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SENCILLEZ
La
sencillez es esencial, y sólo puede surgir cuando empezamos a comprender el
significado del conocimiento propio.
Creemos que la sencillez es una expresión externa, pocas posesiones, ropas,
cosas, pero eso no es sencillez. La verdadera sencillez sólo puede
originarse interiormente, y de ahí proviene la expresión externa. Lo que uno
es en su interior fluye al exterior.
Interiormente somos prisioneros, aunque en lo externo parezcamos muy
sencillos. Deseos, apetitos, ideales, de innumerables móviles somos
esclavos. Y, para encontrar la sencillez debemos ser libres.
Al
investigar nuestro ser nos hacemos cada vez más libres y más sensibles.
Cualquier forma de autoridad o coacción, interna o externa, contribuye a la
insensibilidad. Ninguna forma de coacción puede conducir a la sencillez, al
contrario, cuanto más reprimís, sustituís, sublimáis, menos sencillez
existe, aunque exista cierta apariencia.
Si uno no es sencillo no puede ser sensible a los árboles, a los pájaros, a
las montañas, al viento, a todas las cosas que existen en el mundo que nos
rodea. Y si no hay sencillez, uno no puede ser sensible al mensaje interno
de las cosas. La mayoría de nosotros vive muy superficialmente, en el nivel
superior de la conciencia (la mente). Allí tratamos de ser reflexivos e
inteligentes, lo cual es sinónimo de religiosidad; allí tratamos de que
nuestra mente sea sencilla, mediante la coacción, mediante la disciplina.
Pero eso no es sencillez. Cuando forzamos la mente superficial a ser
sencilla, tal imposición no la torna ágil, flexible, rápida, sino que sólo
consigue endurecerla. Ser sencillo en todo el proceso de nuestra conciencia
es extremadamente arduo. Porque no debe existir ninguna reserva interior,
tiene que haber ansia por averiguar, por descubrir el comportamiento de
nuestro ser. Y eso significa estar alerta a toda insinuación, a toda
sugerencia, darnos cuenta de nuestros temores, de nuestras esperanzas,
investigar y liberarnos de todo eso constantemente. Sólo entonces, cuando la
mente y el corazón son realmente sencillos, cuando están limpios de
sedimentos, seremos capaces de resolver los múltiples problemas que se nos
plantean.
El
saber no resolverá vuestros problemas. Es sólo mediante la experiencia
directa como se resuelven nuestros problemas; y para tener experiencia
directa ha de haber sencillez, lo cual significa que debe haber
sensibilidad. El peso del saber embota la mente. También la embotan el
pasado y el futuro. Sólo una mente capaz de ver lo que es, el presente, de
instante en instante, puede hacer frente a las poderosas influencias y
presiones que ejerce constantemente sobre nosotros todo lo que nos rodea.
Por
eso el hombre religioso no es, en realidad, el que viste una túnica o el que
ha hecho votos, sino aquél que es interiormente sencillo, aquél que no está
"transformándose" en algo. Una mente así es capaz de una extraordinaria
receptividad, porque no tiene barreras, no tiene miedo, no va en pos de nada
y es, por lo tanto, capaz de recibir la gracia, de recibir a Dios, la verdad
o como os plazca llamarlo. Sólo entonces puede haber felicidad, porque la
felicidad no es un fin, es la expresión de la realidad.
A
partir de aquí surge una sencillez, una humildad que no es virtud ni
disciplina. La humildad que se consigue deja de ser humildad. Una mente que
se vuelve humilde ya no es humilde. Sólo cuando se tiene humildad (no una
humildad cultivada) puede uno hacer frente a las cosas apremiantes de la
vida; porque entonces no es uno mismo lo importante, no mira uno a través de
las propias presiones y del sentido de la propia importancia. Uno observa el
problema tal cual es y entonces puede resolverlo.
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Los
que os ofrecen algo "positivo" son unos explotadores.
Valoramos todas sus formas externas, tales como las pocas posesiones, pero
esto no es sencillez. Creemos que es sencillez tener sólo un taparrabos.
Deseamos los signos externos de simplicidad y eso nos engaña fácilmente.
No es una mente sencilla la que piensa en recompensas y temores, la que
está cargada de conocimientos y creencias, la que se identifica, la que se
entretiene con la música, los ritos, Dios o las mujeres... ¿Qué es
sencillez? ¿Es la búsqueda de los elementos esenciales y el rechazo de los
que no lo son? Sencillez no es la búsqueda de lo esencial y del rechazo de
lo que no los es. Esto significaría un proceso de opción de la mente y,
toda opción de la mente se basa en el deseo y así lo que llamáis esencial
es lo que os brinda satisfacción, placer. La mente es confusión y su
elección también lo es. Así la opción entre lo esencial y lo no esencial
no es sencillez; es un conflicto, y la mente confusa en conflicto nunca
puede ser sencilla.
Cuando de verdad observéis y veáis todas las cosas falsas y los ardides de
la mente, cuando observéis eso y lo percibáis muy claramente, entonces
sabréis que es simplicidad. La sencillez es la acción que no resulta de una
idea, es creatividad y mientras no haya sencillez somos como polos de
atracción para el daño, el sufrimiento y la destrucción.
No se
puede buscar y experimentar, llega como una flor que se abre en el momento
justo, cuando uno comprende todo el proceso de la existencia y la vida de
relación.
No
hay que buscarla, surge tan sólo cuando no hay "yo", cuando la mente no está
atrapada en especulaciones, en conclusiones, en creencias, en imaginaciones
(Acción que no es resultado de una idea). Sólo una mente libre puede hallar
la verdad, recibir aquello que es inconmensurable, que no puede nombrarse.
Eso es sencillez.
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Es extraño el deseo de
alardear ante los demás, de ser alguien. La envidia es odio y la vanidad
corrompe. Parece tan difícil e imposible ser sencillo, ser lo que somos y
no presumir.
Ser
lo que uno es resulta en sí mismo muy arduo, ser lo que uno es sin tratar de
llegar a ser esto o aquello, lo cual no es demasiado difícil. Siempre puede
uno aparentar, ponerse una máscara, pero ser lo que es constituye una
cuestión muy compleja; porque uno está siempre cambiando, nunca es el mismo
y cada instante revela una nueva faceta, una nueva profundidad, una
superficie nueva. No es posible ser en un instante todo eso, porque cada
instante conlleva su propio cambio. De modo que si uno es siquiera un poco
inteligente, renuncia a ser esto o aquello.
Cada
uno de nosotros piensa que es muy sensitivo, y un incidente cualquiera, un
pensamiento fugaz, demuestra que no lo es; piensa que talentoso, instruido,
artístico, moral, pero al volver la esquina se encuentra con que no es
ninguna de estas cosas sino profundamente ambicioso, envidioso, inepto,
brutal e impaciente. Alternativamente uno es todas estas cosas y desea algo
que tenga continuidad, permanencia (por supuesto, sólo aquello que sea
provechoso, agradable). Así es como corremos tras de ello, y todos nuestros
otros "yoes" claman por salirse con la suya, para lograr su propia
realización. De este modo, cada uno de nosotros se convierte en un campo de
batalla en el cual generalmente triunfa la ambición con todos sus placeres y
su infortunio, su envidia y su temor. A ello se le añade la palabra "amor"
en aras de la respetabilidad y para mantener la integridad de la familia;
pero uno mismo está atrapado en los propios compromisos y actividades,
aislado, clamando por reconocimiento y fama: yo y mi país, yo y mi partido,
yo y mi dios consolador.
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La sencillez atrae al instinto, la intuición y el discernimiento para
crear pensamientos con esencia y sentimientos de empatía. Sencillez es la
conciencia que llama a las personas a replantearse sus valores.
La sencillez crece en las raíces sagradas, personificando una riqueza de
virtudes y valores espirituales que se manifiestan en las actitudes, las
palabras, las actividades y el estilo de vida. La sencillez es hermosa y,
como la luna, irradia frescura, en contraste con el resplandor del sol. La
sencillez es natural. Puede tener una apariencia corriente y carente de
atractivo para aquellos cuya visión está acostumbrada a lo superficial, o
a lo erudito. Sin embargo, para aquellos que poseen el discernimiento
sutil de un artista, un vislumbre de sencillez es suficiente para
reconocer la obra maestra.
La
sencillez combina la dulzura y la sabiduría. Es claridad en la mente e
intelecto, ya que surge del alma. Los que personifican la sencillez están
libres de pensamientos extenuantes, complicados y extraños. El intelecto
es agudo y despierto. La sencillez invoca al instinto, la intuición y el
discernimiento para crear pensamientos con esencia y sentimientos de
empatía. En la sencillez hay altruismo, el que personifica esa virtud ha
renunciado a la posesividad y está libre de los deseos materiales que
distraen el intelecto haciéndolo divagar hacia territorios inútiles.
Carecer de deseos no significa arreglárselas sin nada, o tener la vida de
un asceta. Al contrario, uno lo tiene todo, incluyendo la satisfacción
interna. Esto se refleja en el rostro -libre de perturbaciones,
debilidades e ira- y en la conducta, con una elegancia y una majestad
extraordinarias, pero a la vez ingenua. Sencillez es ser el niño inocente
y el maestro sabio. Nos enseña a vivir con sencillez y a pensar de forma
elevada.
Las
personas que viven con sencillez, generalmente disfrutan de una relación
cercana con la naturaleza. Su moral proviene de las tradiciones perennes
que funcionan en armonía con las leyes de la naturaleza. Las hierbas se
convierten en sus remedios naturales. La luna y las estrellas son las
lámparas que los alumbran. El mundo natural es el aula en la que estudian.
Esto no significa que todos debamos adoptar este estilo de vida. Sin
embargo, se puede aprender de la naturaleza. Cuando se observa la ética de
la sencillez, casi no hay desperdicio. Todos los recursos se valoran: el
tiempo, los pensamientos, las ideas, el conocimiento, el dinero y las
materias primas.
De
la sencillez surge la generosidad. La generosidad es compartir con un
espíritu altruista los ingresos ganados a pulso. Compartir los propios
recursos conjuntamente y de forma cuidadosa es recuperar para las
actividades humanas, el sentido de la familia. La sencillez es algo más
que ofrecer dinero y posesiones materiales, es dar de uno mismo aquello
que no tiene precio: paciencia, amistad y apoyo. Con el espíritu de dar
prioridad a los demás, los que adoptan la sencillez ofrecen su tiempo
gratuitamente. Esto lo hacen con amabilidad, sinceridad, e intuiciones
puras, sin expectativas ni condiciones. Como resultado, esas personas
cosechan frutos abundantes de las semillas que se sembraron con sus
acciones generosos. Nada esperaron pero...
La
sencillez es verdad. La belleza de la verdad es tan sencilla que funciona
como la alquimia. No importa cuántos disfraces se presenten ante ella, la
luz de la verdad no puede permanecer escondida; alcanzará a las masas con
un lenguaje muy sencillo y, al mismo tiempo profundo. Los mensajeros de la
verdad siempre han personificado formas comunes, han llevado vidas
sencillas, y han adoptado medios simples para impartir sus mensajes. Viven
y dicen la verdad, ofreciendo belleza a las vidas de los demás. Su
sencillez y esplendor pueden compararse al joyero. Fiel a la integridad de
su profesión, el joyero hace todas y cada una de sus joyas preciosas y
perfectas, pero él sigue siendo sencillo.
Hoy
en día la belleza está definida por las industrias de la moda y la
estética, propagada por los ricos y los famosos y aceptada por las masas.
La belleza, sin embargo, no se encuentra sólo en la apariencia, como dice
el proverbio. La belleza, en su forma más sencilla, elimina la arrogancia
de las ropas caras y de vivir de forma extravagante. Va más allá del rico
y del pobre. Es apreciar las pequeñas cosas de la vida que a veces no son
visibles ni aparentes para el resto del mundo. Sencillez es apreciar la
belleza interna y reconocer el valor de todos los actores, incluso del más
pobre o desafortunado. Es considerar que todas las tareas, incluso la más
humilde, tienen valor y dignidad.
La
sencillez reduce la diferencia entre “lo que tengo” y “lo que me falta”
demostrando la lógica de la verdadera economía: ganar, ahorrar, invertir y
compartir los sacrificios así como la prosperidad, de manera que pueda
haber una mejor calidad de vida para todos los seres humanos,
independientemente de donde hayan nacido.
Sencillez es la conciencia que dirige una llamada a la gente para que
replantee sus valores.
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