Soplan vientos de cambio y los hombres, cual árboles, son removidos
hasta las raíces. Siempre ha sido así.
Como decía Tagore: "La verdad levanta tormentas contra sí que
derraman su semilla a los cuatro vientos".
Son los vientos del progreso que, al mismo tiempo que mueven, son
ellos también movidos por el hombre. Causa y efecto a la vez, el
cambio es la eterna esencia que convierte la piedra en hombre y al
hombre en Dios. Así ha sido siempre.
Nada es eterno; solamente el cambio permanece. Lo que era verdad
ayer, no lo es hoy. La verdad de los hombres es mutable y en esa
constante debemos movernos para alcanzar la Verdad Universal.
En los últimos años el hombre ha modificado sus ideas respecto a
cuestiones como la familia, el trabajo, el amor, la religión..., y
tantas otras más.
El hombre atraviesa una crisis de identificación con sus anteriores
coordenadas filosóficas. El antiguo modelo no ofrece ya soluciones a
sus nuevas preguntas y comienza a crear otro en el cual se integran
sus nuevos planteamientos mentales, su nueva "escala de valores".
Un hombre nuevo esta emergiendo, como tantas otras veces, sin
ruidos, siendo apenas percibido, pero con la implacable fuerza de la
ley de la Evolución. El hombre busca un sentido a su vida y anhela
su pleno desarrollo, rotas las amarras del materialismo. Estos
sentimientos surgen desde lo más hondo de su propia esencia, desde
esa parte de divinidad que todos poseemos en origen, fruto de ella,
la expansión de la conciencia del
hombre actual dará lugar a una nueva sociedad, a un nuevo mundo
mucho mejor.
El cambio hacia a un nuevo horizonte ya está en nosotros, en las
mentes, en los corazones y desde siempre en nuestra alma y, muy
pronto, será una realidad en nuestras manos. Esperamos que estos
nuevos vientos nos acompañen a todos nosotros y, que una suave brisa
para vosotros provengan desde ésta, vuestra Página de la Vida.