|
EL
SECRETO DE LA ORACIÓN
Cuando estemos en oración, que realmente estemos en oración, que no la
hagamos para nosotros mismos ni para el aire. Muchas veces lo que llamamos
oración es un simple monólogo o exclamación en voz alta, y esto no es
oración ni lo ha sido nunca. Nos debemos dirigir a Dios, a ese ser que no
sabemos quién es pero intuimos que es el Todo.
Esta
es la primera parte esencial de la oración: que nos situemos ante la
presencia de Dios, que nos situemos ante esta intuición de Absoluto. Pero
que esta presencia no sea sólo una idea, sino que todo nuestro ser se abra a
esa intuición y a esa aspiración que hay en nosotros del Ser Total.
Puede
ocurrir que estemos muy preocupados por algo y que deseemos pedir algo en
particular. Entonces podemos pedir, pero pedir cuando se está viviendo esa
presencia. En el momento en que podamos formular suavemente esta petición de
un modo claro, suave y con fe, entonces veremos la realización instantánea,
o casi instantánea, de lo que pedimos.
Pedir
con fe quiere decir que en el momento en que pedimos nos damos cuenta de que
Dios quiere aquello que yo quiero, queme lo da, y por lo tanto que cuando lo
pedimos, por el hecho solo de pedirlo, ya nos lo ha dado en aquel mismo
momento. La fe es la realización ahora. Lo que pedimos a Dios siempre se
realiza, se concede, en ese contacto nuestro con Dios, y por lo tanto, en el
terreno espiritual, en nuestro interior. Una vez ocurrido esto es cuando
aparece materialmente. Sólo cuando se realiza en este nivel espiritual es
cuando aparece en el mundo de las formas, porque todo lo que existe es
expresión de esta realidad espiritual.
Él
quiere darnos lo que pedimos, porque lo que Dios quiere es nuestra plenitud,
nuestra afirmación, nuestro crecimiento, nuestra felicidad. Y como quiere
esto, todo lo que le pidamos que busque esta plenitud lo tenemos concedido
de antemano.
Lo
único que nos separa de esta plenitud es la creencia de que no lo tenemos.
En el momento en que nos abrimos a esta plenitud de Dios y aceptamos que
Dios ya nos lo está dando se produce la materialización de nuestra petición.
Pero no es que me lo de ahora y antes no me lo daba, es que me lo está dando
desde siempre, sólo que ahora lo reconocemos y lo aceptamos.
El
único límite a nuestras peticiones es que nuestras peticiones salgan de
nuestro interior y no sean artificiales, producto de nuestra mente influida
por el exterior. En la medida que pedimos lo que nos sirve, lo que está en
línea con nuestra afirmación y la de los demás y no se contrapone al bien de
otra persona, entonces, el contenido de la oración será correcto. Podremos
así decir que "Dios se expresa en mi y yo lo vivo en forma de deseo" y "la
respuesta y la petición son exactamente la misma cosa, vivida en dos niveles
diferentes".
Existe en nosotros una plenitud, una perfección, que ya existe y que es
nuestra realidad en Dios, pero que humanamente sólo vivimos una pequeña
fracción de esto, que es nuestra consciencia humana actual, y el resto lo
presentimos como algo lejano, como algo remoto, y entonces pedimos por ello.
nuestra consciencia es parcial, por eso vemos lo otro como distinto, como
extraño, como no presente. Pues bien, gracias a esta demanda permitimos
que aquello vaya incorporándose a nuestra consciencia actual. Por eso todo
lo que podemos pedir ya está concedido. "Antes de que tú pidas el Señor ya
te ha contestado" dice la Biblia.
|
|