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EL ÁGUILA Y EL ESCARABAJO.
Perseguía el águila a la liebre, que huía velozmente a su madriguera, cuando
ésta halló en el camino el nido del escarabajo. Piense cada cual si era un
refugio tranquilo; pero ¿dónde otro mejor? Sin pensarlo mucho, la liebre en
él se acurruca. Despreciando el asilo, el águila se precipita tras la
liebre, pero el escarabajo se interpone y dice:
-¡Reina de las aves todas! Muy fácil es para ti arrebatar a pesar mío a esta
liebre infeliz; pero no me hagas esta ofensa, yo te lo suplico. Puesto que
la cuitada te pide la vida, dásela, ¡oh princesa!, o quítamela a mí también;
es mi vecina, es mi compañera.
El pájaro de Júpiter, sin contestar una palabra de un aletazo aturde y hace
enmudecer al escarabajo, arrebatando a la liebre. El animal ofendido, vuela
hasta el nido del ave, estando el águila ausente, y estrella uno por uno sus
tiernos huevos, su más cara esperanza, sin perdonar ninguno.
Vuelve el águila a su nido, y al ver el estropicio, llena el cielo con sus
gritos sin saber en quién vengar, para colmo de su ira, la afrenta que ha
recibido. En vano gime y se lamenta; sus quejas se las lleva el viento. Ese
año tuvo que vivir como madre afligida. Al siguiente hizo su nido en un
lugar mas elevado. Pero el escarabajo, con paciencia, sube y lanza los
huevos en el vacío, dejando vengada así la muerte de la desgraciada liebre.
Fue tal ese segundo duelo, que el eco de los bosques no durmió en seis
meses. Al fin el pájaro que raptó a Ganimedes (1) implora la ayuda del
monarca de los dioses. En su regazo deposita sus huevos, creyendo que en
semejante lugar estarán seguros, pues Júpiter, por su propio interés, tendrá
que defenderlos. ¡Atrevido será quien intente apoderarse de ellos!
Pero su enemigo cambia de arma y deja caer una bola de barro sobre las
vestiduras del dios, el cual, al sacudirse, vuelca por tierra los huevos.
Viendo el águila su descuido, amenaza a Júpiter con marcharse de su corte
para vivir en el desierto y otras extravagancias por el estilo. El pobre
Júpiter se calla y llama ante su tribunal al escarabajo. Este cuenta el
asunto y explana su querella. Y al fin se le dice al águila que no estaba en
lo justo. Pero entrambos enemigos no quieren reconciliarse, y el rey de los
dioses decide zanjar el conflicto, mudar la época en que el águila hace el
amor a una estación distinta, cuando la raza de los escarabajos, en sus
cuarteles de invierno, se oculta de día como la marmota.
(1) El águila, pájaro de Júpiter que raptó a Ganimedes: el águila estaba
consagrada a Zeus, el cual, enamorado de la belleza del joven Ganimedes,
príncipe troyano, hízole raptar por el águila para que sirviera de copero a
los dioses. |
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