|
El acto mágico.
La base en que se
sustenta toda la Magia es el acto mágico. Y, al llegar al acto mágico,
tropezamos con una de las ceremonias más esotéricas que existen... ya que el
real acto mágico debe ser realizado individualmente, en la soledad. Ningún
curioso, ninguna clase de público, ha asistido jamás a una verdadera
ceremonia mágica: un mago no puede hacer un espectáculo de su ritual, ya que
entonces su fracaso sería absoluto... puesto que el acto mágico exige una
profunda concentración.
Es por eso por lo que
los rituales mágicos apenas son conocidos, y todos los conocidos no son
verdaderos rituales mágicos. Ya que, si bien el mago puede trabajar en
algunas ocasiones y siempre que lo crea necesario con la colaboración de un
auxiliar o médium, es desaconsejable el que varios magos trabajen juntos, en
colaboración. Pueden, si lo desean, buscar conjuntamente una misma
finalidad, trabajar siguiendo los mismos rituales y con los mismos medios, a
la misma hora del día, bajo idénticas circunstancias... pero no en el mismo
sitio. Soledad, aislamiento: estas son las características básicas que
requiere el acto mágico.
Así pues, y dentro de
lo que nos permiten los conocimientos que de él poseemos, es decir, dentro
de lo que de él ha trascendido al público, vamos a hablar del acto mágico.
Pero, para hacerlo, deberemos referirnos primero a su principal y único
protagonista: el mago. Él es la base de todo acto y todo ritual mágico,
sacerdote, sujeto, y objeto a la vez.
Surge con ello la
pregunta inicial: ¿puede cualquiera ser el oficiante de una ceremonia
mágica, con sólo conocer y seguir el ritual? ¿Puede cualquiera, en otras
palabras, ser mago?

Cornelius
Agrippa de Nettesheim, doctor en derecho y medicina, participante en el
Concilio de Pisa, historiador oficial de Carlos V, fue uno de los
principales propagadores de la Cábala, a través de la cual, según sus
palabras, es posible "comunicarse con las fuerzas del plano superior para
dominar a las del plano inferior"
|
|