Cada uno accede a este espacio web buscando algo diferente. La búsqueda de
cada uno varía; varía el objeto de la búsqueda. El objeto de nuestro deseo
está cambiando constantemente, de manera que quien se acerca a estas
palabras normalmente no sabe con claridad lo que busca, lo que desea.
Pero, desafortunadamente, tiene el hábito de seguir creencias, ideales y
sistemas, de ingresar en diversas organizaciones, de ir de un supuesto
maestro espiritual a otro. No se da cuenta que lo único que procura
descubrir es qué es lo que le da más y más satisfacción y excitaciones.
A este proceso de ir de un
sistema de pensamiento a otro le llaman "búsqueda de la Verdad", y esperan
acumular conocimiento y comprender con ello la Vida, desentrañar su
significado, entender sus luchas. Y cada vez declaran que han encontrado
algo. Pero tan pronto como han encontrado algo ya están perdidos; es un
ancla a lo que la mente se aferra. Por lo tanto, cesa ese movimiento
eterno de la Vida.
Casi todas las mentes buscan
con un fin determinado, se mueven con un definido deseo de encontrar y,
una vez establecido este deseo, la mente encontrará algo. Pero no será
algo vivo, será una cosa muerta la que encontrarán, y por eso la
rechazarán para volverse hacia otra. A este proceso absurdo y agotador de
escoger continuamente, de descartar continuamente, se le llama
"adquisición de sabiduría", de experiencia, o búsqueda de la Verdad".
Es probable que casi todos
hayan venido aquí con esta actitud, consciente o inconscientemente; por
eso dedican su pensamiento y sus energías a la simple búsqueda de esquemas
y confirmaciones, al deseo de afiliarse a un movimiento o formar grupos,
sin la claridad de lo que es fundamental, sin tratar de comprender qué
significan las cosas esenciales de la Vida.
Es imprescindible que
despertemos ese pensamiento mediante el cual la mente puede librarse de
estas cosas que hemos establecido, que hemos dado por hecho que son
verdaderas cuando no lo son en absoluto.
El “yo”, el contenido mental
con el que la mente se identifica –los distintos temores, las esperanzas,
los anhelos, los prejuicios, las preferencias, el temperamento, etc.- el
“yo” es el resultado del medio en el que uno vive. Todo conflicto, toda
lucha ocurre entre el resultado del medio con el que la mente se
identifica y que se convierte en el “yo” y el mismo medio. La lucha tiene
lugar entre ese “yo” y el medio.
Uno está buscando todo el
tiempo permanencia, seguridad, placer y poder para ese “yo” ficticio. La
falsedad, la mentira trata de convertirse en lo real, en lo eterno. Cuando
comprendemos el significado del medio, lo que es en realidad, no hay
reacción y, por ello, no hay conflicto entre la reacción, o sea, entre lo
que llamamos “yo” y el creador de la reacción, o sea, el medio.
Nuestro interés vital debe
estar puesto en comprender al “yo” y al medio que nos rodea y en el que se
desenvuelve este “yo”, no en superar el conflicto y el sufrimiento.
Cuestionando al “yo” y al medio, procurando comprender su significado,
descubriremos su verdadero valor.
Cada uno tiene que averiguar
qué es lo que está buscando; si no está buscando nada, entonces hay
satisfacción y deterioro. Si existe conflicto entre uno mismo y el medio
en el que vive, está el deseo de superar ese conflicto, de escapar de él,
de dominarlo. Pero el conflicto sólo puede existir entre dos cosas falsas,
entre esa supuesta realidad que llamamos “yo” –que no es nada más que un
pensamiento resultado del medio- y el medio mismo. En consecuencia, si
nuestra mente se interesa tan sólo en superar esa lucha, entonces estamos
perpetuando la falsedad y, por esto, hay más conflicto, más dolor. Pero si
comprendemos el significado del medio, es decir, la riqueza, la pobreza,
la explotación, las nacionalidades, las religiones y todas las
insensateces de la vida social en la existencia moderna, no tratando de
superar esas cosas, sino viendo su significado, entones surge una acción
individual y una revolución completa en las ideas y en el pensamiento.
Entonces ya no hay lucha, sino más bien una luz que disipa la oscuridad.
No hay conflicto entre la luz y la oscuridad. No hay conflicto entre la
Verdad y aquello que es falso. El conflicto existe sólo donde hay
opuestos, donde hay una mente que se aparta del instante eterno y erige la
dualidad.