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La evocación de las fuerzas astrales
Pero el
mago no debe contentarse únicamente con experimentar en sí mismo. Como dueño de
lo que le rodea, debe aprender también a dominarlo, a someterlo a su voluntad.
Este es el verdadero fin de la Magia.
Nos
referimos, al hablar de todo ello, a las fuerzas astrales, a lo que hemos
llamado los "elementales"... a los espíritus que pueblan el plano astral.
Entran aquí pues tanto los espíritus buenos como los malignos, los espíritus
a los que tradicionalmente llamaríamos ángeles y demonios.
Dentro de este apartado pues forma parte también la demonología, con toda su
secuela de magia negra y pactos con el demonio (tema pactos y posesiones).
Ahora nos interesa únicamente hablar en líneas generales, ya que estamos
hablando de la Alta Magia en general.
La
evocación de las fuerzas astrales es uno de los actos mágico que necesita de
un mayor dominio personal por parte del mago, ya que no se trata solamente
de provocar fuerzas sino de dominarlas y luchar contra ellas. Muchas veces
las fuerzas astrales, los "elementales", no querrán doblegarse a nuestros
deseos: es entonces cuando el mago deberá mostrar toda su preparación y todo
su poder... o sucumbir. No hay otra alternativa.
La
evocación de las fuerzas astrales es el acto mágico que necesita, también,
de una mayor protección. El lugar donde se realice, incluso si se trata de
un ocultum permanente, deberá ser purificado a cada nueva operación.
El círculo mágico, máxima protección contra las fuerzas astrales, deberá ser
trazado muy cuidadosamente, ya que cualquier error o imperfección puede ser
fatal. Si el círculo esta mal trazado, el mago lo notará inmediatamente a
través de una extraña y desapacible sensación: no debe entonces dudar ni un
segundo; con la espada (todo mago tiene una) trazará unos rápidos círculos a
su alrededor, hendiendo el aire en torno suyo. Notará inmediatamente unos
débiles destellos en la extremidad de la espada... las fuerzas astrales
rechazadas. Sabrá, entonces, que ha vencido al peligro.
La
espada y el bastón serán, en este acto, los principales elementos de acción
del mago. Mediante el bastón, y tras recitar el ritual de invocación, el
mago atraerá hacia sí a las fuerzas astrales, que mantendrá fuera del
círculo de protección. Este acto entraña un peligro grande, ya que si los
elementales logran introducirse en el círculo protector pueden adueñarse
parcial o totalmente del mago, vampirizarlo, por así decirlo... de
cuyos fenómenos hablaremos en otro tema que titularemos el vampirismo.
Luego, una vez llamados los espíritus astrales y mantenidos a distancia
suficiente, el mago deberá aprender también a enviarlos de nuevo a su lugar
de origen, rechazándolos con la espada y con la fórmula de abjuración; sólo
entonces renacerá la seguridad en torno suyo.
Hemos
hablado hasta ahora, al citar la evocación de las fuerzas astrales,
únicamente de su llamada, de su mantenimiento bajo control y de su despido.
Esta es la base de la evocación, lo primero que debe aprender a dominar el
mago. Más tarde, cuando su dominio y su control sobre las fuerzas astrales
sea absoluto, podrá intentar el dar otro paso hacia delante, dominando a los
elementales y obligándoles a servirle según sus deseos...
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