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Saber
afrontar.
Es importante saber obrar apropiadamente, tanto en la prevención de la
enfermedad como en el tratamiento y la propia adaptación a ella.
Saber enfrentarse a las circunstancias limita el nivel de ansiedad ante la
enfermedad, suele influir en los niveles hormonales, afectar al sistema
inmune, etc. Si no sabemos afrontar las circunstancias que experimentamos
nos causamos daños psíquicos y físicos.
La forma que tengamos en afrontar lo que nos ocurre puede influir en la
calidad y en el tipo de cuidado que recibimos. También, si la forma de
afrontar la realidad es positiva, la persona se adapta a la situación en que
vive, compensa los déficit y asume un papel activo en las intervenciones
preventivas y en el tratamiento de la enfermedad.
Cuando se trata de problemas de salud las personas mayores tienden a valorar
la situación y a realizar prácticas que promueven la salud y previenen ante
la enfermedad, evitando hábitos nocivos y viviendo de manera más vigilante y
responsiva.
Cuando las personas se hacen mayores son menos proclives a atribuir síntomas
de su debilidad y sus "achaques" a las enfermedades. Esto hace necesaria su
educación para que sea capaz de distinguir entre cambios normales debidos a
la edad y síntomas de enfermedad, y facilitar así la detección precoz y el
tratamiento adecuado.
Cuando queremos intervenir para ayudar a una persona mayor tenemos que tener
en cuenta su estado mental, y también la posibilidad de que esté inmersa en
un ambiente negativo. En estos casos es posible que nuestra ayuda no sea
operativa debido a estas limitaciones. Siempre es positivo asistir a
cursillos en los que se practiquen y aprendan habilidades para tratar la
enfermedad que se padezca y uno sienta que posee el control. De esta manera
se reduce la sensación de indefensión que acompaña a muchas enfermedades
crónicas. |
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