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La prueba del carbono 14.
Casi nadie acepta ya las pruebas del C-14. Es más, la polémica sobre estos
análisis ha dejado al descubierto a muchos de los implicados y numerosas
personas se preguntan si hubo una trama para desautorizar a la Sábana
Santa.
Para el análisis de la Síndone se contó con un trozo de ésta, de unos diez
centímetros de largo por uno de ancho, que se dividió en tres partes. El
estudio mediante C-14 se hizo en colaboración con un microbiólogo de la
Universidad de Texas, Stephen Mattingly. Descubrió que el trozo extirpado
de la Síndone estaba altamente contaminado por bacterias y hongos. En su
opinión, dicha alteración es suficiente para provocar un error en una
datación como la efectuada por los laboratorios de Oxford, Arizona y
Zurich. El descubrimiento de este microbiólogo fue apoyado por Pierluigi
Baima Bollone, forense de la Universidad de Turín y el experto italiano
más reconocido en la materia, quien dio a conocer unas investigaciones que
demuestran que las pruebas del C-14 son inadecuadas para datar lienzos de
lino.
Orazio
Petrosillo -filósofo y vaticanólogo- y Enmanuella Marinelli -doctora de
Ciencias Naturales- fueron los primeros, en dejar al descubierto una trama
que tenía por objeto "enterrar" la Síndone. No sólo ponían en tela de
juicio la credibilidad del método del C-14, sino que expresaron
abiertamente que la trama existió y que tuvo como ejecutores a la "mafia
del radiocarbono", como definen a los responsables de las dataciones.
Revelaron cómo se quedaron fuera de los análisis los laboratorios más
cualificados y cómo los tres elegidos rompieron los protocolos
establecidos por los científicos para garantizar la neutralidad de los
estudios. Se había estipulado que no existirían contactos ni reuniones
entre los miembros de los laboratorios, que los resultados serían
presentados al unísono y que no se filtraría ninguna información a los
medios de comunicación. Ninguna de estas premisas se cumplió.
El garante de los protocolos pidió perdón dos años después, asegurando que
"los resultados no implicaban una falsificación del lienzo". A pesar de
ello, no se ha sabido explicar satisfactoriamente por qué los vídeos de la
extracción de muestras revelaban que cada uno de los trozos extirpados
tenía un peso que no correspondía con el que llegó a los laboratorios días
después del 21 de abril de 1988. A este propósito, el religioso y
sindonólogo francés Bruno Bonnet-Eymmard habla sin pudor de sustitución de
muestras. En pocas palabras: se sospecha que hubo un cambiazo.
El método del C-14 no es el único utilizado por los científicos para datar
piezas arquelógicas. La palinología, es decir, el estudio de los pólenes
adheridos a un resto arqueológicos, se ha utilizado con éxito en muchas
ocasiones. Max Frei, botánico y criminólogo de fama internacional, estudió
los pólenes del lienzo desde 1973. Averiguó que las especies más
frecuentes encontradas en el lino eran idénticas a aquéllas que abundan en
los sedimentos del lago de Genesaret y en el mar Muerto, donde se
depositaron hace 2.000 años. También Paul C. Maloney, en un congreso
celebrado en París, anunció haber descubierto en el lino de la Síndone un
total de 76 muestras diferentes de polen, la mayor parte de las cuales
coincidían con especies de la Palestina de hace 2.000 años. Treinta de las
especies corresponden a las que se generaban en Jerusalén en esa fecha
durante la primavera, cuando se supone que fue sacrificado Jesús.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que la imagen de Sábana Santa
tiene un doble origen. La impresión del cuerpo del hombre se formó por un
procedimiento desconocido, posiblemente algún tipo de radiación emanado
del cuerpo que produjo la oxidación deshidratante de las celulosas del
lino. Las manchas de sangre, al contrario, se formaron por contacto.
Además, también hay una gran cantidad de restos de bilirrubina, sustancia
que se genera en la sangre cuando una persona ha fallecido como
consecuencia de lesiones múltiples y graves tal y como se deduce de las
heridas que se observan en el cuerpo de la Síndone. Bollone, en concreto,
halló un glóbulo rojo y algunas células epidérmicas humanas en los
análisis de las manchas hemáticas de los pies.
Hace unos años el forense y experto Bollone y el informático Nello
Balossimo, confirmaron que sobre los ojos del hombre de la Sábana aparecen
unas extrañas huellas pertenecientes a un leptón -moneda romana-. Esta
moneda llevaría impresas las letras TIB (por Tiberio, emperador romano) y
el perfil de una copa, idénticas a las monedas en curso en Palestina
durante los años 29 y 30 d.C. La pregunta es evidente: ¿cómo fue capaz un
falsificador medieval de predecir este detalle típico de la época
"criptándolo" de modo que sólo potentes microscopios electrónicos del fin
del siglo XX sean capaces de intuirlos?
La impronta del hombre de la Sábana no es una pintura. No hay rasgos de
direccionalidad ni pigmentos que así lo indiquen. Tampoco fue provocada
por la vaporización del áloe y la mirra con que se ungía a los cadáveres
por entonces. Todas las pruebas efectuadas indican que fue una quemadura
la que chamuscó las fibras más superficiales del lino. Pero, ¿una
quemadura producida por qué? En la obra, La resurrección de Jesús y su
cuerpo, el padre Juan Manuel Igartua asegura que, en el momento de la
resurrección, el cuerpo de Jesús se desmaterializó, emitiendo una
fotofulgurancia que impregnó el lienzo. Se trataba, en su opinión, de algo
parecido a un "cuerpo glorioso". ¿De que naturaleza sería esta emisión? La
revista Nature, tiempo después de que publicara los resultados de los
análisis del C-14, expuso las teorías de Thomas Phillip, del laboratorio
de Alta Energía Física de Harvard, para quien una emisión de neutrones
emitida por el propio cuerpo pudo haber sido la causa de la quemadura.
También el físico Eberhard Lindner es de esa opinión: la desaparición del
cuerpo habría provocado la aniquilación de protones y electrones que
originaron un flujo hacia el exterior. En los años noventa, Jean Baptiste
Rianuro comprobó la tesis de la radiación al obtener quemaduras similares
aplicando sobre un lienzo una carga radioactiva procedente de la
liberación de neutrones y protones con una dosis de deuterio.
Por fantástica que sea, sólo la hipótesis de la radiación justifica la
existencia de una impronta tan singular. Pero ¿quién era aquel personaje
capaz de desmaterializarse emitiendo partículas radiactivas?
La aventura de la Síndone continúa después de más de cien años de estudios
científicos.

Mapa
del recorrido de la sábana.
Bruno Cardeñosa
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