La mente.
Deberíamos aprender a serenarnos y tomarnos las cosas con mayor tranquilidad
si queremos ser felices y tener buena salud.
Todos tenemos el mismo problema, se llama
"mente". Como la creación del Dr. Frankestein, cuando nuestra mente escapa a
nuestro control y "actúa por su cuenta", puede ser, como mínimo, una cosa
molesta y, en el peor de los casos, monstruos. En el mejor de los casos,
puede hacer que nos sintamos molestos, tensos, inquietos, incapaces de
relajarnos y disfrutar. En el peor de los casos, podemos convertirnos en
enfermos, delincuentes o dementes. Después de todo, ¿qué es la neurosis sino
la persecución de nosotros mismos por nuestra mente, y qué es psicosis sino
la locura homicida de la mente en acción?
Meditar es experimentar el alivio del
desasosiego y de la cháchara constante de la mente para sentir el silencio y
la paz interior. Hay muchas maneras de lograr esto en otro apartado
sugeriremos técnicas de meditación (accesos hacia esa paz interior) con las
que podremos experimentar para ver cual se adecua a nosotros mismos.
En realidad, "la mente" como entidad no
existe. Si observamos, sólo existe una sucesión de pensamientos que es más o
menos automática. Estos pensamientos surgen como burbujas salidas de ninguna
parte. Algunos nos resultan agradables, otros desagradables y otros
neutrales en contenido de sentimiento. A veces suelend desaparecer casi de
inmediato, otras veces insisten en perdurar en nuestra consciencia, clamando
por nuestra atención o acción, demanera obsesionante o persecutoria. Puesto
que el sentimiento sigue al pensamiento, puede hacernos sentir cualquier
cosa, desde feliz, satisfecho/a o eufórico/a, a deprimido/a desesperado/a o
paranoico/a.
Estos pensamientos que, de buen o mal
grado, entran en nuestras cabezas afectan a nuestros estados de ánimo, y
puesto que lo que decidimos y hacemos habitualmente surge de lo que estamos
sintiendo, también afectan a nuestras acciones y reacciones hacia los demás.
Por consiguiente, nuestros pensamientos nos manipulan como a títeres. Cuando
un pensamiento se apodera de nosotros, nos sentimos excitados; en otras
ocasiones somos presa del pánico. Al recordar viejas ofensas sentimos
aparecer la misma antigua ira, como si todo estuviese sucediendo de nuevo.
Nuestros pensamientos nosimpulsan: vamos de arriba a abajo, damos vueltas y
vueltas, de un lado a otro como ratones en una rueda de molino.
El origen de toda desdicha humana comienza
como un pensamiento antes de ejecutarse y de manifestarse en el plano
material. Y la meditación es la única forma que tenemos para superar el
dominio absoluto que nuestro pensamiento tiene sobre nuestra experiencia y
nuestra manera de estar en el mundo.
La esencia de "liberarse del engranaje" es
romper la identificación de nosotros/as mismos/as con nuestros pensamientos
para parecernos menos a robots y dejar de ser conducidos por ellos. Darse
cuenta del ser que vive detrás del pensamiento, de cómo se crea el pensador
con los pensamientos es tremendamente liberador. Conseguimos comprender que
no tenemos por que ser perturbados por ninguna película de desastres que se
proyecte en la pantalla de la mente, por recuerdos del pasado cargados de
melancolía o fantasías del futuro preñadas de fatalidad. Los problemas
pueden perdurar, pero ahora llegan a ser hechos que tienen que ser
manejados, y serán manejados de manera más eficaz si son vistos con claridad
más que a través de la bruma de sentimientos que suele reunirse en torno a
ellos.
La meditación nos permite ver lo que
es real más claramente, experimentarlo más directamente, responder a ello en
forma más apropiada tal como el hecho es ahora, sin ser perturbados por lo
que nos dicen nuestras mentes acerca de lo que podría o debería suceder, o
de lo que aconteció la última vez. Pues nuestras mentes no están en el aquí
y en el ahora, sino que se hayan detenidas en el pasado o en el futuro. Tal
vez lo más importante que la meditación regular hace por nosotros/as es
incrementar nuestra capacidad para vivir en el momento, realzando nuestra
experiencia de lo que está sucediéndonos. En realidad nos ayuda a "perder
nuestras mentes y llegar a nuestros sentidos"; otro modo de decirlo es que
nos hace sentir más vivos, más plenamente "aquí y ahora".