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Tetis y Aquiles.Grandes
expectativas.
LOS PADRES SUELEN ESPERAR DE SUS HIJOS POCO MENOS QUE TODO. QUIZÁ EL TEMA
MÁS IMPORTANTE EN ESTA HISTORIA GRIEGA SEA LA AMBICIÓN QUE MANIFIESTA TETIS
A FAVOR DE SU HIJO. DESEA QUE EL HIJO SEA UN DIOS. LA HISTORIA TIENE UN
FINAL TRISTE, PERO ENCIERRA UNA INTUICIÓN PROFUNDA SOBRE LAS ESPERANZAS
SECRETAS, SUEÑOS Y ASPIRACIONES QUE, INCONSCIENTEMENTE, PODEMOS PEDIRLES A
NUESTROS HIJOS QUE REALICEN, A VECES PARA SU PESAR.
Tetis
fue la gran diosa del mar y gobernó sobre todo lo que se movía en sus
profundidades. Pero al llegar el tiempo de casarse, Zeus, el rey de los
dioses, había recibido una profecía que le advertía de que si Tetis se
casaba con un dios, tendría un hijo que sería más grande que el propio Zeus.
Preocupado por no perder su posición, Zeus casó a la diosa del mar con un
hombre mortal llamado Peleo. Este matrimonio mixto no resultó mal, y ambos
se adaptaron con relativa facilidad aunque, a veces, Peleo se quejaba de los
poderes sobrenaturales de su esposa, y esta, a veces, sentía que su
casamiento no había estado a la altura de su condición.
A su debido tiempo, Tetis tuvo un hijo a quien puso por nombre Aquiles. Por
ser hijo de padre mortal, también era mortal, y la duración de su vida fue
establecida por las Parcas, como ocurría con todos los seres mortales. Pero
Tetis no estaba satisfecha con esta situación. Como era inmortal, no deseaba
permanecer eternamente joven mientras veía a su hijo envejecer y morir. De
modo que decidió llevarlo en secreto a la laguna Estigia, en cuyas aguas se
halla el don de la inmortalidad. Una vez allí, sostuvo al niño por un talón
y lo sumergió en las aguas, creyendo que de este modo lo haría inmortal.
Pero el talón por donde lo había sujetado no tuvo contacto con el agua de la
Estigia y, como consecuencia, el cuerpo de Aquiles quedó vulnerable en ese
preciso lugar.
Cuando alcanzó la edad adulta y tomó parte en la guerra de Troya, Aquiles
recibió una herida mortal causada por una flecha en el talón. Aunque Aquiles
alcanzó una gran gloria y fue recordado para siempre, Tetis no pudo engañar
a las Parcas ni convertir lo que es humano en sustancia divina.
COMENTARIO
Hay muchos padres que
desean inconscientemente que sus hijos sean divinos, aunque claro, no del
mismo modo que Tetis. No esperamos que nuestros hijos vivan eternamente,
pero puede que queramos que sean mejores que otros niños; más bellos, mejor
dotados, más brillantes, destacados, especiales y exentos de las
limitaciones ordinarias de la vida. Ningún niño puede estar a la altura de
semejantes expectativas inconscientes, y cualquier niño puede sufrir a causa
de que su condición humana normal no sea apreciada debido a los esfuerzos
agotadores de los padres por lograr un ser sobrehumano.
Es posible que también esperemos que nuestros hijos, de algún modo, nos
rediman; que conviertan en bueno lo que nosotros mismos hemos echado a
perder, o que vivan lo que a nosotros se nos ha negado vivir. Puede que
hagamos sacrificios con la esperanza de que los hijos le darán significado a
nuestra vida, en lugar de dejarles que vivan la suya. Y cuando tropiezan y
caen, como les ocurre a todos los seres humanos, o cuando ante nuestros
esfuerzos muestran una gratitud insuficiente, puede que nos sintamos
indignados y ofendidos. Todo esto puede extraerse de la historia de Tetis y
Aquiles.
Tetis, la diosa madre que desea que su hijo sea divino como ella, en lugar
de mortal como su padre, es también una imagen de una cierta actitud hacia
el cuidado excesivo. Si una madre desea poseer a su hijo totalmente, y no
desea o no es capaz de compartir el amor del hijo, pueden derivarse muchos
problemas. El matrimonio de Tetis y Peleo, con Aquiles como su progenie,
encarna un matrimonio en el que existe un desequilibrio entre los padres.
Tetis, que se siente superior a Peleo, espera que su hijo se parezca a ella.
Este es un conflicto bastante común; puede que fantaseemos secretamente
sobre la identidad de los hijos, en lugar de reconocer que ambos padres han
contribuido a su existencia. Esto puede suceder cuando se trata de un
matrimonio infeliz o frustrado. Por su parte, el padre puede idealizar
también a su hija, como Tetis lo hace con su hijo, y puede que se esfuerce
inconscientemente en separar a madre e hija, de modo que ningún extraño
pueda dañar la unidad del nexo padre-hija.
Todos estos son problemas relacionados con la paternidad que, antes que ser
considerados patológicos, deben ser vistos como humanos. Pero los mitos se
refieren a seres humanos, a pesar de que sus personajes principales
aparezcan como dioses. ¿Cómo nos enfrentamos con estos asuntos de
expectativas exageradas y posesividad? Si traemos hijos al mundo, les
debemos equidad y justicia en nuestro trato mental y emocional con ellos. Lo
primero y lo principal es que seamos conscientes de nuestros sentimientos
ocultos. Si sabemos que esperamos demasiado de nuestros hijos, podemos
mostrarles amor aun cuando no lleguen a alcanzar lo que esperamos, y podemos
alentarlos a seguir el camino de sus propios corazones y almas, en lugar del
que nosotros desearíamos haber seguido.
Los sentimientos conscientes y moderados no destruyen. Por el contrario, los
sentimientos inconscientes, que resultan en un comportamiento inconsciente,
pueden causar un gran daño a un hijo. Ninguna vida paterna es perfecta, y
todos albergamos esperanzas poco realistas para nuestros hijos. Esto es
humano y natural. Pero ellos no son divinos, ni tampoco se hallan en esta
tierra para nuestra gloria o para la redención de nuestra propia vida.
En el matrimonio de Tetis y Peleo, creado por la sabiduría de Zeus, subyace
una imagen profunda de la mezcla de lo humano y lo divino, que se encuentra
en el origen de todo ser humano: todos los hijos participan de ambas
condiciones. Si somos capaces de recordar esto y de dejar que nuestra
descendencia sea tan humana como realmente es, entonces este antiguo mito
nos podrá ayudar a ser unos padres más sabios y generosos.
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