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EL
OLEODUCTO DE LA INFAMIA
“Un cóctel de petróleo y política: Estados Unidos quiere acabar con la
dominación rusa del Caspio”.
Titular del New York
Times, 20 de Noviembre de 1999
“No es simplemente otro negocio importante de petróleo
o gas natural ni es simplemente un oleoducto más. Se trata de proyectar
los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos, es decir, de
nuestra visión estratégica del futuro del Caspio”.
Bill Richarson,
secretario de Energía de Estados Unidos
“Nota a los maestros: Ubiquen el Caspio en el mapa y
márquenlo para los niños, pues en unos veinte años, quizá en diez, es
posible que se encuentren desplegados ahí”.
Paul Starobin, “The
New Great Game”, National Journal
El 18 de noviembre de 1999, el presidente Clinton
estuvo en Estambul, Turquía, cuando los gobiernos de cuatro países
firmaron un importante acuerdo. Su gran sonrisa comprobó que el acuerdo
representa un triunfo para Estados Unidos y sus planes de controlar los
campos petrolíferos del mar Caspio.
Tras
varios años de presiones e intrigas, los gobiernos de Turquía, Georgia,
Azerbeiyán y Kasakistán firmaron un pacto para la construcción de un
oleoducto de 2000 Km de Bakú, el centro petrolero del mar Caspio, al
puerto de Ceyhán, en el sur de Turquía. Si el proyecto se cumple, el
petróleo de esa región, que antes era el recurso natural más importante
del imperio soviético, llegará al mundo por medio de un oleoducto
controlado por la superpotencia yanqui y sus aliados.
Estados Unidos apretó el control del petróleo del golfo
Pérsico a través de la guerra del Golfo de 1991 y ahora con la invasión
definitiva de Irak busca dominar los nuevos campos petrolíferos que se
abran al mercado mundial.
No es que Estados Unidos necesite el petróleo del
caspio para abastecer su propia industria; pero le interesa controlarlo
porque otros países necesitan ese petróleo y Estados Unidos quiere
controlar a esos países. Es decir, sus rivales en la hegemonía mundial,
como Alemania y Japón, no tienen energéticos y dependen sus economías del
petróleo extranjero. Asimismo, la mayoría de los países del tercer mundo
se abastecen de petróleo importando.
Por otro parte, al controlar la nueva producción
petrolera del mar Caspio, Estados Unidos reforzará su hegemonía de los
países árabes y del golfo Pérsico, y podrá manipular mejor los conflictos
entre ellos. A la vez que creará la “chispa” de la teórica democracia en
su seno.
Además, al arrebatarle a Rusia esos campos
petrolíferos, le asestará un golpe contundente a sus planes de recuperar
el lugar de superpotencia y bipolarizar de nuevo el mundo. El petróleo
barato del mar Caspio fue imprescindible para forjar un bloque militar
después de la restauración del capitalismo en 1956. Perder control de él
perjudicaría gravemente al gobierno ruso y peleará por defenderlo.
El propósito de la sangrienta y larga guerra de
Chechenia, entre otros operativos del gobierno ruso, es precisamente
defender su influencia en el Caspio.
Las maniobras hegemónicas de Estados Unidos en el
Caspio provocarán una respuesta de sus rivales y representan una siniestra
amenaza a los pueblos del mundo.
Se trata de maniobras de un gran opresor –el gobierno
mundial oculto- que busca imponerse como “única superpotencia global” en
el siglo XXI, es decir, controlar las vidas, los recursos, el trabajo y el
futuro de cientos de millones de personas.
“La estrategia estadounidense busca socavar la posición
internacional de Rusia y sacarla de regiones estratégicas del mundo, sobre
todo del Caspio, Transcaucasia y Asia Central”.
Igor Sergeyev,
ministro de Defensa de Rusia
El poeta del imperialismo inglés Rudyard Kipling habló
del “gran juego”, la aguada lucha de fines del siglo XIX entre los
imperialistas rusos e ingleses para controlar los recursos y pueblos de
Asia Central, de Afganistán a Turquía, ¿les suena actual?
Como conquistadores prepotentes, un consorcio de once
transnacionales petroleras abrieron oficinas en el Caspio, Atlantic
Richfield, Chevron, Exxon, Mobil, Pennzoil, Philips Petroleum, Texaco y
sobre todo la nueva supercorporación inglesa/estadounidense BP Amoco
compraron por billones de dólares las compañías de la era soviética y sus
derechos de explotación. Por su parte, la administración Clinton
estableció un “equipo interdepartamental”, bajo el Consejo de Seguridad
Nacional, para dirigir la conquista geopolítica del mar Caspio.
“Es como un juego de póker por un oleoducto. El Caspio
es terrible. Es un mar interior. Podemos extraer un montón de petróleo,
pero ¿Cómo lo vamos a sacar de ahí?”
Petrolero de Texas en
el bar “Ragin Cajun” de Bakú
“Es muy evidente que los energéticos del Caspio son un
tema candente en los países occidentales, y algunos de ellos buscan
excluir a Rusia del juego y socavar sus intereses. La ‘guerra del
oleoducto’ es parte del juego”.
Boris Yeltsin,
expresidente ruso
Las transnacionales petroleras gastarán billones de
dólares en equipos y trabajadores para extraer el petróleo del mar Caspio,
¿pero cómo van a transportar los millones de barriles que extraerán?
El mar Caspio es un mar interior que queda muy lejos de
los centros industriales del mundo; así que será necesario construir
oleoductos en zonas políticamente inestables y explosivas. Quien controle
el oleoducto, controlará el petróleo.
Rusia propuso construir un nuevo oleoducto hacia el
norte, paralelo al viejo oleoducto de Bakú a Novorossisk, y construir
oleoductos de Tengiz a Novorossisk.
Irán propuso construir un oleoducto hacia el sur
a través de su territorio, de Bakú al puerto de la isla iraní de Kharg.
Ese proyecto convertiría al Caspio en un anexo del golfo Pérsico, y
fortalecería la posición de Irán y los demás países del Golfo en la
industria petrolera mundial.
Algunas compañías apoyaron el proyecto iraní porque era
el más barato. Además, pensaban que el oleoducto les daría más influencia
dentro de Irán, o sea, que fortalecería el contro imperialista de dicho
país estratégico.
Estados Unidos, en particular la administración de
Clinton y ahora la de Bush hijo, se opuso firmemente a todo
oleoducto “norte/sur” y, en cambio, adoptó el plan de uno de los ideólogos
del gobierno oculto Zbigniew Brzezinski de construir un oleoducto
“este/oeste”, que no pase ni por Rusia ni por Irán.
Es decir, Estados Unidos se propone quitarle el control
del petróleo a Rusia y quiere que los campos petrolíferos del Caspio sean
completamente independientes del golfo Pérsico con el fin de socavar la
influencia de los países del Golfo en la economía mundial.
Estados Unidos propone construir un oleoducto que
empiece en Bakú y pase por Azerbeiyán, dé un rodeo para no pasar por
Armenia, un aliado ruso, y luego pase por Georgia y Turquía. Recorrería
las zonas kurdas de Turquía, donde el pueblo kurdo libra una lucha armada
contra su opresión, y terminaría en un puerto cerca de Ceyhán en el mar
Mediterráneo. Una vez instalado un gobierno proamericano en Irak, el único
escollo que era el conflicto kurdo queda zanjado.
Pero no debemos pecar de ingenuos, no es únicamente por
el petróleo que Estados Unidos concede tanta importancia al mar Caspio, su
situación geoestratégica es de importancia capital para el nuevo orden
mundial que pretende implantar ese gobierno en la sombra.
“Para las compañías petroleras, lo más importante en
cuanto a la ruta es la cuestión económica, pero para la administración
estadounidense las consideraciones estratégicas tienen mayor peso”.
New York Times
“La importancia estratégica del Caspio siempre ha sido
evidente, jamás ha sido simplemente por el petróleo”.
Zbigniew Brzezinski,
arquitecto yanqui del gobierno oculto
Los Estados Unidos posan de grandes defensores de la
“libertad” y los derechos humanos en todo el mundo. Sin embargo las
libertades individuales de sus ciudadanos han sido rebajadas drásticamente
desde los atentados del 11-S, los derechos humanos han pasado al olvido,
Guantanamo y las cárceles de Irak son el ejemplo vivo y más evidente de
ello. Hablan de enseñar a los pueblos de la región los principios de
“democracia estadounidense” y ¡envían expertos en torturas a dar cursos de
capacitación! Dicen que van a acabar con los ataques de los militares
rusos contra el pueblo de Chechenia y apoyan enérgicamente los atropellos
de los militares turcos contra el pueblo kurdo. Hablan de “libre comercio”
y de “derribar las barreras”, y gastan billones de dólares en
conspiraciones para controlar el comercio petrolero del mundo y acaparar
las reservas petroleras del Caspio.
El gobierno de los Estados Unidos está aprovechando la
gran debilidad de su rival ruso, que se encuentra con grandes deudas en
medio de una profunda crisis económica y política, y cuyo ejército –a
pesar de su formidable armamento nuclear- tiene grandes dificultades para
controlar regiones que oficialmente quedan dentro de su territorio
nacional.
El New York Times describió la política
estadounidense como “azotar al agonizante oso ruso”. Sin embargo, si el
oso logra salir de la crisis, se pondrá a voltearle la tortilla a los
yanquis en el Caspio. Aun en medio de la actual crisis, fuerzas de las
clases dominantes rusas claman por un gobierno y ejército fuerte para
imponerse en la región. Tienen la convicción de que tener a los Estados
Unidos en las puertas de su casa solo les llevará a la desaparición como
superpotencia.
La expansión y la posición de privilegio mundial como
país de países es producto de su victoria en la “guerra fría” de finales
del siglo XX, pero también está sembrando las rivalidades y conflictos del
siglo XXI. |
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