El maestro Lao-tsé
Esto que existe por sí mismo es denominado Tao. El Tao no tiene nombre ni
forma. Es esencia única, espíritu primordial. La Esencia y la Vida no
pueden ser vistas. Están contenidas en la Luz Celeste.
Les voy a revelar el
secreto de la Flor de Oro del Gran Uno.
Gran uno es el nombre
de aquél por encima de quien no hay nada. La magia de la vida consiste en
servirse de la acción para lograr la no acción. No se deben ignorar las
etapas intermedias y desear penetrar directamente en el secreto.
Los preceptos que nos
fueron transmitidos nos invitan a emprender sin demora nuestro trabajo sobre
la esencia. Al hacerlo debemos cuidarnos de no seguir un camino errado.
La Flor de Oro es la
Luz. Nos servimos de este término como una metáfora para designar el
verdadero poder trascendente del Gran Uno.
Si
un hombre alcanza ese uno, se vuelve viviente; si no lo alcanza, muere. Pero
aún si un hombre vive en el poder (el soplido o la respiración cósmica) no
lo percibe, de la misma manera que los peces no ven el agua aunque viven en
el agua. Un hombre muere cuando no tiene un soplido vital, como los pescados
mueren al ser privados del agua. Por esta razón los Maestros iniciados nos
han enseñado a sujetarnos a lo primordial y a conservar el uno; esto es la
circulación de la Luz. Conservando el verdadero poder prolongamos la
duración de la vida y podemos, entonces, poner en marcha el método que
apunta a crear un cuerpo inmortal.
En consecuencia,
solamente se debe hacer circular la luz; allí reside el más profundo y el
más maravilloso de los secretos. Si le permitimos a la Luz circular un
tiempo suficientemente largo en un círculo, ella se solidifica. Ella es
ahora el cuerpo espiritual natural. Es la condición de la cual se habló en
el libro del sello del corazón:
Silenciosamente
vuelas hacia lo alto.
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