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Avanzando hacia la
perfección.
Mediante los ejercicios mencionados, este loto se vuelve más y más perfecto,
pues de esos ejercicios depende el desarrollo del don de la clarividencia.
Cuanto mejor armonicen los pensamientos y palabras de una persona con los
hechos del mundo exterior, tanto más rápidamente se desarrolla este don. El
que piensa o dice algo que se aparta de la verdad, destruye algo en el
germen del loto de dieciséis pétalos. La veracidad, la sinceridad y la
lealtad, son fuerzas constructivas; la propensión a la mentira, la falsedad
y la deslealtad son fuerzas destructivas. Y el discípulo tiene que ser
consciente de que no bastan las buenas intenciones, sino que se, trata de lo
que realmente se haga.
Si pienso o digo algo que no concuerda con la realidad destruyo algo en mi
órgano de percepción espiritual, por más excelentes que hayan sido mis
intenciones. Es un caso semejante al del niño que se quema al jugar con
fuego, aunque lo haga por ignorancia.
La observación de estas actitudes del alma hace que el loto de dieciséis
pétalos irradie en colores magníficos y le dé un movimiento armonioso.
Recordemos, sin embargo, que el don de la clarividencia a que nos hemos
referido no puede empezar a manifestarse hasta que el desarrollo del alma
haya alcanzado cierto grado. No se manifiesta este don mientras sea un
esfuerzo penoso el orientar la vida en esa dirección.
El discípulo no está aún maduro mientras la actitud descrita requiera una
atención particular. Sólo cuando se haya alcanzado la madurez de vivir de la
manera aquí descrita, tal como en otros aspectos el ser humano lo hace por
hábito, aparecen los primeros indicios de la clarividencia. Todo lo aquí
indicado ya no debe ser penoso, sino haberse convertido en modo natural de
vivir. El discípulo no ha de tener necesidad de vigilarse e incitarse
constantemente; el vivir de este modo ha de ser un hábito.
Existen ciertas instrucciones para desarrollar de manera diferente el loto
de dieciséis pétalos; pero la verdadera ciencia oculta las rechaza todas,
puesto que conducen al quebranto de la salud física y a la perdición moral.
Esas instrucciones son más fáciles de seguir que las aquí descritas, pero
solamente la observancia de éstas, por largo y penoso que sea este camino,
conduce a la meta segura y siempre d fuerzas y vigor a la moral y a la
virtud.
El desarrollo desfigurado de una flor de loto, de presentarse cierta
clarividencia, no sólo da lugar a ilusiones e ideas fantásticas, sino que
provoca extravíos e inconstancia en la vida común, puede causar timidez,
envidia, vanidad, arrogancia, egoísmo, etc., incluso en personas que, antes,
no hayan tenido estos defectos. |
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