LA VIOLENCIA. REFLEXIONES
Si reflexionas sobre este breve texto, si
permites que estas pocas palabras te vayan enriqueciendo con su profundo
significado, de la misma manera que el agua vivifica a un árbol, tu
esencia transmutará.
La principal causa de violencia es que cada
uno de nosotros busca internamente, psicológicamente, seguridad,
sentirnos seguros en nuestras relaciones con todo. Pero la certidumbre,
la seguridad permanentes no existen. Uno puede observar y descubrir en
sí mismo esas cosas que, proyectadas exteriormente, son las causas de
esta brutalidad extraordinaria, de esta insensibilidad, de esa
indiferencia y violencia que nos rodean.
La mayoría de nosotros jamás ha prestado
atención completa a nada, pero cuando lo haces surge, existe esa
preocupación por el otro, y no puedes preocuparte por el otro cuando no
existen afecto y amor. Así, ¿Hay espacio para la violencia?
Cuando una persona está en conflicto dentro
de sí misma, inevitablemente debe crear conflicto afuera; sólo ella
puede originar paz en sí misma y, por consiguiente, en el mundo, porque
ella es el mundo.
Lo primero que debemos hacer es darnos
cuenta de que somos violentos, no tratar de volvernos no violentos;
debemos mirar con inocencia, mirar sin la imagen, como si fuera la
primera vez. La estructura misma del ser humano es adquisitiva,
violenta. En tanto nos entreguemos de forma individual a la ignorancia y
a su resultado (el proceso histórico del miedo, odio, codicia y demás)
le pertenecemos.
El mundo es una extensión de nosotros
mismos. Si uno, como persona, desea destruir el odio, como persona debe
dejar de odiar. Uno mismo debe disociarse del odio en todas sus formas,
groseras y sutiles; en tanto este preso en ella forma parte de ese mundo
de ignorancia y de miedo. Entonces el mundo es una extensión de uno
mismo, es uno mismo duplicado y multiplicado.
El mundo no existe a parte del individuo.
Puede existir como una idea pero, en verdad, el mundo no existe aparte
de la persona. La ignorancia del ser humano, su codicia y su miedo
mantienen la estructura de ignorancia, codicia y miedo. Pero cuando la
persona se disocia de las terribles causas que crean pesadumbre y dolor
es seria, atenta y reflexiva, y accede también a un estado de plenitud,
de totalidad.
Uno se convierte en aquello mismo que
combate. Si soy brutal y tú usas métodos brutales para vencerme,
entonces ya te has vuelto tan brutal como yo. La ira, la violencia, debe
ser estudiada con tolerancia y comprendida, no puede ser vencida por
métodos violentos. Puede ser el resultado de muchas causas y, sin
comprenderlas, no hay manera de superar la violencia.
Nosotros hemos creado al enemigo, al
bandido, y el hecho de convertirnos nosotros mismos en el enemigo de
ninguna manera origina el fin de la violencia. Tenemos que comprender la
causa de la violencia y dejar de alimentarla con nuestros pensamientos,
sentimientos y acciones. Esta es una tarea ardua que requiere constante
consciencia y percepción alerta de nosotros mismos y una inteligente
flexibilidad, porque aquello que somos, eso es la sociedad y el mundo.
El enemigo y el amigo son el resultado de nuestro pensamiento y de
nuestra acción. Somos los responsables de crear división y enemistad. El
recto pensar pone fin a la división. El recto pensar es amor, y este
trasciende al amigo, al enemigo y desintegra lo que no debe ser.