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El Universo (y
el hombre) no son sólo materia.
Vamos
a realizar, pues, sobre estas bases, algunas puntualizaciones.
La
Ciencia, por su lado, sólo cree en un mundo físico y real.
La
Religión y la Filosofía, en cambio, aceptan también la existencia de un
mundo espiritual.
La
Magia, finalmente, cree y afirma que el Universo y el hombre están formados
por una superposición o compenetración de tres mundos distintos: el físico,
el astral y el espiritual.
El
problema, por supuesto, es, en su conjunto, mucho más complejo de lo que
puede dar a entender un simple enunciado, y deberemos esperar a más adelante
para verlo con mayor detenimiento. De momento, y para sentar nuestras bases,
nos basta con saber lo siguiente: según lo dicho, y desde el punto de vista
de la Magia, el Universo (y el hombre) están compuestos por una parte, o
mundo, o plano, según como quiera llamársele, materia, físico, que
constituye su naturaleza (o su cuerpo) visible; de una parte astral, que
rige sus procesos vitales y emocionales, y que es la base en que se apoya
para todos los procesos mágicos; y finalmente de una parte espiritual, el
alma con todas sus facultades, que es desde la que realmente actúa el mago.
Naturalmente, esta tercera parte, la espiritual, es privativa del hombre.
Las otras dos partes o planos, sin embargo, existen en todo el Universo,
incluso en los reinos inanimados, y están formados por materias, el plano
físico, y por energías, el plano astral.

Ídolos,
totems, imágenes de antiguos dioses. El hombre ha sentido perennemente la
necesidad de concretar en forma física sus creencias espirituales, tal y
como si necesitase de un objeto real para enfocar su apetencia de más allá.
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