en los hombres.
En la
mayoría de los casos hay algún conflicto emocional de base, del que la persona
puede no ser consciente. Pero el malestar que le provoca normalmente lo palia
recurriendo a las conductas patológicas con la comida. Con ello no consigue
solucionar el primer problema y desencadena uno nuevo. El atracón supone para
ella una satisfacción inmediata frente a una insatisfacción continuada y de
largo plazo. El curso de la enfermedad suele ser crónico e intermitente. Son
comunes las recaídas. Y la duración del tratamiento es de dos a cinco años.
Son
pacientes muy inestables emocionalmente, sufren comúnmente sintomatología
depresiva, acompañada de ideas de suicidio, y tienen más alto riesgo de
culminarlo que en cualquier otro trastorno alimentario, desencadenándose, en la
mayoría de los casos, por la impotencia para controlar la enfermedad {se sienten
atrapadas por el ritual del atracón/vómito y por no poder conseguir lo que se
proponen: bajar de peso). Ellas mismas describen como totalmente imposible parar
un atracón cuando lo han comenzado, sienten su voluntad totalmente anulada. El
atracón lo realizan en secreto, generalmente de forma rápida y sin apenas
masticar el alimento.
• Su
enfermedad puede pasar desapercibida por los otros durante mucho tiempo, ya que
pueden hacer todas las comidas normales y en el entorno familiar.
• Es muy
común que se sientan cansadas, debido a la descompensación que provoca el
atracón/vómito en el sodio y potasio corporal. Por tanto, es normal que bajen el
rendimiento de la actividad que realizan, e incluso lleguen a abandonarla
(estudios, trabajo, etcétera) y se refugien en el hogar familiar, incluso pueden
llegar a pasarse todo el día en la cama, sin relacionarse con nadie.
• No
siempre el atracón es desmesurado. Hay excepciones, en las cuales el paciente
considera que lo ingerido es equivalente al atracón (un simple pastel) y actúan
igual que si lo fuera y con la misma culpabilidad.
• El
deterioro orgánico que se produce es muy similar al de la anorexia nerviosa,
adjuntando además el producido por los atracones/vómitos a nivel de aparato
digestivo.
Tratamiento
Siempre
debe ser dirigido por profesionales expertos en el trastorno (psiquiatras,
psicólogos, nutricionistas, etcétera). La familia del paciente puede jugar un
papel muy importante con su colaboración.
Durante
el tratamiento pueden aparecer períodos intermitentes de total normalidad con la
comida, que hacen que el paciente considere que ya ha superado o que puede
controlar por sí solo la enfermedad, y que abandone el mismo. Pero, cuando
vuelve a recaer y reaparece nuevamente el atracón (lo que es muy común que se
produzca al inicio del mismo tratamiento), anímicamente se hunde mucho más que
al inicio de la enfermedad, y le cuesta retomar las pautas del tratamiento.
Conclusiones
• No toda
la persona que ha vomitado alguna vez es bulímica.
• La
persona bulímica sí tiene verdadera conciencia de enfermedad, y se avergüenza de
la misma.
• Es muy
importante tratar el trastorno lo más pronto posible desde su aparición. Una
larga evolución de la enfermedad implica mal pronóstico en la mayoría de los
casos; en cambio, una detección temprana favorece la recuperación.
• Se debe
acudir siempre a profesionales especializados en el tema.
• En la
mayoría de las ciudades existe alguna asociación de trastornos alimentarios
(ADANER, ACABA, etcétera), que nos informará y orientará correctamente de los
pasos a seguir para enfrentarnos a ellos.
No se
debe reprochar nunca al paciente que no sale de la enfermedad porque no quiere,
ya que no es una cuestión de voluntad. Es una cuestión de enfermedad y no de
voluntad.
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