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EL BELLO DESCONOCIDO
Encontrar una identidad
EN EL MITO, EL HÉROE REPRESENTA EL IMPULSO HUMANO DE ABANDONAR LA SEGURIDAD
DE LAS INMEDIACIONES ACOGEDORAS Y FAMILIARES Y AVENTURARSE EN TERRITORIO
DESCONOCIDO E INCLUSO PELIGROSO. EN LOS MITOS DEL REY ARTURO, EL CABALLERO
ERRANTE SE ENFRENTA A MUCHOS PELIGROS, PERO LOS DOS PELIGROS MAYORES QUE
TIENE QUE ENCARAR SON EL DESHONOR Y LA MUERTE. EN OTRAS PALABRAS, ARRIESGA
SU VIDA POR SU IDEAL DE LO QUE ÉL DEBERÍA SER. EN ESTE RELATO, NUESTRO HÉROE
ES GUINGLAIN. AL PRINCIPIO, AL IGUAL QUE PEREDUR Y SIGFRIDO, NO CONOCE SU
NOMBRE, NI QUIÉN ES SU PADRE. SU MADRE LO HA CRIADO EN SOLITARIO Y, DEBIDO A
LO ASOMBROSAMENTE APUESTO QUE ES, LO LLAMA EL HIJO BELLO.
Al llegar a la virilidad, Guinglain abandonó la casa de su madre y cabalgó
hasta la corte del Rey Arturo. Entró audazmente en el gran salón y le pidió
al rey que le concediera lo que le iba pedir. Arturo, divertido por la
extraña mezcla de confianza e ingenuidad del joven, aceptó. Como el joven no
tenía nombre, sino un semblante apuesto y agradable, el rey lo llamó el
Bello Desconocido.
Justo en esa ocasión apareció otro personaje extraño, una doncella, cuyo
nombre era Helie. Esta le rogó al Rey Arturo que le enviara un caballero
para rescatar a su señora, Rubia Esmeree, reina de Gales. Dos brujos
malvados habían convertido a Esmeree en un dragón, y la pobre reina solo
podía ser liberada de su encantamiento por medio de un beso. Por supuesto,
Guinglain ofreció sus servicios inmediatamente; y Arturo, comprometido por
su promesa de conceder al joven todo lo que deseara, le otorgó su permiso.
Al principio, Helie se sintió irritada porque le habían asignado un joven
inexperto, que carecía hasta de nombre, para realizar una tarea tan
importante. Montó a caballo furiosa, y a Guinglain le costó mucho trabajo
darle alcance.
No obstante, al poco tiempo, Helie cambió de opinión al ver que el Bello
Desconocido demostraba ser un valeroso e inteligente acompañante. Derrotó a
un fiero caballero en el Vado Peligroso, salvó de dos gigantes a una joven,
y derrotó a tres caballeros más que le atacaron. Helie y el Bello
Desconocido llegaron a la Isla Dorada, a la que solo se podía acceder a
través de un pasadizo elevado. Estaba bien defendida por un formidable
caballero, que deseaba casarse con la señora de la Isla Dorada; pero esta
dama no lo amaba, y prometió que solo consentiría en casarse con él si
lograba mantener el pasadizo durante siete años. El caballero lo había
logrado ya durante cinco años, y una hilera de cabezas cortadas ensartadas
en altas lanzas señalaban su eficiencia en el combate. Guinglain, sin
embargo, desafió, combatió y mató al caballero sin demasiado alboroto.
La señora de la isla era un hada de impresionante hermosura, llamada la
Doncella de las Manos Blancas. Vivía en un castillo de cristal en medio de
un jardín lleno de especias y flores que brotaban durante todo el año. El
hada estaba enamorada de Guinglain desde hacía mucho tiempo, aunque él no lo
sabía. Le dio la bienvenida a la isla y le declaró su deseo de casarse con
él. Guinglain también sintió una gran atracción por ella, pero Helie le
recordó la empresa que le esperaba, y a la mañana siguiente, temprano,
huyeron sin ser vistos.
Aquella noche llegaron a un castillo en el que la costumbre era luchar con
el castellano para ganar una noche de alojamiento. Guilgain ganó la justa
fácilmente, y el castellano les dio un cálido recibimiento. Al día siguiente
los condujo a la Ciudad Yerma de Senaudon, en la que se hallaba prisionera
la señora de Helie, Rubia Esmeree. El castellano le previno a Guinglain de
que debía devolver cualquier saludo de bienvenida que recibiera en la ciudad
con una maldición.
La ciudad de Senaudon había sido gloriosa tiempo atrás, pero ahora estaba en
ruinas. Guinglain cabalgó por un portón roto y pasó delante de torres
derruidas y desiertas y, finalmente, llegó hasta un palacio. Allí, unos
pálidos juglares tocaban desde las ventanas iluminadas con velas, dándole la
bienvenida. Pero Guinglain obedeció las órdenes recibidas y los maldijo.
Entró en el gran salón, donde fue atacado por hachas, ya que las manos que
las blandían eran invisibles. Después apareció un enorme caballero sobre un
caballo que echaba fuego al respirar. Guinglain, aunque muy aterrado, luchó
contra él con coraje y lo mató, y el cuerpo del caballero, en forma
milagrosa, se pudrió ante sus ojos. Los juglares huyeron con sus velas, y
Guinglain se quedó a solas en la oscuridad, manteniendo el ánimo al pensar
en la bella Doncella de las Manos Blancas. Entonces una horrible serpiente
lanzando fuego por la boca se arrastró hacia él en la oscuridad y lo besó en
los labios. Una voz misteriosa le anunció: «Tu nombre es Guinglain y tú eres
hijo de Gawain». La búsqueda del héroe dio su fruto finalmente, y Guinglain
se quedó dormido en ese lugar, agotado, pero muy contento porque ahora sabía
quién era.
Cuando despertó, el salón estaba lleno de luz, y cerca de el se hallaba una
hermosa mujer, aunque no tan bella como la Doncella de las Manos Blancas.
Esta señora era Rubia Esmeree, que había recobrado su forma humana. Le contó
a Guinglain que los dos hechiceros, Mabon y Evrain, la habían hechizado a
ella y a toda la ciudad con el fin de obligarle a casarse con Mabon; el
hechizo había expulsado a todos los habitantes de la ciudad. Mabon era el
caballero gigante que montaba el caballo que echaba fuego por la boca, a
quien Guinglain había matado la noche anterior; y ahora que estaba libre del
hechizo, Esmeree trató de casarse con Guinglain.
Al principio, este accedió, pero se dio cuenta de que a quien él quería era
al hada, la Doncella de las Manos Blancas. Regresó otra vez a la Isla
Dorada, y finalmente él y el hada consumaron su amor. Ella le dijo que lo
había estado protegiendo toda su vida. Había enviado a Helie a la corte de
Arturo sabiendo que Guinglain se ofrecería como voluntario para la aventura;
y fue su voz la que pronunció su nombre y finalmente le reveló su verdadera
identidad.
Sin embargo, cuando llegaron noticias de que el Rey Arturo había organizado
un gran torneo, el hada sabía que no podría retener a su amante por más
tiempo. Y, habiendo dormido en sus brazos, Guinglain se despertó a solas en
un bosque, vestido con armadura y con un caballo a su lado. Demostró su
valor una y otra vez en el torneo y se reunió con Rubia Esmeree, quien lo
había seguido hasta allí. Juntos viajaron a Senaudon, contentos al comprobar
que su pueblo había regresado. Allí se casaron y fueron coronados reyes en
medio de gran regocijo.
COMENTARIO.
La historia del Bello Desconocido describe la búsqueda de identidad y nos
cuenta, que solo a través del peligro y de la dificultad duraderos se puede
descubrir el verdadero ser. Al comienzo de la historia, Guinglain, como la
mayoría de los jóvenes, no sabe quién es. A fin de descubrirse a sí mismo,
debe afrontar muchos peligros. En la vida diaria, cada persona debe
abandonar la seguridad del hogar para arreglárselas a solas. En muchos mitos
se requiere la lucha con un dragón a fin de conquistar el mal. Los dragones
son a menudo símbolo de la codicia humana, del caos y de la destructividad.
Devoran todo lo que se atraviesa en su camino y todo lo destruyen con fuego.
Pero la tarea de Guinglain no es matar al dragón; es besar a ese ser para
romper un hechizo y devolver la vida a la ciudad. Esto sugiere que la
compasión y la comprensión pueden lograr mucho más que la cólera o la
supresión en la batalla contra la destructividad interior. Los magos
malvados, Mabon y Evrain, representan una fuerza antivital, que causa el
estatismo y la corrupción. Ellos paralizaron la ciudad expulsando a sus
habitantes; y los juglares con las velas, que dieron la bienvenida a
Guinglain tan ávidamente, son la muerte ambulante, la gente que ha muerto en
su interior porque han dado paso a una desesperación y una oscuridad
interiores. Mabon, también, está muerto interiormente —no hay amor,
compasión ni gozo en su corazón—, por lo que se pudre de inmediato.
Estas imágenes del mal que Guinglain derrota no solo están «ahí afuera», en
el mundo, sino también dentro del Bello Desconocido. Se trata de los
impulsos oscuros, destructivos y retrógrados con los que todo joven tiene
que luchar si ha de obtener su lugar en la luz y reclamar un sentido de
identidad y una vida plena y productiva. En las imágenes de los brujos
podemos vislumbrar la amargura y la desesperanza que están detrás de
múltiples ejemplos trágicos de jóvenes que se vuelven drogadictos y
criminales. Igual que la reina y su ciudad, ellos están hechizados por la
creencia de que no hay esperanza y que el mundo es un lugar terrible y
estéril. No es suficiente con inculpar a estas fuerzas antivitales en la
«sociedad» o en el «gobierno». Ellas se encuentran dentro de nosotros,, y la
lucha por la identidad supone encararlas honestamente y superarlas.
Guinglain devuelve la vida a la Ciudad del Derroche casándose con su reina y
se convierte en un rey de vida en lugar de uno de muerte. Logra también el
amor del hada, y es ella quien le dice su nombre. Antiguamente se creía que
el nombre verdadero de una persona contenía la esencia del ser de esa
persona., y recibir el don de su nombre significa que Guinglain conoce ahora
quién y qué es él. Obtiene el amor del hada por su coraje y belleza; no
obstante, es finalmente su devoción al deber, reflejada en su lealtad al Rey
Arturo, lo que rompe el hechizo que ha lanzado sobre Guinglain. En lugar de
vivir con el hada, se casa con una reina humana y gobierna sobre una ciudad
humana, no sobre el dominio de un hada. Esta es una parte importante del
relato, pues por casarse con una mujer verdadera, y no con una criatura de
fantasía, es como logra su total integridad. Se debe alejar de amores y
vidas fantásticos, pues su camino se halla en el mundo de los humanos, no en
una ciudad tentadora de plantas siempre floridas. En este sentido, el hada
representa una muerte interior si Guinglain se quedara con ella mucho
tiempo; el camino hacia sus dominios está, después de todo, alineado con
cabezas cortadas. La isla mágica del hada es el reino de la imaginación, que
nos conduce a la creatividad potencial,y es también una imagen de los
ideales que nos dan el incentivo para salir a la vida. Pero este reino de la
imaginación, separado de la vida real nos aparta de la vida y nos lleva por
un camino sin salida hacia el deterioro y la muerte. Los ideales nos
inspiran para realizar el bien, lo verdadero y lo bello; no obstante, por su
naturaleza, no pueden ser nunca alcanzados en su totalidad, y si habitamos
durante mucho tiempo en el reino de la imaginación, puede que ignoremos el
mundo exterior que requiere nuestros esfuerzos y nuestra atención. En
determinado nivel de la evolución humana, los seres humanos necesitamos a
ambos, a los ideales y al sentido de realidad, pues todas las personas deben
aceptar que han de vivir la vida aquí y ahora, y tienen que hallar su propia
identidad dentro del marco de los seres humanos y de su realidad.
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