LA SOLEDAD. REFLEXIONES
Decía el pensador Joseph Fort Newton: “la
gente se siente sola porque construye murallas en lugar de puentes”.
En efecto, no hay mayor muralla entre
nosotros y los demás que el hecho de centrarnos en nosotros mismos con
el fin de eliminar la incertidumbre inherente a la vida misma.
Para la terapia breve estratégica la
soledad, vivida como un problema, a menudo está relacionada con “un
inmenso ruido interior” que resulta de pensamientos, sensaciones y dudas
patológicas que acaban aislando. Vivimos en una sociedad empeñada en
controlarlo todo. Esta tarea imposible despierta en el individuo una
necesidad constante de encontrar las respuestas que “teóricamente” lo
dejarán tranquilo.
Pero, de esta forma, sin darse cuenta, la
persona pone en marcha un mecanismo infinito en el que cada vez que
responde una duda –ya sea metafísica, sobre la salud, sobre su propia
capacidad para afrontar situaciones o relaciones...- genera más dudas,
que requerirán nuevas respuestas.
Paradójicamente se obtiene el efecto contrario a la tranquilidad buscada
y la persona se ve obligada a estar siempre pendiente de sí misma y, por
tanto, más alejada de los demás.
La línea de trabajo desde la perspectiva de
la vida espiritual enseña estrategias que lleven a ocuparnos en lugar de
preocuparnos. Y es que la vida requiere soluciones prácticas en lugar de
teórico-intelectuales.